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Centro de Documentación Luis Carlos Medina Carreño
Centro de Documentación Luis Carlos Medina Carreño
Centro de Documentación Luis Carlos Medina |
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Medina nació en Medellín el 25 de octubre de 1947 y su título de bachiller lo obtuvo en el Liceo Nacional Marco Fidel Suárez. Luego de su educación básica, estudió teatro en la Escuela Municipal de esta disciplina, donde más tarde pasó a ser profesor. Comenzó a trabajar en la Universidad de Antioquia en 1977, cuando ocupó el cargo de docente especial de tiempo completo en la Escuela de Música y Artes Representativas. Estuvo en dicha área hasta el 12 de junio de 1978. Su trabajo en la Alma Máter le permitió atender un ofrecimiento del Ministerio de Educación en la República de El Salvador y volvió a la Institución en 1979 como profesor ocasional de medio tiempo en la misma Escuela de Música y Artes Representativas. Al año siguiente volvió a ocupar la plaza de docente de tiempo completo. Además de ser profesor, también fue representante de los profesores ante el Consejo de Facultad en 1981 y fue convocado a la elección del representante profesoral ante el Consejo Académico. En 1983, el artista se posesionó como jefe de la Sección de Teatro, adscrito al Departamento de Música y Artes Representativas. Como actor y director, participó en diferentes obras que son referente en las artes escénicas. Algunas de ellas fueron Las monjas, La maestra, Revolución en América del sur, Comedia repugnante de una madre y El retablo dorado. Dentro de sus creaciones acudía frecuentemente a técnicas de improvisación y de trabajo en conjunto con los actores. El ánima sola, por ejemplo, demuestra un proceso de trabajo sin visión previa donde apuesta por un montaje surgido de forma orgánica. Medina Carreño murió el 29 de abril de 1996 a causa de un accidente automovilístico en la ciudad de Medellín. Su archivo personal de obras y demás publicaciones se encuentran actualmente en este centro de documentación universitario que lleva su nombre. “¿Para qué el teatro si no es la fábrica de sueños perdidos, de mundos fantásticos, de esperanzas inalcanzables? Son pocos los que lo disfrutan, más pocos los que le atribuyen utilidad. Pero todos le temen. Hay que hacer un teatro marginal y no marginado, un teatro renovador y no estable. Hacer del teatro una quimera, una razón de vida”.
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