Z7_89C21A40L06460A6P4572G3304
Clic aquí para ir a la página gov.co
Emisora UdeA
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3305

Opinión

Z7_89C21A40L06460A6P4572G3307
UdeA Noticias
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3386
Opinión

Importancia de la filosofía en el bachillerato, a propósito de la situación española

12/01/2022
Por: Yonatan Durán Maturana, Egresado de Historia, UdeA

«... La importancia de la filosofía —más precisamente, de las filosofías— radica en su capacidad crítica, ante el avance de los tres pilares ideológicos de nuestro tiempo, a saber, las ideologías políticas, las ideologías religiosas y las ideologías científicas..»

La Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE) o Ley Celaá, que elimina de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) la asignatura de Filosofía, generó a finales del año pasado enormes debates en España. Con esta ley, se suprimen las asignaturas de Filosofía y Ética para la ESO y se cambia de «Filosofía» a «Historia e Historia de la filosofía» en el bachillerato. ¿Qué significado pueden tener estos cambios para el saber filosófico de una Nación?

Me parece que la cuestión puede plantearse de la siguiente manera: ¿por qué las sociedades actuales, y particularmente la colombiana, deben defender la filosofía no ya solamente para el bachillerato sino también para la enseñanza universitaria?

Si no me equivoco, todos aquellos que hayan tenido un trato con la filosofía estarían de acuerdo con su presencia en el bachillerato. La cuestión se complica cuando se nos pregunta por las razones: porque es muy probable que, habiendo convenido con su defensa, sin embargo, las justificaciones sean muy diversas, e incluso contrarias. Me parece que la filosofía, que implica necesariamente la historia, debe ser inexcusable en el bachillerato.

La mayoría de las defensas de la filosofía en la prensa parecen justificar su presencia en el bachillerato argumentando que esta sirve para «enseñar a pensar» —como si la asignatura de matemáticas, la de biología, la de química, la de física o la de historia no nos enseñaran a pensar—, porque es el amor al saber —la filosofía no es mero amor al saber, es ella misma un saber, que se hace y trata del presente—, porque sirve para pensar críticamente, o cosas parecidas. Debemos especificar, pues, en qué consiste ese pensar y ese criticar.

Debido al puesto que ocupan las técnicas, las tecnologías y las ciencias en las sociedades del presente, el lugar de la filosofía es ínfimo. El desarrollo incesante de esos tres componentes hace que la cuestión de la importancia de la filosofía se plantee en términos de utilidad inmediata. Me parece que plantear las cosas en esos términos distorsiona la cuestión.

Ante todo, porque el término utilidad no es unívoco, sino análogo. Se trata de un concepto funcional que necesita parámetros. Al pretender determinar la utilidad del saber filosófico con los criterios del saber técnico, tecnológico o científico, tergiversamos el valor de la filosofía, pues aquí la utilidad opera en una escala distinta. Todavía más: el saber filosófico antes que ser útil, es necesario en sí mismo para la formación de los ciudadanos.

Tampoco se trata de una defensa meramente gremial, en la que el gremio de los «profesores de filosofía» justifique su existencia. Porque la filosofía se cultiva también al margen de cualquier gremio institucional o profesional, recordamos que las grandes figuras —Descartes, Espinosa, Bacon, etc.— de la Época Moderna no fueron profesores de filosofía.

Ahora bien, por mi parte, justifico la presencia de la filosofía en el bachillerato en lo que ella tiene de saber crítico, no en lo que tiene de saber enciclopédico —de ejercicio doxográfico—. La crítica entendida en su forma de filosofía crítica o filosofía sistemática: que parte de los problemas del presente en marcha y los trata sistemáticamente desde ciertas coordenadas acudiendo, por supuesto, a la tradición, no eclécticamente. La crítica no es un mero «negativismo» o «afán de discutir», la crítica aparece en el momento de explicar los fenómenos realmente existentes.

La importancia de la filosofía —más precisamente, de las filosofías— radica en su capacidad crítica, ante el avance de los tres pilares ideológicos de nuestro tiempo, a saber, las ideologías políticas, las ideologías religiosas y las ideologías científicas. Insisto, crítica en el tratamiento sistemático de los contenidos que esos tres componentes del mundo nos ofrecen. Y esto implica estar al tanto de esos contenidos.

La filosofía crítica también es importante en la medida en que es necesaria para superar la «conciencia ingenua». Pues la superación de la «conciencia ingenua», que solo es posible por la crítica histórico-dialéctica, parece tanto más urgente en un país y en una época como los nuestros en donde el oscurantismo y el confusionismo, aplicados a los más diversos materiales, quieren pasar por el verdadero punto de vista crítico.

Pero la filosofía nos permite hallar también las conexiones necesarias en las cosas sencillas: acaso porque aquellas cosas más humildes nos permiten encontrar, si es que sabemos buscarlas, las ideas más profundas. Y, en la medida en que el bachillerato está engarzado con la propia vida, el pensar filosófico dentro de él es también un hacerse de la vida, en tanto implica antes que un ser, un estar en el mundo.

Finalmente, como el bachillerato mantiene la forma de la estructura a la que pertenece, y no necesariamente porque se asemeja a ella o porque la reproduzca (que también, al modo de fractal), sino porque está lógicamente determinado por ella, la filosofía «brota» de la misma sociedad. Esa estructura es, pues, la Nación. Y por eso, la importancia de la filosofía en el bachillerato es, por extensión, para la Nación. Pero es que, aunque se elimine formalmente la asignatura de filosofía, no se dejará de hacer filosofía en él; hay que discutir el tipo de filosofía que se haga.

En suma, la filosofía es importante en el bachillerato no tanto porque el porcentaje de futuros filósofos vaya a incrementarse, sino porque las experiencias sociales, personales o profesionales determinarán y conformarán luego la conciencia filosófica, una especie de «filosofía personal». Por tanto, el cultivo de la filosofía en el bachillerato es para la posteridad, para incorporarse en la sociedad no ya en calidad de filósofo, sino de ciudadanos.

Y así, si quisiéramos responder a la pregunta ¿para qué sirve la filosofía? Diríamos esto: que acaso sirve para que en el concierto público —o para decirlo con Homero (Odisea, Canto I, 64), cuando sus palabras se les escapan del arco de los dientes— los comerciantes, los políticos, los periodistas, los carpinteros, los zapateros, las amas de casa y, en general, los ciudadanos puedan defender sus opiniones; siguiendo aquella máxima platónica: «Las opiniones verdaderas, mientras permanezcan quietas, son hermosas y realizan todo el bien posible. Pero estas opiniones no convienen en permanecer en su lugar por mucho tiempo y escapan del alma humana: por lo tanto, no valen mucho hasta que no hayan sido vinculadas por un razonamiento que las explique» (Menón, 98a).


Notas:

1. Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

2. Si desea participar en este espacio, envíe sus opiniones y/o reflexiones sobre cualquier tema de actualidad al correo mediosdigitales@udea.edu.co con el asunto «Columna de opinión: Título de la columna». Ver criterios institucionales para publicación.

Z7_89C21A40L06460A6P4572G3385
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3387
Z7_89C21A40L06460A6P4572G33O4
Z7_89C21A40L06460A6P4572G33O6
Lo más popular
Z7_89C21A40L06460A6P4572G3340