Cultura

Fotografía principal: El padre Camilo Torres Restrepo. Por: Natalia Piedrahita Tamayo

Marjorie Kisner, Lina María Zapata, Yolanda Izquierdo, Ana Fabricia Córdoba, Rosa Elvira Cely y el padre Camilo Torres Restrepo, son íconos de la lucha social de los colombianos, cada uno en diferentes contextos, pero con un aspecto en común: padecieron el horror de violencias que pusieron fin a sus vidas. 

La artista plástica Martha Lucía Villafañe Martínez genera un ejercicio de memoria a través del arte, en materiales como la platina de hierro doblada y soldada, el vidrio y el mimbre, para establecer siete series de dibujos escultóricos basadas en un homenaje a estos mártires, a su vez están acompañados por elementos propios de la iconología religiosa, como la cruz, el cordero pascual y las palmas de martirio.

“La presencia de los temas religiosos en mi obra es recurrente. Aunque no parezcamos tener piedad o no practiquemos, los colombianos somos muy religiosos, y las imágenes e historias sagradas han permeado nuestra manera de ver el mundo”, explica Villafañe sobre esta exposición que estará instalada en la planta baja del Museo Universitario, MUUA, hasta el 4 de mayo.

La relación de estos mártires contemporáneos colombianos con la sacralidad se refuerza a través un cordero pascual compuesto por flores rojas y blancas, que lleva una cruz de hierro en su centro como pieza del simbolismo cristiano, que representa el paso de las almas de los difuntos al descanso eterno, y que fue elemento principal de ofrendas y sacrificios en el mundo antiguo.

Todas las exposiciones de este ciclo del Museo Universitario tienen como eje conductor la memoria que se teje desde el territorio como resultado de la consolidación de una identidad regional y nacional, “en este sentido la exposición nos permite reflexionar sobre hechos que son muy dolorosos, pero que a través de la representación de Marta Villafañe, se presentan como elementos que permiten la reconciliación y la reconstrucción del país”, declara Mauricio Hincapié Acosta, curador de la colección de Artes Visuales del MUUA.  

Estos personajes son evocados desde detalles de su vida cotidiana como las costumbres y los gustos, entre ellos  los vestidos, los colores, el kepis —en el caso de Lina Maritza, como cadete de la Policía Nacional— y la caja con confites — en el caso Ana Fabricia, quien era vendedora ambulante. “Estas figuras dejaron un vacío imponderable en sus familias, que no han sido del todo reparadas, entonces esta es una oportunidad de devolverles simbólicamente su dignidad a través del arte como mecanismo de memoria.”, expone la artista.

Seis santos reunidos 

Fotografía: Cortesía Museo Universitario.

“Las personas que han sufrido tanto se convierten en un símbolo y nos visitan en el recuerdo”, declara Villafañe, por ello retomó la idea de hacer tiras de santos, propias del arte bizantino y del gótico, para reunir a estas figuras y convertirlas en íconos. 

Marjorie Kisner Mira fue una sicóloga de 34 años que trabajaba con el programa de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín, apoyó el proceso de reinserción de desmovilizados en Medellín y fue asesinada por uno de los criminales que trató en su trabajo en la cárcel.

Lina Maritza Zapata, cadete de la Policía Nacional, había denunciado la red de prostitución conocida como comunidad del anillo. Fue encontrada muerta en su escuela de cadetes, un día antes de ser ascendida a alférez, presuntamente por suicidio. Tras los análisis de la Fiscalía Nacional, no se encontraron rastros de pólvora en sus manos. Aún sigue impune el caso y no se sabe quién la asesinó.

Yolanda Izquierdo Berrío fue una líder portavoz de los derechos de aproximadamente 800 familias colombianas que luchaban por la restitución de sus tierras en el departamento de Córdoba. Fue asesinada por la directora de una fundación que expropiaba tierras ilegalmente en la región.

Ana Fabricia Córdoba Cabrera había perdido a su hijo y a su esposo en Urabá, como producto de la violencia paramilitar de la zona. Fue obligada a salir de la región tras la amenaza a la vida de sus otros hijos. Sin embargo desde Medellín continuó liderando a las comunidades desplazadas. A pocos días de denunciar actividades armadas ilegales ante la Mesa Metropolitana de Derechos Humanos, la mataron en un bus.

Rosa Elvira Cely fue una madre soltera que trabajaba vendiendo dulces afuera del Hospital Militar de Bogotá para costear su vida, la de su madre y su hija. En las noches estudiaba el bachillerato y quería ser sicóloga. Tras aceptar una invitación a salir después de clases con dos de sus compañeros, fue ultrajada, violada y asesinada por uno de ellos. La Secretaría de Gobierno de Bogotá declaró que fue culpable de su propia muerte, porque presumía que ella sabía que su compañero tenía conductas peligrosas. 

A estas cinco mujeres las acompaña la figura del cura y sociólogo Camilo Torres Restrepo, uno de los íconos más representativos de la revolución por la justicia, quien tras once años de sacerdocio dejó su vida espiritual y tomó las armas para combatir la burocracia y la desigualdad. En su primer enfrentamiento con el Ejército Nacional cayó muerto.  

“Los colombianos olvidamos fácilmente, incluso los asuntos que sucedieron hace un año o seis meses, tenemos gran capacidad de olvido”, declara Villafañe. En ese sentido el establecimiento de este santoral colombiano permite sacralizar el dolor de seis figuras martirizadas y propone la recuperación de memorias de las víctimas como ruta para reflexionar sobre la historia de Colombia y no repetirla.