Memorias en línea: las historias que hoy narran a Medellín
Memorias en línea: las historias que hoy narran a Medellín
Este año Medellín cumple 350 años de haber sido erigida como Villa. A diferencia de otras ciudades coloniales, no fue fundada por un conquistador, sino que surgió como un sitio de paso que se fue poblando poco a poco a lo largo del valle de Aburrá. Una forma de nacer que parece marcar también la manera como se narra: Medellín no tiene una sola historia, sino muchas. Y en esta era de pódcast, reels, mapas digitales y relatos comunitarios, nuevas voces están tomando la palabra. ¿Qué historia urbana se está contando en esta era permeada por las redes sociales? ¿Y a quién pertenece esa voz? En el Periódico Alma Máter consultamos a investigadoras de la UdeA para analizar cómo se configuran hoy los relatos sobre la ciudad.
Ante la diversidad de voces para narrar la ciudad, no todo lo que circula es nuevo. Lo que cambia es quién habla, desde dónde lo hace y qué decide destacar. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
Hablar de historia suele asociarse con fundadores, héroes de guerra y batallas libradas. Relatos que reposan en libros, archivos y bibliotecas. Sin embargo, desde hace un tiempo se han adoptado nuevas formas de narrar el pasado dando paso a otros relatos, a otros actores y otorgando voz a quienes de alguna manera habían sido invisibilizados, abriendo el camino para transformar la percepción que se tiene de la ciudad.
«Las redes sociales y los ecosistemas digitales son hoy el punto de encuentro donde se comparten conocimientos y se ponen en común las múltiples realidades que nos habitan. Es allí donde se opina, se celebra, se manifiestan el asombro y el rechazo, se descubre, se piensa y se repiensa la ciudadanía. No es el único escenario, pero sí uno de acceso inmediato y constante, con múltiples libertades de consumo y creación», comentó Andrea Vásquez, politóloga y directora de Compás Urbano, agencia de apropiación ciudadana que nació de la necesidad de ampliar las formas en que se comprende y se vive Medellín y que encontró en las plataformas digitales un canal para narrar la ciudad.
El 2 de noviembre de 1675 el gobernador y capitán general de la provincia de Antioquia, Miguel de Aguinaga y Mendigoitia, proclamó la erección de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
Ante la diversidad de voces y formatos para narrar la ciudad, no todo lo que circula es nuevo. Lo que cambia es quién habla, desde dónde lo hace y qué decide destacar. Ya no se trata solo de historiadores e investigadores narrando relatos sobre grandes hechos o personajes ilustres, sino también de habitantes del territorio dando a conocer memorias barriales, conflictos cotidianos, transformaciones urbanas o resistencias que antes no cabían en los relatos oficiales.
«No se trata solo de cómo se cuenta, sino también de qué historias se cuentan y cuáles se silencian o se esconden», expresó Viviana Mazón Zuleta, bibliotecóloga y profesora de la Escuela Interamericana de Bibliotecología. A su juicio, Medellín se narra hoy desde múltiples miradas, incluso al margen de la institucionalidad que, durante mucho tiempo, fue la principal guardiana de la memoria.
Si bien las redes sociales y las narrativas digitales contribuyen a la multiplicidad de voces y relatos que se cuentan sobre la ciudad —y, en cierta medida, a la democratización de la información—, también suponen ciertos riesgos en la construcción de memorias y en la percepción que se tiene de Medellín.
De acuerdo con la historiadora Eulalia Hernández Ciro, docente del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia —Iner—, muchas veces los relatos que circulan en redes sociales están sustentados más en mitos que en indagaciones rigurosas, lo que conlleva a la magnificación de ciertas versiones sin contar con mayor contraste.
«En algunos perfiles de Instagram, por ejemplo, circula un patrimonio fotográfico y audiovisual muy valioso, pero con frecuencia esas imágenes no están bien referenciadas, se toman de otros repositorios sin los créditos adecuados o se usan para construir mitos. No cuentan con una lectura crítica de cómo circulan. Algo similar ocurre con los relatos de algunos guías turísticos, donde predominan historias ligadas al narcotráfico y a Pablo Escobar, lo que a menudo tergiversa el pasado», explicó Hernández Ciro.
«Las redes sociales permiten que quienes acceden a ellas conozcan historias de poblaciones históricamente marginadas. Pero eso no implica, necesariamente, que esas poblaciones tengan un acceso más democratizado a la información». Viviana Mazón Zuleta.
Una postura similar sostiene la profesora Mazón Zuleta frente a la ligereza con la que, en ocasiones, se divulgan relatos sobre la ciudad y advierte que muchas de estas narrativas responden a intencionalidades particulares que pueden moldear una imagen de Medellín que no necesariamente se corresponde con las múltiples realidades que la habitan.
«Hay muchos creadores de contenido a quienes se les paga por mostrar y promocionar ciertos lugares de la ciudad, una estrategia económica que busca volver a ese discurso de Medellín “tacita de plata” y adjudicarle apellidos como “ciudad innovadora” o “ciudad inteligente”, lo que tiene implicaciones importantes, como la contribución a la gentrificación y la disputa por el territorio», expresó Mazón Zuleta
Según ambas profesoras, el caso más emblemático en ese sentido es el fenómeno que ocurre en la Comuna 13 de Medellín y la estrategia en pro del turismo y la resignificación del territorio a través del Graffitour, que, si bien generó empleo, su constante promoción en narrativas digitales contribuyó al encarecimiento de la vida en el sector y continúa provocando desplazamientos intraurbanos y disputas por el territorio. «Muchos habitantes ya no pueden con la intromisión permanente en su vida privada: se sienten observados por cientos de ojos extranjeros que irrumpen en su intimidad y entornos cotidianos», manifestó Mazón Zuleta.
«En redes sociales predomina una narrativa dual: por un lado, la de la superación, el progreso, la verraquera y la transformación de la ciudad; por el otro, la de la violencia, incluso como producto turístico», agregó Vásquez. Ambas visiones, explicó, tienden a simplificar realidades complejas y a invisibilizar la ciudad como proceso vivo, diverso y en permanente construcción.
La construcción de la memoria urbana exige diálogo entre saberes
«Hay youtubers e influencers que hacen un trabajo serio, con investigaciones rigurosas y estrategias comunicativas muy potentes. No se trata de que solo los historiadores puedan contar la historia urbana. Pero sí se detectan ciertos lugares comunes y sesgos —tanto apologéticos como mitificados— que necesitan una mirada crítica. Ahí surge la pregunta: ¿dónde estamos los docentes y estudiantes de historia? Sería interesante unir herramientas de investigación histórica con las del mundo digital», precisó Hernández Ciro.
De acuerdo con Andrea Vásquez, no solo es cuestión de gestionar contenidos o activaciones culturales, sino que se trata de contribuir a activar el pensamiento crítico y el sentido de pertenencia sobre la ciudad, es por ello que desde Compás Urbano velan por poner la voz de las comunidades en el centro de la conversación, no solo como fuentes, sino como autoras de sus propios relatos.
«Leemos la ciudad desde nuestro observatorio y estamos en constante actualización de sus actores culturales. Caminamos este territorio con locales y turistas, guiados por quienes lo habitan y lo dinamizan. Sí contamos a Medellín, pero no sin antes leerla, recorrerla y contribuir a su fortalecimiento», afirmó Andrea Vásquez
En ese mismo sentido, Mazón Zuleta expresó que se debe reconocer que no todos los investigadores tienen la habilidad de contar lo que hacen de tal manera que la ciudadanía lo comprenda; por lo que el trabajo de divulgación a través de las redes sociales y las narrativas digitales ayudan a transformar los lenguajes para que estos trabajos lleguen a más personas y permitan incluso controvertir historias que, por mucho tiempo, se dieron por sentadas.
Justamente bajo esa mirada, en el Iner de la Universidad de Antioquia y bajo el liderazgo de la profesora Hernández Ciro se adelanta Trayectorias, travesías y caminos sobre la historia urbana de Medellín, un proyecto que busca realizar un balance historiográfico que se pregunta por cómo se ha historiado la ciudad, cuáles han sido las temáticas y perspectivas más recurrentes y las periodizaciones que han ocupado el interés de los historiadores, para al final elaborar un geovisor: una herramienta digital que permita el análisis y búsqueda geográfica con el que se pueda conocer qué se ha escrito sobre diferentes lugares de la ciudad.
«Queremos saber cómo se ha contado esa historia, desde qué perspectiva y con qué archivos», explicó Hernández Ciro. Según la profesora, en lo que se lleva de la ejecución de este proyecto —financiado mediante la Convocatoria Programática 2021-2022: Ciencias Sociales, Humanidades y Artes del Comité para el Desarrollo de la Investigación — CODI— de la Vicerrectoría de Investigación y por el Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia. — se han encontrado hallazgos importantes como que «por un lado que se ha realizado mucha historia de finales del siglo XIX y principios del siglo XX porque fueron unas épocas clave de modernización e industrialización, pero hay otra parte del siglo XX que falta por historiarse, sobre todo la historia más contemporánea», precisó.
Lo cierto es que la construcción de memoria urbana no solo pasa por la institucionalidad ni por las narrativas espontáneas que se viralizan en redes sociales. Exige un encuentro entre quienes investigan y quienes habitan la ciudad, entre quienes cuentan y quienes han sido contados. La historia de Medellín sigue estando en disputa, abierta a nuevas preguntas, nuevas herramientas y voces.
«Promover el interés por la ciudad —y el turismo— debe partir de una ética del respeto y del cuidado. Es clave crear contenidos que informen, contextualicen y promuevan un habitar responsable del territorio. En Compás Urbano estamos convencidos de que las narrativas que transforman no solo despiertan curiosidad, sino también conciencia, porque lo que no se conoce no se ama, lo que no se ama no se habita y lo que no se habita no se cuida», concluyó Andrea Vásquez.
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