Hasta los 10 000 pies: un cohete UdeA compite en Texas
Hasta los 10 000 pies: un cohete UdeA compite en Texas
«César» es el nombre del cohete que dejará en lo alto el nombre de la UdeA en cielo estadounidense. Por primera vez, un equipo colombiano participa en la categoría de los 10 000 pies de altura de la competencia internacional de cohetería estudiantil más importante del mundo: el IREC —Intercollegiate Rocket Engineering Competition—. El evento se desarrolla hasta este 14 de junio de 2025 en Texas, Estados Unidos.
Se espera que el lanzamiento del equipo colombiano Volta-UdeA sea autorizado entre los días 12 y 13 de junio, debido a condiciones climatológicas adversas. Foto: Cortesia semillero Volta UdeA.
El ingenio de estudiantes de la Universidad de Antioquia llega a nuevas alturas para representar al país en la competencia internacional de ingeniería de cohetes de la Asociación de Cohetes de Sondeo Experimentales —ESRA, por sus siglas en inglés—, que se realiza desde hace 19 años y es una de las competencias estudiantiles más exigentes del mundo.
El semillero Volta, del programa de Ingeniería Aeroespacial de la Alma Máter, es el primer equipo colombiano en participar en la categoría de 10 000 pies de altura, con un cohete con sello UdeA.
Esta competencia, que abarca el diseño y lanzamiento de cohetes experimentales, cuenta con representantes de 21 países de universidades de Estados Unidos, Europa, Asia, Oceanía y América Latina. El equipo de la Alma Máter está integrado por 26 estudiantes entre el segundo y décimo semestre del pregrado de Ingeniería Aeroespacial.
«Es la primera vez que tenemos una presencia colombiana organizada y muy bien representada, y esa relevancia se ve reflejada en ese esfuerzo de juventud que tienen estos estudiantes», destacó el docente Diego Hidalgo López, quien además es el tutor oficial del equipo Volta.
Para estos estudiantes, provenientes del Campus El Carmen de Viboral, fue un reto de meses participar en las etapas preliminares de la competencia, hasta lograr un cupo en la ronda final. Durante el proceso han participado 40 integrantes del semillero —adscrito al grupo de investigación ASTRA— entre estudiantes, docentes y tutores.
«En Colombia, donde el sector aeroespacial aún está en proceso de consolidación, participar en este tipo de eventos no solo representa un reto académico y técnico, sino también una oportunidad para demostrar que desde la academia colombiana y las regiones se puede hacer ingeniería aeroespacial de alto nivel», expresó Omar David Aristizábal Sanmartín, estudiante integrante del equipo Volta UdeA.
El evento final del IREC se lleva a cabo en la ciudad de Midland, Texas, durante toda una semana. El proceso para alcanzar un cupo en el certamen implicó superar varias etapas preliminares que incluyeron entregas de reportes técnicos, revisiones de seguridad y evaluaciones de diseño. De los más de 200 equipos postulados, 146 clasificaron para la competencia.
Los equipos participantes están divididos en diferentes categorías, a partir de dos criterios básicos: la altitud objetivo que puede alcanzar el cohete —para esta edición serán 10 000, 30 000 y 45 000 pies de altura—, además del sistema de propulsión que usen estas naves que pueden usar motores comerciales certificados —COTS— o un motor completamente fabricado por el equipo —SRAD—.
Según el reporte del equipo que representa a la UdeA, su participación será en la categoría de 10 000 pies de altura con sistema de propulsión tipo COTS, es decir, con un cohete que utiliza un motor comercial.
César, un legado que despega
Entre los equipos participantes se encuentran estudiantes provenientes de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Brasil, México, Italia, India, Australia, Alemania, Escocia, Filipinas, Tailandia, Argelia, Colombia, entre otros. Foto: Cortesía semillero Volta.
El cohete «César» lleva este nombre como un homenaje y reconocimiento al legado del profesor César Ocampo, uno de los ingenieros aeroespaciales más destacados de Colombia —quien falleció en 2024—, siendo resaltado por su trabajo en la Nasa, el desarrollo del software para trayectorias espaciales «Copernicus» y la dirección científica del primer satélite colombiano —Libertad 1—, entre otros logros.
«No solo por sus logros científicos, sino por su pasión por la educación, por su empeño en romper barreras y por demostrar que el talento colombiano puede soñar y llegar hasta las estrellas. Nombrar el cohete en su honor es una forma de reconocer su legado y continuar su misión: soñar en grande», destacó Juan Pablo Ramírez Múnera, estudiante de octavo semestre e integrante de la delegación colombiana.
La nave desarrollada por el equipo Volta se construyó bajo la metodología SRAD —Student Researched and Developed—, lo que significa que cada componente estructural y funcional fue diseñado, fabricado e integrado por el equipo con propuestas en los subsistemas de carga útil, aviónica, aeroestructura y recuperación.
El cohete incluye sistemas de aviónica con sensores, GPS y telemetría en tiempo real, además de una carga útil tipo CubeSat, un tipo de nanosatélite autónomo que permite realizar experimentos y mediciones en vuelo, y que simula misiones científicas reales. Además, un sistema de recuperación que incluye paracaídas principal y secundario que permite un descenso controlado del cohete sin daños.
Colombia, un motor con falta de «propulsores» para la aeroespacial
Aunque en el país existen otros equipos que avanzan en el proceso de cohetería deportiva y el desarrollo de cohetes de alta potencia, el semillero Volta es el primero en llegar a una competencia de reconocimiento internacional como lo es IREC; sin embargo, existe aún una brecha importante que debe ser cerrada para llevar a otro nivel esta rama de la ingeniería en Colombia.
A este llamado se suma Ramírez, quien convocó a entidades gubernamentales, instituciones educativas y la industria nacional para que sumen esfuerzos por este tipo de iniciativas científicas, que a su vez inspiren a más jóvenes a creer y participar de la ciencia.
«Uno de los grandes retos que enfrentamos fue la falta de recursos económicos y, aun así, salimos adelante. Por eso extendemos esta invitación: únanse, sumen, apoyen. Para que futuras generaciones lleven sus proyectos aún más lejos y sin obstáculos que limiten su potencial», destacó el estudiante.
Finalmente, desde el programa de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad se destaca el proceso que han tenido los estudiantes como generadores y ejecutores de ideas como esta. «Están dejando cimientos para el futuro. El legado de estos muchachos para las cohortes nuevas del programa, quienes llevarán la bandera y tendrán que salvaguardar el trabajo bien hecho de sus compañeros», apuntó Hidalgo López.
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