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Aunque Colombia ha tenido casi siempre tasas de crecimiento positivas de su producto interno bruto anual, esta es la primera vez que se registra una crisis económica tan profunda en el país. Según reportó el DANE, la economía colombiana se contrajo en un -6,8% como cifra oficial proyectada para 2020.

Por: Lourdes Cruz Cárdenas -Facultad de Ciencias Económicas-

Según lo expresó Alexander Tobón, PhD. en Economía, a diferencia de la crisis de 1999 que tuvo su origen en el sector financiero (la famosa crisis del UPAC que representó una caída del -4,2%), la actual crisis tiene un origen extraeconómico. 

En efecto, las políticas gubernamentales para luchar contra la propagación del COVID-19, provocaron el cierre temporal o definitivo de muchas empresas y una reducción sustancial de la demanda de bienes y servicios no esenciales. “Tenemos una crisis bastante inusual debido a una contracción simultánea de la oferta agregada y de la demanda agregada, lo que tiene como consecuencia una contracción significativa del producto interno bruto, tanto desde el lado del ingreso como desde el lado del gasto”, explicó el académico.

En la foto: el profesor Alexander Tobón del Departamento de Economía

Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE–, las actividades económicas que más contribuyeron a la caída de la economía en 2020, en comparación con 2019, fueron la construcción con una caída del -27,7%, justamente uno de los sectores más importantes, seguido de la explotación de minas y canteras con -15,7%, el comercio (al por mayor y al por menor) con -15,1%, los servicios relacionados con el entretenimiento y el deporte con un -11,7% y la Industria manufacturera con -7,7%. 

A pesar de todo, las actividades que crecieron en 2020 fueron los servicios financieros con un 2,1%, las actividades inmobiliarias cerraron con el 1,9% y la administración pública (defensa, educación y salud) con el 1,0%. 

Para Tobón, también profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, la recuperación de la economía colombiana arrancará con la reapertura de las empresas y el fin de las condiciones del aislamiento en casa. En efecto, las expectativas de una mayor demanda futura de bienes y servicios es el mayor incentivo para que las empresas aumenten su oferta en el presente, cuya consecuencia a corto plazo sería la reducción del desempleo. Por supuesto, los subsidios entregados por el gobierno vienen a contribuir a estas mejores expectativas.

Sin embargo, precisó el profesor Tobón, la reapertura de empresas y el fin del aislamiento sólo tendrá lugar cuando el COVID-19 deje de ser una amenaza mundial, es decir, cuando se haya logrado vacunar una parte importante de la población colombiana, cuestión que está lejos de ser resuelta porque el país está en manos de la voluntad impredecible de las empresas farmacéuticas que producen las vacunas. En este contexto adverso, agregó el economista, “Colombia no puede dejar arruinar su economía esperando un acto de caridad por parte de las grandes empresas farmacéuticas internacionales para acceder a un bien de interés colectivo como lo es una vacuna. Colombia tiene que desarrollar su propia industria alrededor no solo de vacunas, sino de insumos médicos de todo tipo”.

Ciertamente el panorama es complejo, manifestó el profesor Tobón, pues con esta crisis también están en juego los logros obtenidos en materia de reducción de la pobreza que, en los últimos 30 años, Colombia ha logrado disminuir drásticamente, posicionándose como un país de ingresos medios. 

De acuerdo con el académico, “el cierre de pequeñas y medianas empresas y el aumento del desempleo someten a la población más vulnerable a una fuerte presión para mantener su nivel de bienestar, obligándola a posponer sus planes y a renegociar sus deudas. No obstante, si el crecimiento de la economía colombiana está soportado en una verdadera acumulación de capital y no en la especulación financiera, podemos pensar que la degradación de los indicadores de pobreza es un problema de corto plazo”.

Ahora bien, la complejidad de esta crisis no termina allí. Para mantener los subsidios gubernamentales que contribuyen al sostenimiento de la oferta y la demanda de bienes y servicios, el gobierno tiene que asegurar su financiamiento, razón por la cual la promulgación de una nueva reforma tributaria parece inevitable. En tal sentido, sostuvo el profesor Tobón, “nada más impopular para un gobierno, pues nunca los réditos políticos de los subsidios compensan el descrédito de los impuestos. Desde luego, los impuestos se les cobra a los que tiene con qué pagarlos, justamente aquellos que pueden crear empresas y ofrecer empleos”.

Por lo tanto, señaló Tobón, no hay una fórmula mágica para fomentar la recuperación de la economía. El gobierno no solo tendrá que salir a buscar dinero, sino que también deberá seguir implementando estrategias de reducción de desempleados, las cuales vendrán a favorecer tanto a los colombianos como a los venezolanos regularizados. 

Finalmente, esta crisis deja por lo menos una enseñanza: si no solo el cambio climático amenaza la sobrevivencia de la humanidad, entonces una nueva agenda política internacional frente a las futuras epidemias es necesaria para mantener el equilibrio entre las naciones del globo, concluyó el profesor Tobón.

Imágenes tomadas de: www.pexels.com