Los manglares también alimentan a la humanidad
Los manglares también alimentan a la humanidad
Colombia cuenta con manglares de diferentes tipos en el mar Caribe —se destacan los de Urabá y de la Ciénaga Grande de Santa Marta— y en el Pacífico —donde sobresalen los cercanos a Buenaventura—; en ellos se adelantan estudios constantes que ratifican la importancia de este ecosistema para el planeta. Su papel en la cadena de nutrientes para una gran variedad de especies, incluida la humana, es fundamental.
Algunas comunidades habitan en los manglares de Urabá y aprovechan sus recursos para su subsistencia. Foto: Juan Felipe Blanco
El Aratus pisonii, conocido vulgarmente como cangrejo araña, arbóreo y de mangle, o como pastelero en Urabá, es una especie de crustáceo que encontró en los manglares del Caribe —desde Florida, Estados Unidos, hasta el norte de Brasil— y del Pacífico —desde Nicaragua hasta Perú— el ecosistema más adecuado para su subsistencia.
En la región del golfo de Urabá es común ver a estos pequeños omnívoros —los machos miden alrededor de 2 centímetros y las hembras menos— devorar hojas de mangle, parte de las cuales caen a las aguas cenagosas de este entorno donde se descomponen y generan nutrientes para las plantas y los microorganismos, así como para los peces y crustáceos que tienen allí sus criaderos y que también se alimentan de las larvas y de los adultos de esta especie, lo cual hace del manglar un hábitat variado y esencial para la alimentación de las poblaciones humanas cercanas.
Esta es una de las conclusiones de la investigación de Luis Alejandro Sandoval Londoño, biólogo marino y doctor en Ciencias Marinas de la UdeA, quien lleva unos trece años estudiando las cadenas alimenticias en los manglares de Urabá y describió la importancia de este ambiente para la alimentación de peces de relevancia ecológica y comercial.
«Esta es una de las hipótesis que se ha señalado desde hace años: los manglares son una fuente que soporta la pesca de peces y camarones en varias partes, por ser un ecosistema muy productivo que puede albergar muchas especies. Pero esta hipótesis no se había comprobado directamente y no teníamos evidencias científicas de esto en la región. Entonces me pregunté: ¿qué pasa con los manglares de Urabá, que son tan diferentes a los de otras zonas del Caribe?», informó Sandoval Londoño.
La investigación se realizó, en escala amplia, en la región del golfo de Urabá, y para ella se describieron las áreas de los manglares y se sobrepusieron con las zonas de pesca; de esta manera se estableció, con datos verificables, que algunas especies de mayor interés pesquero de esta región se encontraban dentro o cerca de dichas zonas. Entre ellas, el chivo cabezón y la anchoa, muy comunes en las bocas del Atrato.
Un papel poco estudiado
La investigación se desarrollo en una amplia zona del golfo de Urabá, incluida la zona donde confluyen el río Atrato y el mar Caribe. Foto: Luis Alejandro Sandoval
El investigador Sandoval Londoño precisó que en su estudio se incluyó toda la cadena trófica, es decir, no solo la alimentación de peces infantiles y juveniles con microrganismos procedentes de la descomposición de los mangles, sino también de especímenes adultos con individuos pequeños que, a su vez, sustentan la pesquería que abastece a las comunidades humanas asentadas allí e, incluso, les sirve para el comercio.
«A partir de ahí hicimos un análisis químico con carbono y nitrógeno para mirar si la materia que produce el manglar se incorpora en los peces vía la cadena trófica, en el delta del río Atrato, donde más manglares hay en el Golfo, y encontramos que, efectivamente, muchos de estos peces están incorporando la materia orgánica de la planta, de ellos el más importante en la pesca de la región es el róbalo», explicó el investigador de la Alma Máter.
Lo anterior es novedoso, toda vez que en los manglares del Caribe no se tenían evidencias del aporte de estos árboles a las cadenas alimenticias, además porque la mayoría de las investigaciones de años recientes sobre este ecosistema se han enfocado en su gran capacidad de retención de dióxido de carbono (CO2), seguido de otros aspectos como su aprovechamiento forestal y su atractivo turístico, así como su potencial medicinal y energético.
Por eso, esta investigación será una de las ponencias que presentará Colombia en el sexto Congreso Mundial sobre Manglares que se hará en Cartagena en julio próximo (véase recuadro).
José Ernesto Mancera Pineda, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, que lidera el grupo de investigación Modelación de Ecosistemas Costeros, fue uno de los codirectores de la tesis de Sandoval y señaló que la técnica usada es la de isótopos estables, que se emplea habitualmente en investigaciones sobre el agua, ambientales o para la evaluación de la nutrición, entre otros temas.
Al resaltar la relevancia de este tipo de estudios, el docente señaló que «lo que más nos interesa es la diversidad que hay dentro de los bosques de manglar, hay mucha variedad, lo cual es muy importante para el manejo que le podemos dar, porque diferentes tipos de esta planta generan diferentes bienes y servicios».
El investigador destacó la resiliencia de estos ecosistemas, pues los estudios han mostrado que se restauran más rápido que los bosques de otras especies al verse afectados por alteraciones naturales, aunque cuando son talados para la realización de obras de infraestructura el manglar no se recupera, lo cual es muestra de su fragilidad.
«A los manglares hay que entenderlos como un motor de desarrollo, dejar de mirarlos como esos lugares que huelen feo, donde hay mosquitos y material en descomposición, debemos mirarlos más como unos lugares de servicio, propicios para la captura de carbono o que sirven para la pesca», subrayó el profesor Mancera Pineda.
Un evento mundial sobre este ecosistema
El sexto Congreso Mundial de Manglares —Sixth Mangrove Macrobenthos and Management Meeting o MMM6— es una reunión de académicos autodenominados «manglarólogos», quienes este año se reunirán en Cartagena de Indias, entre el 24 y el 28 de julio, donde se espera una amplia asistencia para conocer unas 440 ponencias de investigadores de todo el mundo.
«Esto empezó como una reunión de amigos en el año 2000, en Mombasa, Kenia, en la que participaron unas 30 personas, lo cual muestra no solo el crecimiento de la comunidad científica alrededor de estos ecosistemas frente a otros considerados más carismáticos, como los arrecifes coralinos», recordó el profesor Juan Felipe Blanco Libreros.
Este docente de biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, junto con el profesor José Marín Riascos, profesor en la Sede Ciencias del Mar, en Turbo, son integrantes del equipo organizador del Congreso en representación de la UdeA, por su amplia experiencia en el estudio de los manglares. En el Comité Científico hay 11 investigadores nacionales y 27 de otros países de América, Europa, África, Asia y Oceanía, y es presidido por el profesor Blanco.
«De los 440 trabajos recibidos se acordó que 130 se presenten de manera oral, en dos salas concurrentes, y el resto de los trabajos serán en modalidad póster en varias sesiones en los cinco días del congreso; algunas de ellas tendrán la oportunidad de ser incluidas en charlas relámpago para que en tres minutos digan qué es lo más importante de su investigación e invitar a ahondar sobre esa ponencia», indicó el docente Blanco.
Los interesados pueden acceder a la página del congreso en este enlace: https://mmm6.co/, donde, por ahora, se encuentra la información sobre el evento y con posterioridad estarán las memorias y sinopsis de las ponencias. También existe información sobre el precongreso que se realizará en la Ciénaga Grande de Santa Marta.
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