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Obsolescencia humana

05/11/2021
Por: Filanderson Castro Bedoya, estudiante de Psicología Seccional Oriente UdeA

«...  ¿Qué haremos cuando la tecnología sea quien nos reemplace por completo? ¿Cuándo los sistemas inteligentes hagan todo cuanto sea necesario en el mundo? ¿Pelearemos por nuestra utilidad contra algoritmos y cadenas de bloques?...»

Resulta paradójico unir estas dos palabras, a pesar de que sea el ser humano el mayor productor de obsolescencia en el mundo, más allá de la durabilidad de esta frágil existencia que nos rodea y en la cual nos vemos obligatoriamente inmersos, somos principales manufactures de elementos que intencionalmente caducan a nuestro antojo, bien sea para aumentar los ingresos que obtenemos por ellos o porque definitivamente no podemos alargar más su vida útil.

La obsolescencia, programada o natural, nos rodea, hace parte de nuestros día a día, la vemos constantemente en los elementos que necesitan reparaciones, en los que ya resulta muy engorrosa su utilización, que han sido reemplazados por otros más prácticos o que definitivamente ya se echaron a perder, esta obsolescencia, sin mencionar la propia muerte, siempre ha sido externa a nosotros, quizás porque no hemos estado preparados para aceptarlo o porque hemos disfrazado la forma de denominarlo, sin embargo, somos obsoletos, al menos lo seremos en algún momento de nuestra vida.

¿Está preparado el ser humano para aceptar su obsolescencia? El sistema de consumo que domina la sociedad global ha acercado a los individuos a la denominación de producto cada día un poco más, somos cifras en una economía mercantil extensiva en la cual lo que cuenta es la utilidad, la productividad.

No hay mucha resistencia frente a ello, al final a cambio de la utilización de aquello que somos, obtenemos un poco de “felicidad”, si es que sabemos que sea eso, al menos podemos llamarlo alegría, pero ¿tenemos con claridad en nuestra mente la certeza irremediable de la inutilidad?

Muchos se preparan durante su vida productiva para enfrentar ese periodo de obsolescencia, acumulando recursos que le permitan continuar sobreviviendo un poco más, muchas veces a cambio de un esfuerzo de uso mayor, surge entonces la pregunta ¿Acaso cuando queremos que un objeto conserve por más tiempo su utilidad, lo utilizamos mucho más?

Corremos tras un logro inalcanzable, bajo un ideal de éxito inexistente, somos quienes caminan hacia un lugar que no tenemos fijado y por ello jamás llegamos, un destello de luz que viaja a la nada.

Al menos hasta ahora ha sido medianamente sostenible la existencia, hemos logrado disfrazar nuestra inutilidad para el sistema, sea por vejez, sea por enfermedad, la hemos cubierto de solidaridad lastimera y continuamos respirando aún cuando la sociedad ya no nos ve más que como un producto fuera del mercado productivo, obsoleto.

El trabajo da en la actualidad una ilusión de utilidad, de pertenencia, de valor productivo, luchamos con otros por puestos y labores ¿Qué haremos cuando la tecnología sea quien nos reemplace por completo? ¿Cuándo los sistemas inteligentes hagan todo cuanto sea necesario en el mundo? ¿Pelearemos por nuestra utilidad contra algoritmos y cadenas de bloques?

Debemos resignificar la existencia y el valor del ser humano como sujeto y no producto, de lo contrario, caminamos hacia un abismo de inutilidad, de obsolescencia humana programada en la que cada día seremos inútiles para el sistema más y más pronto, hasta que nacer no sea más que un error en la cadena de datos y sea esta misma especie capazmente pensante, pero tajantemente irreflexiva y ambiciosa, la que se auto elimine a sí misma.


Notas:

1. Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

2. Si desea participar en este espacio, envíe sus opiniones y/o reflexiones sobre cualquier tema de actualidad al correo mediosdigitales@udea.edu.co con el asunto «Columna de opinión: Título de la columna». Ver criterios institucionales para publicación.

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