Un biólogo y una estudiante de danza de la UdeA participaron en la serie Cien años de soledad
Un biólogo y una estudiante de danza de la UdeA participaron en la serie Cien años de soledad

Luego de 57 años de ser publicada la novela «Cien años de soledad», obra de ficción que consagró a Gabriel García Márquez en la cima de la literatura de América Latina, finalmente pudo ser llevada a la pantalla. Dos miembros de la comunidad universitaria de la UdeA, participaron en esta producción: Susana Morales Cañas, estudiante de Licenciatura en Danza, interpretó a Úrsula-joven, y Diego Calderón Franco, biólogo y «pajarero», fue el encargado de grabar los sonidos de pájaros, entre otros animales y ambientes que son relatados en el universo literario conocido como Macondo.
Susana Morales Cañas y Diego Calderón Franco, biólogo de la UdeA. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
El escritor de Aracataca Gabriel García Márquez se negó en vida a permitir una adaptación de su novela cumbre, Cien años de soledad, en la pantalla grande. Muchas de sus obras se habían adaptado; aunque casi todas con rotundo fracaso. En esta ocasión, luego de una larga negociación que culminó en 2019, la familia de García Márquez cedió los derechos a la productora Netflix, bajo cuatro condiciones fundamentales: que la serie se filmara en español, que se grabara en Colombia, que contara con la participación de colombianos en el elenco y en el equipo técnico, y que tuviera los recursos suficientes para ser una gran producción.
Esas condiciones se cumplieron. Finalmente, se estrenó el 11 de diciembre de 2024 la primera temporada, con 8 episodios de una hora cada uno. Se espera el estreno de la segunda temporada en junio de 2025. El periódico Alma Mater destaca la participación entre el elenco y el equipo técnico de un egresado y una estudiante de la Universidad de Antioquia.
Diego Calderón Franco, biólogo y «pajarero» de la Alma Mater, hizo un recorrido de tres días por el Caribe para reunir alrededor de 60 sonidos de especies de aves que ayudaran a representar el relato de Macondo. Susana Morales Cañas, estudiante de quinto semestre de Licenciatura en Danza, reunió valentía, talento y coraje para interpretar su papel protagónico de los tres primeros episodios de la primera temporada.
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Diego es biólogo, pero su profesión es de pajarero y guía. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
Diego Calderón Franco: el paisaje sonoro de Macondo
Al rededor de 60 sonidos de especies de aves se han usado en lo que va de la serie Cien años de soledad para representar el relato de Macondo, escrito por el autor Gabriel García Márquez hace casi 70 años. Los trinos, graznidos y chillidos fueron capturados por un biólogo de la Universidad de Antioquia, acompañado de un sonidista, en un viaje por el Caribe. No es fácil registrar sus cantos en medio del barullo de la modernidad que, con el paso del tiempo y la expansión urbana, va restringiendo cada vez más su hábitat natural.
En los primeros capítulos de la serie se presentan varios ambientes del caribe colombiano que describió en 1967 el escritor costeño Gabriel García Márquez en su novela cumbre. En «Macondo», nombre con el que el autor unió en una sola geografía ficticia los campos áridos, desiertos, lagunas, bosques secos, montañas y ciénagas del caribe colombiano, confluyen una variedad de pisos térmicos que conforman uno de los países más biodiversos del mundo y el que tiene mayor cantidad de especies de aves, el «santo grial de los pajareros». Esa riqueza natural puede escucharse en la serie, en especial a partir del canto de las aves.
Se oyen trinos del sin-fin (Tapera naevia), que cuando canta levanta su cresta. Este pájaro es común en la costa Caribe, su ambiente es la tierra caliente, las zonas secas y desérticas; es familiar del cuco ardilla y de los cucos migratorios, como el garrapatero. Otro pájaro macondiano que se escucha en esta producción es la perdiz (Colinus cristatus): redondo, amante de caminar por el suelo de los bosques, sabanas tropicales y valles interandinos, incluso en zonas áridas. Se le oye en las escenas en las que José Arcadio, a medida que avanza en sus inventos y alquimias desbordadas, va perdiendo la razón. Otro pájaro que canta en la producción es el carpintero (Melanerpes rubricapillus), que tiene sonidos agudos, rápidos y fieros; ulula en momentos en los que el personaje de Úrsula impone orden.
«Desde los tiempos de la fundación, José Arcadio Buendía construyó trampas y jaulas. En poco tiempo llenó de turpiales, canarios, azulejos y petirrojos no solo la propia casa, sino todas las de la aldea. El concierto de tantos pájaros distintos llegó a ser tan aturdidor que Úrsula, su esposa, se tapó los oídos con cera de abejas para no perder el sentido de la realidad...», fragmento de la novela Cien años de soledad (1966), de Gabriel García Márquez.
Los sonidos de estos y más de 90 especies de pájaros fueron registrados por Diego Calderón Franco, biólogo egresado de la Universidad de Antioquia —escuchar los sonidos en su cuenta de Instagram—. Fueron varias coincidencias que se dieron para que terminara como «pajarero» de la serie de televisión. La empresa de posproducción de sonido La Tina, encargada de la producción de audio de la serie —voces, sonidos y efectos—, estaba buscando una librería de audio con sonidos de pájaros en Colombia que permitieran adaptar a la edición de la serie Cien años de soledad. Contactaron a WhereNext, productores de The Birders, un documental lanzado en 2019 sobre la diversidad de aves colombianas y la observación de aves producido por la agencia WhereNext, donde Diego tiene un papel protagónico, para que grabaran los sonidos de los pájaros que podían aparecer en la novela del escritor de Aracataca. Así fue como Diego, el «pajarero» de la agencia, terminó siendo parte del equipo de postproducción.
No solo grabó cantos de pájaros. También, con el apoyo del sonidista Sebastián Martínez, grabó cientos de sonidos no diegéticos —de fondo—, como ríos, ambientes, cascadas, ranas y mamíferos que aportarían autenticidad a la representación del relato. En una semana registró aves, anfibios, mamíferos e insectos que luego fueron incluidos en el paisaje sonoro de la serie. Todo esto sucedió en etapa de posproducción, una vez la serie ya estaba grabada.
Estos archivos se convirtieron en una librería de decenas de gigabytes, a la que agregaron una base de datos de clasificación e información relacionada: «Los archivos solos no significan nada para los editores. Se necesitan las cualidades de visualización: este pájaro se usa de noche; esta especie se puede usar cuando el monte está muy espeso y no hay casas… Grabamos animales como aulladores y titís, grillos, cigarras, chicharras y hasta hormigas; algunos sonidos nadie los nota, pero te aseguro que están. Si pones un micrófono los puedes escuchar».
Conocer a Colombia
Diego nunca estudió una carrera o posgrado llamado ornitología. Sus créditos y conocimientos sobre pájaros los comenzó a recoger desde que era estudiante de biología de la Universidad de Antioquia. En el 2004, preparó una expedición biológica en la serranía del Perijá, ramales montañosos que se encuentran entre los límites de los departamentos de Cesar y Guajira, en la que él y otros colegas querían estudiar varios animales vistos en la zona, entre ellos, dos especies de aves que se encuentran únicamente en esta serranía: un colibrí (Metallura iracunda) y un chamicero (Asthenes perijana), ambas actualmente en amenaza de extinción.
En este territorio en particular había un vacío para la ciencia desde los años 70, cuando el conflicto armado fue ganando territorio, especialmente rural, en el país. Como muchos otros lugares de Colombia, esta serranía había dejado de ser explorada por científicos debido a que eran lugares inaccesibles debido a la presencia de los diferentes actores armados. Antes de la expedición, Diego hizo una visita logística para reconocer la zona y fue en esa travesía mientras era estudiante de Biología, a sus 23 años, que Diego Calderón Franco fue retenido por el frente 41 de las Fuerzas Revolucionaras de Colombia —Farc— en abril de 2004, junto con un profesor de la Universidad del Atlántico (Barranquilla) y un arriero de Manaure. Durante 88 días estuvo secuestrado por este grupo armado, bajo la excusa de que querían saber qué hacía un joven en esas tierras con equipos de alta tecnología (GPS, cámaras, binoculares).
En la Periódico Alma Mater de la época Universidad de Antioquia fue publicada la noticia de la desaparición del estudiante Diego Calderón Fraco y las jornadas culturales convocadas para exigir su libertad. Foto: archivo.
Diego fundó la empresa de observación de aves COLOMBIA Birding en 2007. Con esta agencia hace expediciones a lugares poco frecuentados, donde se pueden encontrar variedad de especies, como el cerro Mecana, en Chocó, detrás de Bahía Solano, en la subregión del Baudó, donde encontró la tangarita (Chlorospingus inornatus) que se creía que solo se podía encontrar en Panamá. También ha ido y lleva clientes a la Serranía de Pirre, en el Darién, a las tierras bajas y altas de Putumayo y a los bosques de arenas blancas guyaneses en Mitú, entre otros lugares.
De 2018 en adelante, ha participado en misiones de observación de aves con desmovilizados de la guerrilla de las Farc, grupo que lo secuestró en 2004. Sobre estas últimas experiencias ha hablado en su charla «Pajariando con Farc», en la que invita a la reconciliación y a construir una nueva Colombia.
Una conexión alada
Mientras hablaba de su trabajo con Netflix para el periódico Alma Mater, el biólogo hizo una descripción de los pájaros que nos rodeaban y del superpoder que le dan, ya que ha desarrollado otro sentido de la realidad.
«No te has dado cuenta, pero mientras hemos estado hablando aquí, puedo hacer una lista de al menos 10 pájaros que nos han acompañado: azulejos, bichofué, loritos... Puedo cerrar los ojos y decirte, con las aves que escucho alrededor, que en este momento estamos al occidente de los Andes y no en los Llanos, ni en la Amazonía ni el Chocó. Sé que estoy hacia los valles interandinos del Caribe», comentó el pajarero, sentado en una de las mesas de piedra de la zona de Deportes de la Universidad de Antioquia, su Alma Máter.
«Las aves son la excusa perfecta para lo que querás: estamos hoy conversando de Cien años de soledad por ellas, ayer estaba grabando para Netflix, pero me han permitido reencontrarme con los excombatientes que me secuestraron en 2004 y que luego se desmovilizaron para ofrecer turismo de aves. Las aves conectan cosas increíbles».
Después de tres años de rodajes cinematográficos, Susana regresa a la UdeA a continuar con sus estudios Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
Susana Morales Cañas: de la danza a la pantalla
Susana Morales Cañas nunca supo que sería actriz y menos se imaginó como protagonista en una serie de televisión basada en la novela de la familia Buendía. Le gustaba el arte desde pequeña y su formación empezó a través de la fotografía y los idiomas, pero nunca la convencieron del todo. Decidió buscar una carrera sobre algo que siempre le gustó: bailar. Así encontró la Licenciatura en Danza en la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. Susana estaba decidida a conseguir un puesto y comenzó a formarse en ballet y danza contemporánea hasta superar el difícil examen de admisión.
A los veinte años, Susana comenzó a estudiar el pregrado de Licenciatura en Danza, donde aprendió las tres líneas obligatorias de la profesión: danza contemporánea, danza tradicional colombiana y ballet. Poco a poco fue capaz de establecer su propio estilo en la danza, construyendo una visión artística que luego le sería útil en su sorpresiva incursión en el mundo de la actuación.
Coincidencia y protagonismo
La televisión y el cine no formaban parte de la agenda de Susana, pero un encuentro casual con algunos amigos la llevó a una audición para la adaptación televisiva de Cien años de soledad. Netflix buscaba rostros nuevos, jóvenes y no asociados a otros personajes, por lo que lanzaron un casting abierto en diferentes lugares de Colombia. En el caso de Susana, terminó en una audición, por coincidencia, en la que buscaban bailarines, cirqueros y varios personajes que necesitaban para interpretar escenas como la llegada de la compañía de gitanos de Melquíades, que aparecía cada año por el pueblo ficticio de Macondo para compartir los inventos y descubrimientos del mundo.
Susana acompañó a su amiga a un casting que se hacía en un salón la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UdeA. Cuando llegaron, invitaron también a Susana a participar. «Dije: pues bueno». Lo que comenzó siendo una prueba sencilla se convirtió en un proceso de seis meses que finalizó en su elección para el papel de Úrsula Iguarán en su juventud, un papel protagónico durante los tres primeros capítulos de la serie.
Las pruebas fueron difíciles. La prueba inicial no incluía texto, pero fue improvisación donde tuvo que defenderse durante un debate hipotético: «En una prueba, el director de casting me dijo: “¿Cuál fue la última pelea que tuviste?” Y le conté la historia de un chico con el que había terminado hace unos pocos meses. Entonces dijo: “Imagina que soy el mejor amigo de tu ex y vengo a insultarte. Tienes que ganarme la pelea”». A medida que pasaban las pruebas, el proceso se hacía más demandante y difícil, hasta que llegó a hacer escenas con el actor que iba a personificar a José Arcadio Buendía. Finalmente, en febrero de 2023, obtuvo la confirmación de que iba a personificar el papel.
Todos los procesos vinculados con la serie fueron un reto para Susana, que no estaba preparada como actriz profesional: el casting, entender el lenguaje audiovisual, la memorización del guión, la interpretación del personaje de Úrsula y el manejo corporal en las escenas, que también incluye cómo compartir escena con otra persona.
Después de su elección, comenzó un estricto entrenamiento de tres meses individual y con los demás actores, ensayos de guion, vestuario y maquillaje probados, y clases de acento cordobés. «Tuvimos sesiones constantes con el coach de acentos, quien nos corregía en todo momento». Además, tuvo clases con un entrenador de intimidad, para las escenas explícitas de la serie.
El rodaje se llevó a cabo entre mayo y diciembre de 2023 y se dividió en tres bloques. el bloque de Susana estaba bajo la dirección del argentino Alex García López (Misfits, The witcher y Daredevil—, con quien grabó durante tres meses. Para ella, interpretar a Úrsula fue un desafío técnico y emocional: «Entender el lenguaje audiovisual fue difícil, pero también acercarme a ella como un ser humano cercano. La vi reflejada en mi madre, en mujeres que conozco».
Señala que las escenas del nacimiento y el éxodo de la familia Buendía fueron especialmente desafiantes dadas las condiciones climáticas y el peso emocional de los momentos. «Hubo mucho aprendizaje y crecimiento profesional. También personal, me tocó abrir un mundo de posibilidades que no había contemplado antes», dice la actriz de 23 años, quien ahora continúa su sexto semestre como estudiante de Licenciatura en Danza de la Universidad de Antioquia.
Nuevos horizontes: el futuro en el cine y la danza
La aventura de Cien años de soledad cambió la profesión de Susana Morales Cañas. A partir de esta experiencia, se abrieron oportunidades nuevas en el cine. Luego de la serie de Netflix, Morales Cañas filmó en 2024 dos nuevas películas: La cordillera, producción independiente panameña, en género thriller de ficción, donde desempeña un papel protagónico. Se espera que se estrene este año y podría tener alguna presencia en festivales. La segunda película es colombiana y en ella tiene un papel secundario; está fase de postproducción, aún no puede revelar ningún detalle. Por ahora, trabaja con un manager, con quien está revisando nuevos proyectos.
A pesar de su éxito en la pantalla, no abandonó la danza. Por ahora, se ha reincorporado con el tango y ensaya con un grupo de proyección de la UdeA. «No quiero perder el vínculo con la universidad ni con la danza. Me gusta mucho y creo que el pénsum aquí es muy bueno».
Con una carrera en crecimiento y múltiples caminos por delante, Susana Morales Cañas es una de las nuevas estrellas del cine colombiano. Lo que comenzó como un deseo impulsivo se ha convertido en una pasión que la llevará a avanzar a nuevos escenarios, tanto en la pantalla como en el escenario de danza.
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