Nordeste

En algunas rocas ancladas en el valle del río Nus, los ancestros prehispánicos grabaron dibujos geométricos y otras figuras. Hasta esos caminos ha llegado la curiosidad de los investigadores de la Universidad de Antioquia, en busca de respuestas sobre los significados y parentescos de esos vestigios que, se estima, fueron tallados en el Holoceno tardío —entre 6000 y 2500 años antes del presente—. Los petroglifos, invaluable patrimonio de estas tierras, son huellas de los grupos humanos que habitaron este territorio, que ha sido anfitrión de la Alma Máter desde el 2005. Allí, a través de la formación de profesionales, de procesos de intervención social y de investigaciones académicas, la Universidad ha promovido alianzas por las prácticas mineras amigables con el medio ambiente; ha caracterizado y divulgado la sorprendente fauna y flora; ha realizado vigilancia epidemiológica para el bienestar de los pobladores; y ha estimulado la recuperación de las memorias regionales y de la riqueza cultural. En el Nordeste, donde las calles se recorren en bicicleta, en las veredas huele a panela y perviven el sonido del tren y las leyendas del tigre, la Universidad también talla sus propias huellas.