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Opinión

El marihuanero mayor

24/06/2021
Por: Adrián Restrepo Parra, profesor Instituto de Estudios Políticos UdeA

«... Que el prohibicionismo y su guerra sean parte del pasado dependerá de quienes sigan en este mundo los pasos trazados por el incansable marihuanero Olmes Ortíz. ¡Buenos humos y buen viaje, viejo Olmes!»

Conocí a Olmes Ortíz cuando me embarqué en la investigación “Ciudadanos consumidores de Cannabis” y —en su desarrollo— en la locura de producir el vídeo documental “Nuestro derecho al cannabis”. Era imposible hacer ambas cosas sin tener presente a Olmes, el fundador de la marcha cannábica en Medellín, promotor nacional del Festival Cannábico Colombiano y presidente de la Comunidad Cannábica Colombiana (CCC).

Este 5 de junio, Olmes falleció en Cali después de sufrir por varios días complicaciones de salud, su sepelio fue realizado el 7 en Medellín. El viejo Olmes, como comúnmente era tratado por los marihuaneros, promovió la primera marcha por la marihuana en Medellín y el país. A partir de allí, participó de debates en el Congreso de la República, Concejos, Asambleas y en cuanto espacio lo invitaran para hablar de las propuestas para cambiar la actual política de drogas y permitir así “la libertad de la planta sagrada”. 

Olmes empezó el consumo de marihuana a temprana edad —como sigue marcando la tendencia nacional— y también a padecer los rigores de consumir bajo un régimen de prohibición y guerra contra la marihuana y toda la cadena relacionada con ella: cultivo, procesamiento, comercialización y consumidores. Como consumidor, sufrió el estigma y la marihuanofobia (el odio al marihuanero). 

Ser una de las víctimas de la prohibición y de la violencia de la guerra contra las drogas hizo que Olmes contara con autoridad para congregar multitudes, por supuesto, como él mismo lo decía, siempre en compañía de sus hermanos y hermanas marihuaneros. La experiencia vivida aunada a su carisma convirtieron a Olmes en un polo aglutinador de quienes —cansados de la persecución— decidieron protestar y a la vez proponer cambios al enfoque y a la estrategia de la política de drogas del país y de la comunidad internacional.

Recorrió el país cual peregrino, él mismo definía el recorrido como un peregrinaje que, por todos los medios posibles, hacía por Colombia para llegar a los lugares donde la marihuana estuviera en riesgo, donde los consumidores estuvieran acorralados, incluso al punto de ser el blanco predilecto de las prácticas de limpieza social de distintos grupos armados. 

En su peregrinar llevó el mensaje de la libertad para la planta y sus usuarios. La prohibición, desde la convención de 1961, planteó el propósito de un mundo libre de drogas, un mundo sin la planta de cannabis. Para Olmes, esto era un absurdo, querer desterrar de la tierra lo que la misma tierra da, mucho más cuando para distintas culturas la marihuana ha sido considerada una planta sagrada.
 
Según Olmes, entre los atributos sagrados estaba el que “la marihuana le quitó el dolor a la tristeza”, no solo por los efectos apaciguadores del espíritu que produce al ser consumida, sino también porque para Olmes la marihuana era sinónimo de colectivo. En las fumas tejió amistades y amores, alegrías para la vida, bálsamo para las tristezas. También por eso su persistencia en un carnaval cannábico, en una fiesta, más que en la idea de marchar. Un festival de la vida contra la violencia de la guerra contra las drogas.

Durante más de diez años de persistencia, el viejo Olmes empezó a disfrutar de buena parte de la cosecha que había realizado. Pudo participar de los debates en el punto Solución al Problema de las Drogas Ilícitas del Acuerdo de Paz, de las discusiones conducentes a la legalización medicinal del cannabis, en las consultas de los proyectos de ley para legalizar el uso recreativo de la marihuana.

Y, ante todo, pudo vivir uno de sus mayores sueños: ver a las personas consumidoras de marihuana en sus distintas formas (medicinal, recreativo, industrial, etc.) manifestándose públicamente en contra de la política de la prohibición con su guerra contra las drogas y a favor de la libertad de la planta y de sus usuarios. 

Olmes, siguiendo el camino del cannabis —en el que cada planta trae sus flores y semillas para mantenerse allende el tiempo y los prohibicionistas— dejó la semilla de la libertad cannábica sembrada y ha dado algunos de los frutos. Que el prohibicionismo y su guerra sean parte del pasado dependerá de quienes sigan en este mundo los pasos trazados por el incansable marihuanero Olmes Ortíz. ¡Buenos humos y buen viaje, viejo Olmes! 

Este texto fue publicado en La Silla Vacía el martes 15 de junio de 2021


Notas:

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