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Periódico Alma Máter

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Academia Sociedad Vida

Redes sociales y salud mental: la delgada línea entre la información y el autodiagnóstico

20/02/2025
Por: Andrea Carolina Vargas Malagón. Periodista de la Dirección de Comunicaciones UdeA

Gosthear, responsabilidad afectiva, red flags, gaslighting, ansiedad, narcisismo, TDAH, son algunos términos que hoy hacen parte del léxico cotidiano de quienes dentro de sus hábitos de uso de redes sociales consumen contenido relacionado con salud mental y cómo cuidarla en sus dinámicas sociales. Preocuparse por el bienestar mental y emocional es una conducta saludable, el problema aparece en el momento en el que el «me estoy informando» se transforma en «eso me pasa a mí, yo sufro de eso». 


Imagen que ilustra el consumo cotidiano de redes sociales a través de dispositivos móviles. Foto: Freepik

*Este es un contenido del periódico Alma Mater, edición 743.

«Cómo es vivir con TDAH», «5 red flags de un narcisista», «Baja un dedo edición eres autista», «Sufres TDAH y no lo sabías», son solo algunos de los títulos de contenidos sobre salud mental con gran alcance e interacción que circulan en redes sociales populares como Instagram y Tik Tok y que se caracterizan por conectar con los usuarios a través de la empatía ya que las situaciones y conductas allí planteadas tienden a generar familiaridad, identificación y comunidad entre quienes las consumen dando lugar al «sí, soy».

«El contenido que más viral se hace es el que es impreciso, el que encasilla a los usuarios en algo en específico. Ese que plantea situaciones como “si hoy sientes que nadie te ayuda es porque tienes estos traumas de la infancia” o “si te pasa esto en las noches es posible que tengas aquello” y justamente, por más chistoso o identificable que parezca ese es el contenido que se debe moderar y entender que solo se trata de entretenimiento», explicó Natalia Vélez López, psicóloga egresada de la Universidad de Antioquia y creadora de contenido sobre salud mental. 

Si bien las redes sociales han brindado el espacio para que las nuevas generaciones hablen abiertamente sobre salud mental y sean más conscientes de su importancia a través del diálogo colectivo, también es cierto que el exceso de información al respecto y el consumo sin criterio han promovido el autodiagnóstico y el entendimiento impreciso de temas y conceptos complejos.

Términos de referencia

Gosthear: “desaparecer”, esfumarse sin dejar rastro y sin previo aviso 

Red flags: "banderas rojas". Se usa para indicar actitudes o comportamientos que son alarmantes o negativos y que pueden afectar el bienestar emocional 

Gaslighting: tipo de abuso psicológico en el que se hace a alguien cuestionar su propia realidad. 

Narcisismo: El trastorno de la personalidad narcisista es una enfermedad de salud mental en la cual las personas tienen un aire irrazonable de superioridad 

TDAH: Trastorno del desarrollo que se caracteriza por una combinación de problemas para prestar atención, hiperactividad e impulsividad 

Responsabilidad afectiva: capacidad de ser consciente de cómo las acciones y palabras impactan en los demás. 

«No es lo mismo informarse sobre los síntomas o señales de algún trastorno que diagnosticarse a través de aquello. Es necesario comprender que para sostener un diagnóstico clínico se requieren de una entrevista y de la evaluación de ciertos parámetros en tiempo e intensidad. Muchas veces la gente cree que tener algunos comportamientos es igual que sufrir un trastorno de salud mental y eso puede llevarlos consumir medicamentos o realizar terapias que no requieren», explicó Antonio Toro Obando, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UdeA.

Riesgos del autodiagnóstico

El autodiagnóstico, en términos generales, se refiere a la práctica de identificar en uno mismo un trastorno específico sin la evaluación previa de un profesional especializado. Las redes sociales impulsan el consumo de contenidos sin validación de un profesional, que muchas veces menciona el diagnóstico y el tratamiento —como si de una verdad absoluta se tratara—, algo que puede poner en riesgo el bienestar, que tanto se quiere proteger. 

Tomar lo que se ve en redes sociales como si fuese un instructivo para adaptar a la vida real puede influir, también, de manera negativa, en cómo es entablan relaciones con el otro creando barreras demasiado exigentes e incluso se puede llegar a caer en emitir diagnósticos a ese otro sin tener, evidentemente, las condiciones ni la preparación profesional para hacerlo.

«Cuando consumimos ese contenido no nos detenemos a cuestionarlo, solo lo generalizamos y creamos expectativas irreales haciéndonos sentir insatisfechos en las relaciones al ser demasiado críticos y exigentes con el otro e incluso llegamos a diagnosticarlo sin ser profesionales en salud. He atendido personas que identifican las denominadas red flags en otros y hacen comentarios como “yo creo que esta persona es narcisista” o “es que él lo que está sufriendo es ansiedad” y no tienen conocimiento para decir eso más allá de lo que ven en redes sociales», explicó la psicóloga Vélez. 

Así mismo, cuando se trata de trastornos clínicos de salud mental como el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad —TDAH—, la ansiedad, la depresión, el narcisismo, entre otros tantos, es común que los usuarios de redes sociales identifiquen conductas de estos trastornos y las relacionen con comportamientos de su cotidianidad haciendo que, sin acudir a un especialista, den por sentado que padecen de una u otra afección e, incluso, entren en un estado de hipervigilancia de síntomas que encajen en ese autodiagnóstico que ya se otorgaron.

«Todos podemos tener ciertas características de ciertas enfermedades y no significa que las padezcamos. Yo me puedo devolver a ver si cerré la puerta 2 veces y eso no quiere decir que yo tenga un Trastorno Obsesivo Compulsivo —TOC—, yo puedo estar irritable un día y eso no quiere decir que tenga un trastorno bipolar o puedo botar las llaves del carro y no quiere decir que yo tengo déficit de atención, por eso no se puede creer al pie de la letra lo que se ve en redes. Si se tiene dudas sobre padecer de algo es indispensable acudir con un especialista para resolverlas», afirmó el doctor Toro.

Do it yourself 

Las redes también popularizaron el DIY, Do it yourself, o hazlo tú mismo—, algo que traspolado al campo de la salud, puede tener consecuencias complejas: este fenómeno no solo ocurre en asuntos de salud mental, de manera similar, hay otros riesgos asociados a la salud como la automedicación o las terapias alternativas divulgadas en estos medios.

La responsabilidad es de creadores y consumidores

Las redes sociales son una gran herramienta si son usadas de manera responsable. Incluso en el área de salud mental son implementadas por psicólogos y psiquiatras para ofrecer fuentes confiables de información que permiten comprender mejor diagnósticos, comportamientos y conceptos. Sin embargo, con la disponibilidad para que cualquier persona pueda crear contenidos es necesario que se asuman las responsabilidades correspondientes para que la información que se divulgue sea útil y de valor. 

«Sí existe un aspecto positivo, y es que se está hablando de salud mental, antes no se hablaba o se hacía muy poco y ahora las personas tienen acceso a la educación sobre estos temas, por lo que se requiere de una gran responsabilidad de quienes estén creando este tipo de contenidos más direccionados hacia la prevención y promoción en lugar de buscar likes y seguidores cayendo en explicaciones simplistas, banales e imprecisas», comentó Toro.

Frente a la responsabilidad de los creadores de contenido, Vélez agregó «compartir contenido de valor es brindarles la oportunidad a otras personas para que vean que eso que están sufriendo tiene una solución, es decir, muchas veces nosotros tenemos algunos comportamientos o conductas que no nos hacen felices y no teníamos idea de qué eso se podía cambiar»

Por otro lado, los profesionales Toro y Vélez coinciden en que también la responsabilidad recae en los usuarios, quienes deben consumir contenidos sobre salud mental con criterio, acudiendo a fuentes confiables y de profesionales dedicados a este tipo de divulgación. Bajo ningún motivo, añaden, lo que se encuentre en redes sociales e internet reemplazará la consulta y el acompañamiento de profesionales y especialistas.  

«Celebro que estemos hablando de salud mental. Es común que las personas acudan a un especialista referenciando contenidos que vieron en redes sociales sobre afecciones como TDAH, trastornos del espectro autista, ansiedad y cuadros depresivos. Esto es válido porque da cuenta de una preocupación genuina por la salud mental. La invitación es a informarse con precaución y teniendo claro que lo que se vea en redes sociales jamás reemplazará el acompañamiento de un profesional», finalizó Toro. 

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