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80 años del Sistema de Bibliotecas

10/09/2015
Por: Germán Sierra - Sistema de Bibliotecas

"Andando el tiempo, la Universidad se hizo consciente de lo que Umberto Eco dice en alguno de sus ensayos, respecto a que cuando se piensa en instaurar una universidad, los primeros cimientos deben ser los de la biblioteca, indicando con ello que sin biblioteca no puede haber universidad".

Las bibliotecas están necesariamente relacionadas con la evolución de las sociedades. Desde su nacimiento, el libro en sus varias formas: tabletas de arcilla, papiros y el producto de la imprenta y la encuadernación, es una herramienta indiscutida de los seres humanos —“una extensión de la memoria y de la imaginación” (1), dice Borges—, dado que ella ha indagado la ciencia, la filosofía, el arte, el periodismo, la política, casi todo.

El libro es la clave para crear academias y escuelas, y para emprender cualquier estudio o teoría. De manera independiente a como hoy lo entendemos y de las variadas formas en que lo encontramos, el libro, y por lo tanto las bibliotecas, debe ser un elemento integrado a los seres humanos sin discriminaciones, generosamente, bajo las mejores condiciones de calidad: democráticamente, se podría decir.

Colombia, por ejemplo, es un país donde la democracia es solo teórica y donde, por lo tanto, el libro y las bibliotecas escasean. Hay poblaciones donde no existen unas y otro, del mismo modo en que no hay agua potable ni carreteras y donde los pocos libros que van lo hacen en burro, llevados por gente fuera de lo normal, voluntarios que reemplazan ridículamente al Estado y a la democracia.

El Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia está cumpliendo 80 años en este 2015. Apenas en 1935 un rector, Clodomiro Ramírez, encargó, con todo lo que eso significa, a un director de la Biblioteca, Alfonso Mora Naranjo, casi para que la inventara, dado que lo que hasta ese momento existía —el cimiento de la Universidad fue el Colegio Franciscano, fundado en 1803— era un puñado de libros, muchas veces en mal estado, arrinconado en sitios inhóspitos y presa de las estupideces y maltratos provenientes de las guerras y “revolucionarios” al uso (es famosa la anécdota según la cual en un momento determinado de revueltas e incendios, don Alfonso, remangándose la camisa, retó —y espantó— a los “valientes” alzados a pasar por encima de su cadáver si querían emprenderla contra los libros de la biblioteca).

Mora Naranjo ese mismo año se inventó también la Revista de la Universidad de Antioquia —que, por lo tanto, al igual está de cumpleaños— y, por medio suyo, acreció considerablemente el acervo bibliográfico, porque estableció canje con bibliotecas y universidades de todo el mundo: les mando la revista de la Universidad y me mandan libros y revistas (ello porque la revista desde el comienzo fue buena). Un héroe, donde los haya.

Andando el tiempo, la Universidad se hizo consciente de lo que Umberto Eco dice en alguno de sus ensayos, respecto a que cuando se piensa en instaurar una universidad, los primeros cimientos deben ser los de la biblioteca, indicando con ello que sin biblioteca no puede haber universidad (así mismo podría decirse que sin bibliotecas no deberían existir las ciudades).

La biblioteca creció y recibió el apoyo de las administraciones universitarias hasta lograr que, hoy en día, aún faltándole mucho por hacer y progresar, se constituye en una de las mejores bibliotecas universitarias del país. Incluso se ha convertido en un sistema que alberga 18 bibliotecas o unidades de información (contando en ellas, naturalmente las regionales: donde la Universidad abre una nueva sede, debe abrir una nueva biblioteca). Ellas contienen, hoy, 258.015 títulos de libros en todas las áreas, correspondientes a 397.164 ejemplares; 5.191 títulos de revistas, correspondientes a 309.310 ejemplares; 71 bases de datos, 57.790 revistas en línea, 554 libros electrónicos de bibliografía básica, y una amplia selección de recursos de calidad, disponibles en internet, en todas las áreas del conocimiento. Amén de un buen conjunto de servicios como solicitud de material bibliográfico, asesoría académica básica y especializada, suministro de artículos y capítulos de libros a nivel nacional e internacional, servicio para invidentes, salas de computo, préstamo de computadores portátiles, acceso remoto a las colecciones electrónicas y a los servicios mediados por TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación). Exposiciones de arte, académicas y bibliográficas; publicaciones literarias; ciclos de cine literario; conferencias de ciencia, arte y literatura y programas con investigadores universitarios. Todo tendiente a contribuir con la utopía de una formación integral que se propone la Universidad, y a promover el uso de todas nuestras colecciones bibliográficas, desde las novelas de Faulkner y los poemas de Gómez Jattin, hasta los libros de física cuántica y de la evolución de las especies.

El 8 de mayo de 2015 la hasta en ese entonces Biblioteca Central del Sistema de Bibliotecas pasó a llamarse Biblioteca Carlos Gaviria Díaz (Sopetrán, 1937-Bogotá, 2015) en homenaje al insigne personaje de la vida nacional —magistrado, político, candidato presidencial—, quien fuera estudiante, egresado, profesor y directivo de la Universidad, y quien ante todo, fuera un gran adorador de libros, un gran lector y un hombre que le rindió culto a las buenas bibliotecas.

NOTA: (1) Borges oral, Editorial Bruguera, Barcelona, 1980, pág. 13.

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