«Vapear» nubla la salud mental
«Vapear» nubla la salud mental
Antioquia es uno de los departamentos en los que hay más usuarios de vapeadores —según cifras del Dane—. El uso de estos artefactos es cada vez más frecuente, sobre todo entre los jóvenes quienes buscan una alternativa «sana» para lidiar con el estrés y la ansiedad. Sin embargo, tras la aparente solución se esconde el riesgo de caer en un hábito en el que no se necesita de una sustancia psicoactiva para desarrollar una adicción.
Prohibir la venta a menores de edad, obligar a tener etiquetado de advertencia y prohibir su uso en espacios cerrados, son algunas de las restricciones consignadas en el proyecto de ley 335, aprobado por el Congreso de la República, para regular el uso de vapeadores en Colombia. Foto: Freepik
«Uno sí siente que lo necesita, lo usaba con mucha frecuencia. Se volvió como un ritual y en cualquier momento del día, cuando estaba muy estresada o sentía ansiedad, lo sacaba, le daba tres o cuatro “caladas” y listo, seguía con mi vida», narró Brenda Montoya Baldrich, una joven de 23 años, estudiante de Medicina de la UdeA, quien buscó en el vapeador una solución «menos dañina» para lidiar con su trastorno mixto de ansiedad y depresión. Así se topó con un hábito que no necesita una sustancia estimulante para generar adicción.
«Es que estoy dejando el cigarrillo», «esto no hace daño, aparte sabe y huele rico», «peor que el cigarrillo no puede ser», son algunos de los argumentos de quienes justifican el uso de los vapeadores o cigarrillos electrónicos; artefactos que, aunque relativamente nuevos en el mercado, son usados especialmente por la comunidad joven. Esta práctica en auge está en el foco de investigadores de la salud quienes siguen realizando estudios para determinar los efectos nocivos que «vapear» puede causar en la salud humana.
«Casi que podía sentir cómo el vapor me llegaba a los pulmones, era una sensación de frescura que me permitía tener una pausa y distraer la cabeza para luego concentrarme», cuenta la misma Brenda. A ella, la tensión ocasionada por estudiar y trabajar la llevó a usar el vapeador como una «solución sana» para controlar sus crisis de ansiedad, pero lo que halló fue un hábito adictivo que, irónicamente, la condujo a desarrollar más episodios de ansiedad cuando por alguna circunstancia no podía vapear.
Edad de iniciación
En Colombia, la edad promedio en la que los adolescentes inician el uso de vapeadores es a los 14 años, de acuerdo con el Estudio Nacional de consumo de sustancias psicoactivas en población escolar realizado en 2022 por el Ministerio de Justicia y del Derecho, el Observatorio de Drogas de Colombia y el Ministerio de Educación Nacional.
Sin embargo, la atención se ha centrado en las afecciones físicas, principalmente las que involucran al sistema respiratorio y cardiovascular, pero, y ¿la salud mental? Según Jorge Guillermo Soto Vega, especialista en psiquiatría infantil y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, existe evidencia de que algunos trastornos psiquiátricos se asocian más al uso del vapeador. «Tener depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastornos de la alimentación o trastorno de la conducta, puede predisponer al uso de vapeador tanto por el mal control de impulsos, propio de estos diagnósticos, como por la búsqueda de automedicación para calmar síntomas que generan malestar y que, por sí solos, no logran controlar quienes los padecen», explicó Soto.
Más adictivo que el cigarrillo
La ley 2354 de 2024, firmada por el Presidente el miércoles 15 de mayo, busca contribuir a garantizar los derechos a la salud de los habitantes del territorio colombiano, especialmente la de los menores de edad y la población no fumadora, regulando el consumo, venta, publicidad y promoción del uso de cigarrillos electrónicos. Foto: Freepik.
Más allá de la diversidad de sabores y olores en las glicerinas líquidas ofertadas en el mercado para vapear y del imaginario de mayor aceptación en un círculo social por realizar esta práctica, el uso frecuente del vapeador se relaciona comúnmente con la falsa creencia de que si el líquido para el vapeador no contiene una sustancia psicoactiva como la nicotina o el THC — tetrahidrocannabinol, ingrediente psicoactivo principal en el cannabis—, entonces no hace daño y no genera adicción.
«Compré el vapeador sin nicotina, justamente porque no quería desarrollar una adicción; sin embargo, aspirar el solo vapor de glicerina era satisfactorio, sobre todo por el sabor, era más como el estímulo sensorial que generaba», afirmó Montoya.
Las pocas restricciones en las zonas de «vapeo», por ejemplo, propician una mayor aceptación social de esta práctica y otorgan una falsa seguridad del uso de vapeadores, por lo que se da pie a más oportunidades para usar estos artefactos con naturalidad, fortaleciendo la creación de dicho hábito adictivo.
El 61 % de los jóvenes entre 12 y 18 años consideran que fumar cigarrillos «frecuentemente» representa un gran riesgo para la salud, mientras que esta misma percepción del riesgo aplicada al uso de vapeadores solo llega al 42 % (Ministerio de Justicia y del Derecho y de Educación Nacional).
«Uno de los mitos entre la gente es que vapear no genera dependencia cuando no contiene nicotina ni otras sustancias adictivas. Tuve una paciente que llegó diciéndome que cuando se va a trabajar y se le queda el vapeador en la casa siente palpitaciones, dolor en el pecho y se le disminuye la respiración. Le da tanta ansiedad que tiene que enviar a alguien para que lo recoja y se lo lleve porque no aguanta la necesidad de vapear», comentó la doctora Paula Andrea Castaño Arias, médica toxicóloga del Hospital Alma Máter de Antioquia y docente de las facultades de Medicina y Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la UdeA.
En este orden de ideas, si a la ecuación del vapeo se le suma la presencia de la nicotina u otra sustancia psicoactiva, la probabilidad de desarrollar una adicción puede ser mayor a la de fumar cigarrillo. «Aunque se cree que en la mayoría de los dispositivos hay menores concentraciones de nicotina que en el cigarrillo, el uso del vapeador puede ser más constante porque es permitido en espacios sin restricción y no deja olor en la ropa o en la piel, lo que incentiva el uso habitual», afirmó Soto.
«Ya hay estudios que indican que el uso del vapeador aumenta la probabilidad, hasta seis veces más, de consumir cigarrillo. Además, existe un mayor riesgo de consumo de alcohol, marihuana, anfetaminas y 2CB en usuarios de vapeador». Guillermo Soto.
Por otro lado, Héctor Julián Pérez, docente de la Facultad de Medicina de la UdeA y toxicólogo clínico del Laboratorio Integrado de Medicina Especializada —Lime—, añadió que cualquier sustancia psicoactiva causa mayor daño al cerebro entre más joven se inicie su consumo y aumenta la probabilidad de generar una adicción a más largo plazo.
«En la adolescencia, consumir cualquier sustancia que tenga potencial adictivo, como la nicotina, por ejemplo, significa un mayor riesgo de desarrollar adicción debido a que en esa etapa aún se están estableciendo conexiones cerebrales, sobre todo del sector frontal, el encargado del control de impulsos, la racionalidad y la capacidad de proyección», explicó Pérez.
Según Soto, si bien el ideal es no usar el vapeador, si ya se hace se debe prestar especial atención a la motivación que llevó a esa decisión, para así minimizar el peligro de adicción.
«Las señales a las que se deben prestar atención son: si se está usando el vapeador para controlar la ansiedad, el estrés, el insomnio o el apetito; si se está consumiendo en lugares y momentos inapropiados a pesar de las restricciones o advertencias; si existe una obtención inadecuada de dinero con el objetivo de comprar el dispositivo y si se presenta un aumento de ansiedad por consumir, irritabilidad o alteraciones emocionales frecuentes y evidentes», explicó Soto.
Educar para regular
Los tres expertos consultados coinciden en que no se trata de determinar si es más peligroso fumar o «vapear», pues ambas prácticas son perjudiciales para la salud física y mental, por lo que es primordial que se desincentive su consumo a través de la educación y los argumentos científicos. No desde el miedo y la alarma.
«La estrategia de marketing de estos vapeadores está muy dirigida a llamar la atención del público joven y presentarlos como sofisticados e inofensivos. Se debe controlar cómo se está accediendo a estos vapeadores porque hay una poca percepción de riesgo de su uso por parte de los más jóvenes», manifestó Pérez.
Regulación en Colombia
Con la aprobación de la ley 2354 de 2024, Colombia se sumó a los 21 países de las Américas que, según la OMS, regulan de algún modo los sistemas electrónicos de administración de nicotina, como los cigarrillos electrónicos y los vapeadores.
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