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Fotos: archivo Programa de Inducción a la Vida Universitaria. 

A las seis de la mañana el sol asoma tímido entre el fragoso verdor del Valle de San Nicolás, el fino pasto aún conserva el rocío de la madrugada dando una apariencia de un tapete verde con delicadas luces, del cual emerge un penetrante aroma a campo. Desde las colinas de las diferentes veredas de El Carmen de Viboral, empiezan a descender los primeros campesinos, unos con sus productos para llevar al mercado central y otros se disponen a trabajar la tierra de donde sacan productos para su subsistencia y comercialización: papa, fríjol, tomate, lechuga y uchuvas. 

Camilo Arias despierta con las primeras luces del alba como lo hace todos los días de la semana, eleva una oración y planea meticulosamente su día. Por su cabeza desfilan las responsabilidades y tareas que debe realizar. Él sabe que el camino de sus sueños requiere disciplina, pasión, coraje y preparación. Es viernes, y mientras doña Lina Castañeda le prepara el desayuno, ya Camilo tiene en su mente cuánto tiempo le dedicará al trabajo, al estudio, a estar con su familia y amigos.

A las siete de la mañana junto a su padre se dirige a una pequeña granja en la que cultivan la tierra, el principal medio de subsistencia para él y su familia. Este joven ama la vida de campo y sabe lo que significa el esfuerzo diario. Una vez finalizada sus labores agrícolas, se dirige a la institución educativa El Progreso donde cursa último grado de secundaria. Hoy recibe una de sus clases favoritas, las matemáticas, que siempre le han apasionado y siente que son necesarias para cumplir su sueño de ser un Ingeniero de Sistemas. 

A las seis de la tarde finaliza su jornada académica y se dispone a encontrarse con sus amigos para departir un momento de risas y “relajo”. Pero antes, repasa el módulo de competencia lectora del Programa de Inducción a la Vida Universitaria –PIVU- que realiza gracias a un convenio que hizo su municipio con la Universidad de Antioquia. Cami, como lo llaman sus amigos, tiene claro que el tiempo es oro y que debe aprovechar cualquier momento para leer y repasar. Esto lo aprendió en el curso de metodología de estudio: “me parece que fue un curso muy valioso porque allí nos enseñan a organizar el tiempo para hacer más efectivo el estudio”.

Alrededor de 150 estudiantes del grado once de El Carmen de Viboral y 1.300 en todo el departamento, han tenido la posibilidad de acceder al PIVU en 2016, un programa pensado por la Universidad de Antioquia y coordinado por la Dirección de Regionalización para fortalecer las competencias académicas de los jóvenes en áreas tales como razonamiento lógico, competencia lectora, metodología de estudio y orientación vocacional. 

De acuerdo con la coordinadora de este programa, Adriana Arango, “el programa orienta sus esfuerzos para cualificar aspirantes de las regiones con competencias necesarias para el ingreso a la vida universitaria. Así mismo, mejorar los indicadores de ingreso aprovechando los recursos institucionales en las regiones del Departamento”.

En los dos últimos años, el 47% de los estudiantes que realizaron el PIVU ganaron el examen y el 37% de ellos quedaron en condición para llevar a cabo el Programa Nivel Cero y optar por un cupo a la Universidad.  

Un joven con aspiraciones

Camilo Arias es incansable, su obstinación y convicción la heredó de sus padres y sabe que serán sus aliados en su proyecto de convertirse en un profesional exitoso. Él se describe como un hombre responsable, inteligente y amigable a pesar de que solo tiene 17 años.

El pasado 18 de octubre presentó por primera vez el examen de admisión para ingresar a la Universidad de Antioquia, está convencido de que va a pasar y sobre todo que lo aprendido gracias al PIVU fue clave para sentirse confiado, seguro y preparado a la hora de enfrentarse al examen. Asegura además que lo que más le gustó del programa es que fue algo nuevo para los estudiantes, incluso asevera “me sirvieron mucho más los contenidos vistos en los módulos del PIVU, que lo que he aprendido en mi institución. Personalmente me gustó mucho el curso de razonamiento lógico y esto ha hecho que le coja más gusto a las matemáticas y las aprenda más fácil”. Agrega que también disfrutó mucho el curso de competencia lectora, “la vida está rodeada de textos y es importante aprender a interpretarlos no solo para el ámbito académico, sino también para lo social y lo personal”.

Si pasa a la Universidad, tiene claro que en cinco años se ve graduándose como Ingeniero de Sistemas. El curso de orientación vocacional le dio la certeza que le faltaba para definir que ese era su campo profesional. Se visiona trabajando en una gran empresa y haciendo una especialización fuera del país.

Cuestión de método

Es un sábado del mes de agosto y por las ventanas del bus, Gustavo Adolfo Zapata observa los cafetales que adornan y dan vida a las montañas a lado y lado de la carretera que conduce al municipio de Andes. El alborozo en la plaza principal, la alegría de los campesinos, los paisajes pintorescos y discontinuos, la música popular y el folclor local, son algunas de las cosas que este Licenciado en Matemáticas y Física de la Universidad de Antioquia e Ingeniero Civil de la Nacional, ama de la vida en los pueblos. 

Pero una de sus verdaderas pasiones es formar jóvenes para la vida universitaria, por eso semestre a semestre dedica buena parte de su tiempo libre a dictar cursos de metodología de estudio y razonamiento matemático en diferentes municipios de Antioquia, labor que desarrolla desde el año 2008.

Son las nueve de la mañana y Gustavo entra a la institución educativa La Ceiba, donde lo esperan 50 jóvenes del grado once, algunos de ellos con el ánimo intacto, con las pilas puestas como si fuera lunes, y otros aún hacen su máximo esfuerzo para aprestarse a cuatro horas de razonamiento lógico; en los ojos de muchos jóvenes se refleja el cansancio de la semana, muchos estudian al tiempo que desempeñan trabajos en el campo, en su hogar o en empresas de la región. Gustavo tiene claro que no será fácil cautivarlos para el estudio de la lógica y las matemáticas, y menos un sábado a esa hora, pero piensa que todo es cuestión de método.

“Cuando conocí el Programa de Inducción a la Vida Universitaria y vi que tenía la posibilidad de ayudarle a otros muchachos a que no vivieran esa misma experiencia que tuve yo, de llegar al examen de admisión en blanco y sin tener un horizonte tan claro, entonces quise ayudarle a otros chicos a que tuvieran, al menos, más información y estuvieran preparados para presentarse y acceder a la universidad”, anota el profe, como lo llaman sus alumnos.

Gustavo cree que lo primero que deben aprender los estudiantes es la disciplina. “Uno no puede pretender que en un curso de 46 horas va a suplir todos los vacíos del colegio porque es muy difícil, ahí lo importante es ayudarles a que sean disciplinados, que sean muy autónomos y que aprendan a potenciar el conocimiento que tienen para que lo enfoquen y lo puedan aplicar en el examen de admisión”.

Este licenciado e ingeniero sabe que los jóvenes llegan con muchos vacíos a enfrentar el tránsito a la vida universitaria, por lo que valora positivamente este programa de educación precedente y el esfuerzo que hace la Universidad de Antioquia por llegar a la educación media para allanar el camino hacia la superior. Casi diez años dictando cursos en el PIVU le han permitido conocer de cerca las debilidades y falencias que tienen los chicos al momento de presentar el examen de admisión.

De todos modos, como él mismo señala, todo trabajo arduo tiene su recompensa. “en una ocasión tuve un estudiante de Yarumal que quería presentarse a Medicina. Inicialmente lo vi con muchas falencias y él se me acercaba a preguntarme si creía que iba a pasar, entonces obviamente yo tenía que motivarlo mucho, darle mucho ánimo y buenas herramientas para el momento del proceso de admisión. Unos meses más tarde me enteré que pudo pasar e incluso me lo he encontrado varias veces en la Universidad y eso me llena de alegría”.

Este profesor considera que dos grandes retos del programa de cara al futuro son ir adaptando su metodología a las dinámicas de vida de las nuevas generaciones para cautivarlos y despertar su interés. Así mismo se requiere un mayor apoyo institucional, concentrar más esfuerzos para que el programa llegue a más municipios y regiones, y se le dé la importancia que realmente merece en toda la cadena de valor de la educación.