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Los días después del coronavirus
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Los días después del coronavirus
Los días después del coronavirus
Por: Jairo Humberto Restrepo Zea
Fragmento de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
La humanidad está sumida en una profunda crisis, la misma que pone al descubierto varias crisis o problemas acumulados y no resueltos en las últimas décadas. Hemos sido forzados a ingresar a un túnel del que no se conoce su salida. Será cada país o sociedad quien durante un tiempo indeterminado cave en busca de la salida y, una vez se encuentre la luz, no se sabe ante qué paisaje podamos aparecer: ¿el mismo que dejamos atrás? ¿Un mundo desconocido al que debemos adaptarnos? ¿Un paisaje similar al que dejamos pero que nos exige mejores prácticas para no lanzarnos luego a un nuevo túnel?
En medio de la oscuridad y con el propósito fundamental de encontrar «la luz al final del túnel», como si se tratara de una película de Hollywood o una serie de Netflix, se conocerán los líderes, las herramientas y la capacidad de trabajar en equipo. Se tendrán momentos difíciles pues quizás el tiempo se alargue, muchos pierdan la esperanza y en el camino queden cadáveres insepultos. Se necesita inteligencia, sabiduría y coordinación para avanzar unidos en torno al propósito de encontrar la luz, dejando a un lado las diferencias y reconociendo que en este encierro «todos somos iguales».
El grupo en aquel túnel es nuestra sociedad y con ella va el Estado procurando ejercer su representación. Es por ello que urge examinar el grado de cohesión de la primera, la eficacia y legitimidad del segundo y la relación entre la una y el otro. Para salir del túnel lo mejor librados posible, confiando en que podamos darnos una nueva oportunidad al recobrar el paisaje, es necesario centrar la mirada en dos cuestiones fundamentales.
Por una parte, nos preguntamos por la fortaleza que pueda tener el sistema de salud para hacer frente a los riesgos de enfermar, tanto en cuanto a la prevención y mitigación como a la capacidad de atención médica. Más aún, en medio del túnel, ¿dejamos que cada cual se enfrente a los riesgos y asuma los costos individualmente, o confiamos en una agencia estatal para que ejerza autoridad y cuente con los recursos necesarios para proteger a su población? El sistema de salud colombiano, en medio de las fortalezas y los logros alcanzados en las últimas décadas, necesita un cambio estructural de manera especial para fortalecer la salud pública y hacer realidad el acceso universal.
Un foco fundamental de cara al futuro, frente al cual se tienen diagnósticos claros y soluciones no adoptadas, debe ser el fortalecimiento de la rectoría y la gobernanza del sistema de salud. Si todos somos parte del sistema, este debe actuar y garantizar derechos y resultados sin importar a qué EPS estemos afiliados ni en qué territorio nos encontremos.
Lo sucedido durante el primer mes, desde cuando se confirmó el primer caso positivo para covid-19, da a entender que pese a las capacidades del país en materia de investigación científica y apoyo diagnóstico, hace falta financiamiento para mantener vigorosas unas actividades que deben ser tratadas como bienes públicos, y existen debilidades en la coordinación entre agentes del sistema, principalmente entre las direcciones territoriales de salud y las EPS, y entre los distintos niveles de gobierno. Así que un foco fundamental de cara al futuro, frente al cual se tienen diagnósticos claros y soluciones no adoptadas, debe ser el fortalecimiento de la rectoría y la gobernanza del sistema de salud. Si todos somos parte del sistema, este debe actuar y garantizar derechos y resultados sin importar a qué EPS estemos afiliados ni en qué territorio nos encontremos.
Por otra parte, a la par con la cuestión sanitaria resulta crucial contar con un sistema económico que, además de preocuparse por el crecimiento, tenga muy claras las bases humanas y sociales y esté guiado por principios de justicia. En realidad, afloran profundas desigualdades y carencias al hablar de la vestimenta y las herramientas de trabajo que llevan unos y otros en el túnel, de modo que así se entregue una linterna a cada uno, al igual que un casco protector y una pala, acaso muchas de las linternas ni siquiera tendrían batería y muchos cascos serían de material frágil.
En Colombia debemos tomar en serio lo que esta situación devela y poner en marcha mecanismos amplios, audaces y efectivos de protección social para calmar el hambre y la penuria. Aunque es necesario definir estrategias para mitigar los efectos económicos de la pandemia y recuperar la actividad económica con medidas de protección, en estas circunstancias deben imponerse soluciones extraordinarias para financiar el desastre, vía endeudamiento con el Banco de la República, el uso de reservas internacionales y la redistribución forzosa vía imposición progresiva a la renta y al patrimonio. Debemos además clamar por un nuevo contrato social que permita mayor equidad y el goce efectivo y universal de los derechos económicos, sociales y culturales.
Podemos lograrlo y satisfacer a los dioses del Olimpo. Si no es así, podemos quedar condenados, como Sísifo, en este caso a cruzar un segundo túnel y, una vez salgamos a una nueva y falsa luz, debamos pasar a un tercero, y así hasta el infinito.