Revista Debates

Este artículo —basado en una investigación en tres barrios de Medellín— replantea el desarrollo local desde los sentidos cotidianos de bienestar y malestar expresados por sus habitantes. Inspirado en Firchow (2020) y mediante cartografías corporales y territoriales, visibiliza dimensiones como la tranquilidad económica, los vínculos afectivos, la salud mental, el acceso a servicios y el reconocimiento ético. Frente a enfoques institucionales, propone un giro epistémico que territorializa el desarrollo y plantea la necesidad de un Índice Comunitario de Desarrollo Local Cotidiano —ICDLC—. 

Este artículo analiza el trabajo sexual autónomo en Medellín y la precarización derivada de ciudadanías de segunda categoría, vinculándola con la protección social y los principios constitucionales del derecho laboral. Aunque la Sentencia T-629 de 2010 reconoció derechos a las trabajadoras sexuales, la falta de legislación y programas específicos impide el acceso a condiciones laborales dignas. Esta situación restringe el acceso a servicios esenciales y se ve agravada por formas de opresión interseccionales. Además, se examina cómo el capitalismo y el neoliberalismo perpetúan la pobreza, la marginación y la incapacidad estatal de garantizar bienestar. 

A través de un diálogo epistolar, este artículo busca explicitar y fundamentar cómo la vocación se configura como un ejercicio de poder, y de qué manera dicho poder —entendido como un fenómeno neutral, ni bueno ni malo—, ejercido por un maestro, se despliega estratégicamente en las relaciones de fuerza que constituyen el devenir social. Se plantea que el maestro que reconoce su vocación, se percibe empoderado y consciente de su labor y su identidad frente a las formas sociales que niegan la vida, la disminuyen y la oprimen. En este sentido, se presenta al maestro como un agente de resistencia activa. 

En un juego de mesa escuché que «nadie se quiebra vendiendo», pero mentira: las organizaciones entran en crisis financiera haciendo precisamente lo que mejor saben hacer. Mi Universidad de Antioquia está en esa situación: llevando educación de calidad a las regiones, sosteniendo la meritocracia, contratando profesores de cátedra... todo lo que nos define y amamos. Pero las cuentas no cuadran y nos tildan de ineficientes. Es como estar en esa ronda del juego donde todos nos miramos preguntándonos: «¿vamos bien?».