Mujeres narran el conflicto y luchan contra el olvido con una voz diferente
Mujeres narran el conflicto y luchan contra el olvido con una voz diferente
La búsqueda de verdad, justicia y memoria en América Latina tiene múltiples rostros femeninos: madres y familiares que exigen respuestas concretas sobre sus seres queridos; colectivos feministas que denuncian patrones de violencia de género; e investigadoras que analizan el conflicto desde una perspectiva interdisciplinaria. Su trabajo, aunque con enfoques distintos, ha redefinido la lucha contra el olvido.
La búsqueda de las personas desaparecidas en la comuna 13 de Medellín es liderada por Mujeres Caminando por la Verdad. Foto: Corporación Jurídica Libertad
Madres, muchas madres, abuelas, tías, hermanas, levantan sus voces desde hace décadas en América Latina para reclamar justicia, la de los jueces y la de la historia, la de la memoria, para que por lo menos la historia de la muerte de sus hijos, esposos, hermano, sobrinos, no sea la que, en su momento, impusieron sus verdugos o la que mantienen las versiones oficiales.
Esa búsqueda ha sido comprendida y acompañada desde la investigación académica por mujeres que, por diferentes caminos, han aportado en la divulgación de los relatos desde el entorno de las víctimas, con la reconstrucción rigurosa de hechos atroces, acompañada de reflexiones desde sus diferentes disciplinas.
Desde hace ocho años en Jalisco, México, muchos jóvenes han sido contactados por redes sociales con promesas de empleo, mediante las que los narcotraficantes los reclutan para sus filas y la mayoría de ellos termina muertos y enterrados en fosas clandestinas, la más reciente de ellas encontrada en el rancho Izaguirre, en la localidad de Teuchitlán. Según informes oficiales, a noviembre de 2024, 15 340 personas estaban reportadas como desaparecidas en ese estado mexicano.
Alejandra Guillén González, periodista y docente del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente —Iteso—, de Guadalajara, ha seguido este y otros casos de violencia en México desde hace más de una década, con la convicción de que el periodismo tiene el gran reto de investigar y nombrar a todos los desparecidos y asesinados «para que no haya olvido, para que permanezcan en la memoria de la sociedad, para que exijamos justicia y nos replanteemos en medio de tanta muerte», como dijo en 2014 al recibir un reconocimiento por su trabajo.
Esta académica es una convencida de este principio, que la ha llevado a convertirse en un referente del periodismo de investigación en América Latina y en especial en el trabajo realizado por las mujeres en busca de verdad en medio de la guerra contra el narcotráfico. «Sin duda hay muchas mujeres tratando de investigar, entender y explicar la guerra contra el narcotráfico y aportan una mirada muy distinta a lo que estamos acostumbrados», aseguró la académica, quien agregó que, desde el periodismo hecho por ellas, hay un abordaje cada vez más crítico sobre este conflicto.
«En México la búsqueda de los desaparecidos está liderada por mujeres y, en especial, las mujeres periodistas han hecho una labor muy importante, porque ellas alcanzan a ver en lo pequeño, en eso que parece insignificante o aislado, la esencia de lo sagrado de la vida y entienden mejor el dolor de cada uno en su particularidad», enfatizó Alejandra Guillén González.
El paso de ser fuentes a coinvestigadoras
En Sonsón, las mujeres mantienen vivo el recuerdo de lo sucedido en La Pinera en junio de 2002, hecho destacado en el marco del conflicto armado vivido en el Oriente de Antioquia. Foto: Hacemos Memoria.
En Colombia, Patricia Nieto Nieto es reconocida por sus reportajes de largo aliento sobre el conflicto armado, así como por abrir espacios desde la academia y el periodismo para mantener vigentes los relatos sobre la violencia nacional, más allá de los medios tradicionales y de las narrativas oficiales.
«Las mujeres son protagonistas en todo el país, no solo de las denuncias y la búsqueda de sus hijos, sino también del relato. La importancia de que en los pueblos haya salones de la memoria es por estas señoras, son ellas las que lo hacen», sostuvo la periodista, quien es reconocida por escuchar y ampliar la voz de las víctimas y sus familias.
La docente e investigadora de la Universidad de Antioquia recordó que esto se ha logrado gracias a la fuerza de los movimientos colectivos que se han plantado y marchado para denunciar, buscar desaparecidos, exigir verdad y justicia, o para limpiar la memoria de sus parientes, como es el caso de Mujeres Caminando por la Verdad, de Medellín, en especial de la comuna 13; o de las Madres de Soacha, de Cundinamarca, por mencionar algunas de las más destacadas.
«Las mujeres encontraron grandes aliados en las ONG y en las universidades y esto hace que en el país haya una gran red de trabajo por la memoria», aseguró Nieto Nieto, quien anotó que se trató de un proceso de años, en el que ambas partes hicieron concesiones para trabajar conjuntamente.
«Las mujeres de las comunidades aprendieron a confiar en las ONG y las universidades, así como las ONG y las universidades aprendieron a ceder en muchas cosas con las personas que llamamos las fuentes y eso ha impactado de manera directa los métodos de la investigación académica sobre los temas de memoria y sobre la violencia», aseguró.
Esto llevó —según la docente— a un cambio en las metodologías de los estudios académicos, al incluir a las víctimas como coinvestigadoras, lo cual obliga a un mayor cuidado en el relacionamiento entre investigadores y fuentes.
«Ahí es donde las mujeres de las universidades han tenido un papel relevante, porque pareciera ser más frecuente que estas se dispongan más a escuchar, a elaborar relatos y a compartirlos con otras mujeres, a dedicarle largas horas a este tema y a tratar de sacar pistas para entender lo que ha pasado… Eso lleva al fortalecimiento de una metodología, a la que nosotros le decimos cualitativa, pero que puede ser mejor definida como de la comprensión, de la escucha atenta, del respeto de lo femenino, de una mirada de mujeres en ese en ese tema», enfatizó Nieto.
«Los testimonios y las narrativas de las mujeres desde la academia y la sociedad civil han construido una memoria pública que denuncia los actos contra ellas y han ayudado a la sociedad a entender que esto no es incidental, que no es solo un problema de las mujeres, sino de la construcción de democracia»: María Emma Wills Obregón, politóloga e investigadora social. Esto ha redefinido cómo entendemos los crímenes de género en conflictos armados.
Una sensibilidad diferente
John Mario Muñoz Lopera, profesor de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la UdeA, ha investigado sobre las mujeres en el conflicto armado colombiano y escogió el periodismo como método para un libro publicado en 2023 —Mujeres, memoria y resistencia, en coautoría con Diana Sofía Villa Múnera—, por considerar, entre otras razones, que permite una mayor cercanía con las fuentes.
«Las mujeres salen a visibilizar esa situación violenta que vivieron sus hijos, hermanos, padres, esposos, parejas, como una forma de resarcir su condición de víctimas, para decirle a un Estado que quiere invisibilizarlas mediante la negación de la memoria, que ellas ocupan ese lugar», aseguró este investigador social.
Para el docente, esto se explica, en parte, porque la gran mayoría de las personas muertas o desparecidas por razones del conflicto armado en Colombia son hombres y porque las mujeres, siendo igualmente vulnerables y víctimas, son más decididas en su actuar público. «Las mujeres tienen una sensibilidad política mucho mayor, en especial las que tienen una razón vinculante con las víctimas del conflicto y convierten su lucha por la memoria y la resistencia en una especie de escenario político», anotó Muñoz Lopera.
El docente resaltó la necesidad de que se haga una mayor divulgación sobre estos procesos, en especial desde el punto de vista social, para lograr una amplia apropiación social del conocimiento, como se adelantan en la universidad con diferentes grupos de estudio e investigación, muchos de ellos liderados por mujeres.
Un proceso que cambió el punto de vista
Diferentes organizaciones periodísticas, centros de educación, ONG y entidades oficiales nacionales e internacionales han abierto espacios para conversar sobre la importancia de la voz femenina en los conflictos armados, no solo la de las víctimas o las combatientes, sino también desde las investigadoras.
En Colombia, la politóloga María Emma Wills Obregón ha dedicado buena parte de su vida académica a la investigación sobre feminismos y memoria histórica, los cuales le permiten afirmar que, desde finales del siglo XX, las mujeres de las ONG y de la academia han impulsado cambios sobre el abordaje del conflicto armado colombiano y han aportado nuevas reflexiones en torno al mismo.
«A raíz de los testimonios de las víctimas y de la reflexión desde la academia y desde el periodismo liderado por mujeres, hoy sabemos que lo que les ocurre a las mujeres en la guerra, que lo que le hacen a sus cuerpos no son daños colaterales, sino que esto es producto de unas condiciones históricas», dijo la académica.
Aseguró que se trata de investigaciones adelantadas con una metodología rigurosa, gracias a las cuales se han puesto en evidencia patrones de comportamiento de los actores armados en contra de las mujeres, que son explicados no solo desde los testimonios de las víctimas, sino también con los análisis de académicas e integrantes de las ONG.
En este sentido, indicó que se trata de voces valientes que cuentan sobre la violencia contra las mujeres y se atreven a cuestionar los relatos oficiales que tienden a minimizar lo que sucede con ellas y a poner en evidencia cómo la sociedad colombiana ha cultivado unas masculinidades tóxicas, que se deben cuestionar si queremos que esta «cultura de violencia» contra lo femenino no se reitere.
«Hay unas pedagogías de las memorias tejidas por las mujeres que demuestran que, de alguna manera, como sociedad, todos somos responsables de esas violencias», enfatizó la investigadora Wills Obregón.