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Academia Sociedad

Asociaciones de resistencia en los corales del Pacífico

01/06/2023
Por: Natalia Piedrahita Tamayo- Periodista 

Los arrecifes coralinos del Pacífico oriental tropical son los «bichos raros» del planeta. Sus diferencias estructurales, con relación a las demás especies conocidas por la ciencia, los convierte en portentos de la resiliencia. Ana María Palacio, egresada de la Universidad de Antioquia, investiga el blanqueamiento coralino, un fenómeno asociado a las condiciones de estrés y supervivencia.  

 

Coral del género Pocillopora en el Pacífico oriental tropical. La especial coloración de este y otros corales se da por la simbiosis con las algas. Foto: Ana Palacio Castro.

A veces las juntanzas son la clave de la resistencia, como lo evidencian los arrecifes coralinos de los mares del Pacífico —concretamente los de la zona de Colombia, Costa Rica y Panamá—, cuya respuesta inusual ante el estrés derivado de fenómenos como El Niño y La Niña y del cambio climático es la regeneración de su actividad vital. En ellos se da algo así como una asociación «milagrosa» entre las algas y los corales, que en biología se llama simbiosis y les permite resurgir en momentos en que podrían morir.   

«En la década de los ochenta, fenómenos atmosféricos terrestres arrasaron con el 90 % de la cobertura de coral de la zona tropical. En 1997, después del fenómeno de El Niño, los estudios reportaron que los corales de la zona fueron más resistentes, pero la ciencia no resolvió por qué. En el 2014 monitoreamos qué tanto este mismo suceso impactó a los corales y concluimos que los arrecifes de la región fueron más resistentes a estos fenómenos y que tenía que ver con las algas simbiontes que los habitan», explicó Ana María Palacio, bióloga, investigadora y egresada de la Universidad de Antioquia.  

La investigación doctoral de Palacio, realizada en la Universidad de Miami, se concentró en la observación de arrecifes coralinos tropicales y su relación con el cambio climático. Posteriormente, se ha dedicado a estudiar las condiciones oceanográficas para el desarrollo de los corales de estas zonas marginales a través de la División de Química Oceánica y Ecosistemas de la agencia científica norteamericana Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica —NOAA, por sus siglas en inglés—.  

«Los corales son animales particulares que están pegados al fondo marino y no se desplazan. Construyen su esqueleto bajo una capa de piel similar a la de las medusas, con las que están emparentados, y, dentro de esta, albergan algas microscópicas, generando una relación de mutuo beneficio en la que ellas le pasan comida al coral y ellos las protegen. Esto es una simbiosis», detalló la científica, coautora del artículo «El dominio de los simbiontes tolerantes al calor crea arrecifes de coral resistentes al calentamiento de los océanos a corto plazo», publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences —2021— y resultado de uno de sus estudios.

La bióloga Ana Palacio Castro recolecta muestras de coral para estudiar sus comunidades de algas asociadas. Foto: Sean Mattson/STRI. 

Hasta la década de los ochenta, los factores de estrés coralino eran los fertilizantes, el turismo, la sedimentación y los elementos tóxicos vertidos en el agua. Como consecuencia de esto, en los noventa se dio un fenómeno de blanqueamiento masivo y mortalidad de corales en múltiples países. Todo como efecto del calentamiento global y por la interconexión oceánica —o planetaria—: «Cuando la temperatura del agua sube, estas algas producen compuestos tóxicos que el coral expulsa, como método de defensa. Los corales no tienen color. Como ellas tienen coloraciones verdes y cafés, la tonalidad es uno de sus aportes a ellos. Al quedar desprovistos de algas, su tejido queda transparente y muestra su esqueleto de carbonato de calcio, por eso este fenómeno es conocido como blanqueamiento coralino», explicó Palacio. 

La investigadora declaró que el exceso de emisiones de dióxido de carbono o CO2 baja el pH del océano, con lo cual se da un aumento en las temperaturas oceánicas y también su acidificación y cambio en la salinidad del agua. Estos factores que «estresan» a las algas y, por ende, a los corales, impactan los esqueletos de calcio de los corales y, aunque no los mata, les dificulta la vida.  

La expulsión de algas tiene otros efectos en el coral, como lo detalla la investigadora: «Los desechos del coral son los nutrientes de las algas; ellas reciclan estos compuestos, es decir, el alga produce carbohidratos y el coral los digiere. Pero al expulsarlas pierden su fuerza vital porque las algas les aportan comida. Además, estas tienen mecanismos para neutralizar agentes tóxicos, pero desaparecen con el estrés y el calor excesivos». 

La vulnerabilidad de los corales es la misma de la Tierra, como en un sistema interconectado. «En el Pacifico oriental tropical las algas están compuestas por muchas especies, y se asocian con algas aún más resistentes, incrementando la fortaleza del coral. Por ello, es un arrecife que no se blanquea tan fácil, es algo así como una rareza, un diamante oceánico que estará vivo hasta el 2060. Sin embargo, si se continúa acelerando el cambio climático desaparecerán después de esa fecha», advirtió Palacio e hizo un llamado a protegerlos y preservarlos. 

Longevidad de los corales 

Algunos viven más de cuatrocientos años. Se pueden formar colonias grandes de corales —a veces alcanzan el tamaño de un apartamento—, pero no son comunes, ya que, por lo general, desaparecen por el impacto de las acciones humanas.  

«Este estudio muestra que hay algunos arrecifes inusuales que pueden sobrevivir durante varias décadas como resultado de su capacidad para mezclar simbiontes», dijo Andrew Baker, profesor de Biología Marina de la Escuela Rosenstiel, en Florida, y también autor del artículo.  

La buena noticia de este estudio, en el que participaron investigadores de Panamá y de las Islas Vírgenes, es que cuando los corales recuperan algas sobreviven, justamente porque estas funcionan como unos paneles solares dentro de sus tejidos internos, que les transmiten energía y carbohidratos, en un mutualismo en el que ambos se benefician.  

Los arrecifes de coral de poca profundidad de la zona oriental del océano Pacífico tropical están formados por ramificaciones de los corales coliflor —género Pocillopora—, de gran relevancia y abundancia en la ensenada de Utría, en Chocó, en la que están presentes estas especies: Pocillopora capitata y Pocillopora damicornis, esta última es la de mayor cobertura.  

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