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Inflación y depreciación, dos males en una misma economía

10/01/2023
Por: Edwin Esteban Torres Gómez y Mauricio López

Dos problemas económicos, altamente estudiados, con características diferentes, con cierto grado de asociación y con algunas consecuencias nefastas para un país aquejan hoy a la economía colombiana: la inflación y la depreciación.

El Índice de Precios al Consumidor —IPC— llegó en agosto a 10.84 %, su nivel más alto desde abril de 1999. Los precios de los alimentos y los servicios públicos fueron los rubros que más lo impulsaron. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe Fernández

Antes de describir las consecuencias de ambos fenómenos para nuestro país, vale la pena precisar el significado de ambos términos. La inflación hace referencia al aumento sistemático en los precios de una canasta de bienes y servicios, en tanto que la depreciación tiene que ver con la pérdida de valor de una moneda, en nuestro caso el peso, y que se materializa cuando debemos dar más de nuestros pesos por un dólar. Hablamos de depreciación cuando el modelo a través del cual se determina la tasa representativa del mercado es fijado por las fuerzas de oferta y demanda; a diferencia de la devaluación, que corresponde al caso en el cual se cuenta con un modelo de tipo cambio fijo.

Ambos problemas también pueden estar relacionados. Cuando la canasta de bienes, la que comúnmente hemos denominado canasta familiar, posee un porcentaje importante de bienes importados, la depreciación genera o incrementa la inflación, al igual que en aquellos casos en los que los insumos para la producción de estos bienes son importados, también se producen presiones inflacionarias cuando el precio del dólar sube; en la actualidad, hay un poco de estos dos efectos en el caso colombiano. En este sentido, la depreciación que estamos observando incrementa el precio de las materias primas, la maquinaria, los equipos, los bienes de capital y, en especial, el de los insumos agrícolas, lo cual posteriormente se traslada al precio final.

En general, los importadores se ven altamente afectados, al igual que las empresas nacionales que han tomado créditos en moneda extranjera, los cuales se encarecen y afectan los estados financieros de estas. Por el otro lado de la moneda se encuentran los exportadores, para los cuales el mayor precio del dólar significa mayores ganancias. Así mismo, quienes reciben remesas del exterior también están observado como sus flujos en pesos se han incrementado, aun recibiendo la misma cantidad de dólares.

Inflación en eje secundario. Fuente: DANE y Banco de la República.

En cuanto a la inflación, este es un fenómeno altamente perjudicial para una economía, con consecuencias nefastas para los hogares más pobres. En nuestro caso particular, los precios que más han crecido son justamente los de los alimentos, poco más del doble del crecimiento del salario mínimo. Vale la pena recordar que el crecimiento del salario superó el 10 % para alcanzar un millón pesos. En un contexto en el cual los hogares más vulnerables deben destinar un mayor porcentaje de sus ingresos para la compra de alimentos, el alza en el precio de estos podría derivar en un aumento de la pobreza e incluso de la desigualdad. Al mes de julio la inflación alcanzó un nivel de 10.21 %.

El aumento de la inflación en Colombia es un fenómeno que se explica por dos factores. En primer lugar, se tienen unos elementos internos, dentro de los cuales se destacan la recuperación de la economía, manifiesta en aumentos del consumo y en general de la demanda agregada, que corresponde a la suma del consumo de los hogares, la inversión de las empresas, el gasto del Gobierno y las exportaciones, y las consecuencias negativas de la ola invernal. Por otro lado, se tienen los factores externos, asociados al aumento en los precios de insumos agrícolas (derivados de la guerra en Ucrania), el aumento del precio de commodities como el petróleo y la lenta recuperación de la economía mundial.

Las consecuencias económicas de ambos sucesos, inflación y depreciación, hasta ahora se hacen visibles en nuestra economía. La reducción o estabilización de la inflación y de la tasa representativa del mercado —TRM— no se presentan como una respuesta directa a las políticas económicas en cabeza del Banco de la República, por el contrario, son el cúmulo de diferentes acciones, tanto internas como externas. La reducción de la inflación ha de ser gradual, lenta, en una transición en la cual los empresarios, los trabajadores, el Gobierno y los consumidores tendremos un grano de arena que aportar. 

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