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Periódico Alma Máter

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Academia Sociedad

Las aves que «estudian» en la Universidad de Antioquia 

28/04/2025
Por: Ronal Magnum Castañeda Tabares. Periodista de la Direccción de Comunicaciones de la UdeA

Investigadores de la Universidad de Antioquia hicieron una recopilación de la avifauna que habita o pasa por Ciudad Universitaria a partir de un rastreo elaborado entre 1994 y 2025. A partir de los datos recogidos definieron, entre otras categorías, el número de aves comunes, endémicas, casi endémicas y amenazadas a nivel global encontradas al interior de Ciudad Universitaria. Solo en el perímetro universitario se ha registrado una cuarta parte de la avifauna que sobre vuela el Valle de Aburrá. 

El pájaro eufonia gorgiamarilla —Euphonia laniirostris— está entre las especies de aves registradas en el Campus Central de la Universidad de Antioquia. Foto: cortesía Sergio Chaparro Herrera.

Entrar a la Ciudad Universitaria de la UdeA es llegar al hogar de miles de árboles y cientos de especies de aves. No es solo un centro de estudio, sino una de las estructuras ecológicas principales de Medellín. Integra un cinturón verde que colinda al norte con el Parque Norte y el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, y al occidente con el Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador y el Campus Volador de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. A su vez, Ciudad Universitaria está bordeada por la columna vertebral, en términos de corredores verdes, del Río Medellín. Esos corredores y zonas verdes son como autopistas y ciudades para los pájaros.  

En el estudio «Aves del campus central de la Universidad de Antioquia», Medellín, Colombia, publicado en febrero de 2025 en el Boletín SAO, revista científica indexada de la Sociedad Antioqueña de Ornitología, varios investigadores buscaron reconocer presencia de aves en entre 1993 y 2025.  

Los autores del estudio recogieron datos de este y otros artículos y libros que registran la presencia de especies de aves dentro de la Universidad. Asimismo, recogieron información reunida por los propios autores entre 2014 y 2022 y recopilaron información eBird, uno de los repositorios de información acerca de aves más robustos que hay en internet.  

Con todo ese material, hicieron una curaduría de información, triangularon datos para que no existieran registros que se confundieran con otras especies o que estuvieran fuera de su «rango de distribución» geográfica. El resultado de eso fue este estudio que logra, una base de datos histórica, curada y compilada de la avifauna que hasta ahora habita o vuela por el campus central de la Universidad. 

Entre las conclusiones, los investigadores anotan que en la actualidad visitan a la Alma Mater 121 especies, incluyendo una endémica Ortalis columbiana, o guacharaca—, es decir, una especie propia de Colombia; cuatro casi endémicas, o sea, que su mayor población se encuentra en Colombia, pero no se limita a este país Saucerottia saucerottei, o colibri coliazul; Forpus conspicillatus, o periquito de anteojos; Thamnophilus multistriatus o carcajada; y Stilpnia vitriolina, o tangara rastrojera—, y tres especies amenazadas a nivel global Psittacara wagleri, o cotorra frentiroja; Contopus cooperi, o pibi boreal; y Setophaga cerulea, o reinita cerúlea—. Así mismo reportan 25 especies migratorias boreales —vienen del norte de América— y cuatro altitudinales, un tipo de migración de corta distancia que ocurre entre altitudes bajas y altas.  

Las aves que mayor representatividad tienen en la Universidad son los atrapamoscas—familia Tyrannidae—. Como su nombre común lo indica, este tipo de aves consumen principalmente insectos; un visitante conocido en la Universidad de Antioquia es el bichofué —Pitangus sulphuratus—, que frecuenta zonas de comida de humanos. Las segundas ves más representativas son las tángaras —familia Thraupidae—, que se reconocen porque son especies muy coloridas y tienen el pico grueso.  

Para hacer una mejor distribución de los hallazgos, los autores también hicieron una clasificación de las especies basada en la frecuencia de visita: hay 52 especies reportadas como comunes, 27 ocasionales y 42 raras. Por lo tanto, este estudio muestra cuál es esa avifauna y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo. 

Campus verdes 

El campus central en Medellín de la Universidad de Antioquia, conocido como Ciudad Universitaria, es un área de 28,75 hectáreas de las cuales 15,36 —más de la mitad— son de cobertura verde —pasto, árboles, arbustos, palmeras—. Este pulmón verde es una excepción, en comparación con el resto del Valle de Aburrá. De esto puede dar cuenta un estudio elaborado en 2023 por investigadores de las universidades de Antioquia y Nacional de Colombia, sede Medellín, en el que se calculó que el Valle tiene cerca de 80 % de áreas construidas, y un 20 % de áreas verdes —pastos y árboles—.  

No solo en Medellín, sino en todo el mundo, los campus universitarios dentro de las ciudades, por las dinámicas que tienen, se convierten también en pulmones vivos y justo la UdeA, con otras zonas verdes aledañas, sirven o hacen parte de esta estructura ecológica principal de Medellín, una de las urbes más pobladas del país, con una densidad estimada de 6000 habitantes por kilómetro cuadrado. 

Aves migratorias 

Búho orejudo —Asio stygius—, especie encontrada en la UdeA, categorizada como rara, o de baja frecuencia. Foto: cortesía Sergio Chaparro Herrera.

En el reporte de aves que visitan la UdeA se registraron algunas aves migratorias boreales, es decir, las que vienen de Norteamérica.  Su migración se da en las épocas de inverno, lo que hace que disminuya la oferta de recursos alimentarios y bajen las temperaturas al norte de América, por lo que estas vuelan a ambientes tropicales, donde todo el año hay oferta de recursos. 

«Hacen un viaje de 4000 o 9000 km para buscar zonas más tropicales. Llegan a comer mucho para estar preparadas al viaje de regreso, que puede tener paradas o no, según la especie. Lo que hacen es aumentar considerablemente de peso para volver a sus sitios de reproducción; es un ciclo anual. Sin embargo, hay excepciones: en el Valle de Aburrá y en otras zonas del país hay individuos de especies migratorias que no regresan a sus puntos de partida y se convierten en población residente», comentó el investigador Sergio Chaparro Herrera, investigador del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y uno de los cuatro autores que elaboraron el estudio.  

Según el experto, empiezan a llegar al Valle de Aburrá aproximadamente en septiembre, siendo el pico de migración generalmente alrededor de octubre. Regresan de nuevo a sus zonas de reproducción o de origen, más o menos en abril.  

Para hacer estos largos recorridos «muchas se guían por las zonas costeras o por las cadenas montañosas como Los Andes. Estando Medellín ubicada en la esquina noroccidental de Suramérica, es un sitio de obligatorio paso para muchas de las aves que se dirigen, por ejemplo, hacia el oriente de Los Andes —Orinoquia, Amazonia, etc.— El campus ofrece hospedaje y recursos alimenticios para algunas de esas aves migratorias. Es fácil observar a reinitas migratorias —Setophaga— alimentarse de la gran cantidad de insectos en la vegetación. Algunas otras, como los gavilanes cuaresmeros se les observa de paso, y algunas seguro utilizan el campus como un sitio de parada para descansar, como las gallinaciegas migratorias» comentó Juan Luis Parra, profesor asociado del Instituto de Biología, adscrito a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, quién participó con observaciones y ha sido profesor, colega y amigo de los investigadores que publicaron el estudio.  

Otro motivo para visitar a la UdeA 

Mirla ollera —Turdus ignobilis—, especie encontrada en la UdeA, categorizada como común. Foto: cortesía Sergio Chaparro Herrera.

Toda esta información compilada también sirvió para reconocer los servicios ecosistémicos que prestan estos seres vivos. «Los colibríes son grandes polinizadores, algunas aves son dispersoras de semillas, importantes para la regeneración de áreas, bosques. Tenemos también especies depredadoras más grandes, por ejemplo, como los búhos, que ya son controladores de plagas insectos de gran tamaño y roedores», comentó Chaparro Herrera. 

Estudiar y conocer las aves ayuda a entender cuál es el estado en el que se encuentran los ecosistemas, es decir, «en lo que nosotros llamamos es muy buen bioindicador de cómo están esos ecosistemas en un momento dado», indicó.  

Para finalizar, el profesor Parra apuntó que este estudio es importante porque resalta como conocer la biodiversidad local nos informa sobre la calidad del ambiente. «Hoy en día cada vez se habla de áreas urbanas sostenibles, y esa sostenibilidad incluye la calidad del ambiente, que puede medirse de varias maneras: calidad del aire, calidad del agua, y temperatura; pero muchas veces, los primeros indicadores de cambios en la calidad del ambiente son los organismos que están expuestos», señaló el profesor e investigador del Grupo Ecología y Evolución de Vertebrados. 

Como último dato, es bueno recordar que la riqueza de aves reportada en Ciudad Universitaria a 2025 —121 especies— representa el 24% de las especies que hay en el Valle de Aburrá, donde hay más de 500 especies —en Colombia hay registradas 1969 especies—. Quiere decir que una cuarta parte de las especies de aves del Valle de Aburrá se pueden ver, escuchar y disfrutar en la Universidad de Antioquia.  

Líneas de investigación del GEEV 

Actualmente el Grupo Ecología y Evolución de Vertebrados —GEEV— de la UdeA adelanta varios trabajos sobre aves en Antioquia. Entre los temas de mayor interés para el grupo están la distribución geográfica de la diversidad de aves, la bioacústica, enfermedades que portan las aves como la malaria aviar, y su conservación. Desde hace varios años trabaja con EPM en el monitoreo de aves en la zona de influencia del proyecto hidroeléctrico Ituango en el cañón del Río Cauca. También hacen parte del proyecto Atlapetes, que estudia y promueve la conservación del gorrión-montés paisa o montañerito paisa —Atlapetes blancae—, un ave endémica del altiplano de Santa Rosa de Osos, en el norte Antioqueño, donde hay una gran presión de transformación de hábitat.   

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