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A propósito de la Fiebre Amarilla en Colombia: caracterización virológica, formas de transmisión y retos para la salud pública


Por: Andrés Augusto Arias, MSc, PhD.
 


Foto: https://www.paho.org/es/temas/fiebre-amarilla

La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa aguda, de alta letalidad, causada por el virus de la fiebre amarilla (YFV, por sus siglas en inglés), perteneciente al género Flavivirus y a la familia Flaviviridae. Se trata de un arbovirus de ARN monocatenario de sentido positivo, con envoltura lipídica que contiene proteínas estructurales esenciales, entre ellas la proteína E (de envoltura), que facilita la entrada del virus a las células huésped mediante fusión de membranas. Su genoma, de aproximadamente 11 kilobases, codifica una poliproteína que se procesa en tres proteínas estructurales (C, prM y E) y siete no estructurales (NS1 a NS5), todas indispensables para la replicación viral y la evasión del sistema inmunológico del hospedero.

Tras la infección, el virus se replica inicialmente en los ganglios linfáticos regionales y se disemina hacia órganos diana como el hígado, bazo, médula ósea y corazón. En casos graves, puede causar necrosis hepatocelular (con presencia de cuerpos de Councilman), hemorragias sistémicas y disfunción multiorgánica. Desde el punto de vista clínico, la enfermedad puede ir desde cuadros leves y autolimitados hasta presentaciones severas con ictericia, hemorragias, shock y alta mortalidad. El término “amarilla” alude precisamente a la ictericia característica de las formas graves. Históricamente, esta infección ha sido responsable de importantes epidemias en las regiones tropicales de África y América.

Desde una perspectiva epidemiológica, se reconocen tres ciclos principales de transmisión:

  1. Ciclo selvático (zoonótico): Constituye el ciclo de mantenimiento natural del virus en ecosistemas tropicales boscosos. En este contexto, el YFV circula entre primates no humanos —principalmente del género Alouatta, Cebus y Ateles— y mosquitos silvestres hematófagos como Haemagogus janthinomys, Haemagogus leucocelaenus y Sabethes chloropterus. Los humanos pueden infectarse incidentalmente al ingresar a estos hábitats, actuando como hospedadores terminales.
  2. Ciclo intermedio (rural): Típico de ciertas zonas de África, pero con condiciones similares en áreas de transición rural-selvática en América Latina. Involucra la transmisión entre humanos y mosquitos en áreas donde coexisten vectores silvestres y domésticos, junto con poblaciones humanas y primates, lo que favorece brotes localizados.
  3. Ciclo urbano: En este ciclo, el principal vector es Aedes aegypti, mosquito domiciliario altamente antropofílico. La transmisión ocurre de humano a humano a través de la picadura del mosquito, sin requerir un hospedador animal intermedio. Este ciclo ha sido responsable de epidemias urbanas históricas en América Latina y sigue siendo una amenaza latente, especialmente en contextos de baja cobertura vacunal y condiciones favorables para la proliferación del vector.

En Colombia, el virus de la fiebre amarilla es endémico en regiones de la Amazonía, la Orinoquía y el Magdalena Medio, entre otros. Aunque no se han registrado brotes urbanos en décadas, persiste el riesgo de reurbanización del virus, favorecido por la amplia distribución de Aedes aegypti, el aumento de la movilidad humana, la deforestación, y las modificaciones en el uso del suelo que incrementan el contacto entre humanos y fauna silvestre.

La principal estrategia de prevención es la vacunación, mediante la vacuna 17D, un preparado de virus vivo atenuado desarrollado en 1937, que ha demostrado una eficacia superior al 95 %. La Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud de Colombia recomiendan una única dosis de por vida a partir de los 9 meses de edad, tanto para personas residentes en zonas endémicas como para viajeros internacionales. La inmunización no solo protege al individuo, sino que fortalece la inmunidad colectiva, limitando el riesgo de brotes urbanos.

Además de la vacunación, el control vectorial, la vigilancia entomológica y la vigilancia epidemiológica activa son fundamentales. El uso de medidas de protección personal —como repelentes, ropa de manga larga y mosquiteros— ayuda a reducir el riesgo de infección. En áreas urbanas, la eliminación de criaderos potenciales de mosquitos es una estrategia clave. Igualmente, la notificación oportuna de casos humanos, la vigilancia de epizootias en primates no humanos y la caracterización molecular de cepas virales permiten monitorear la circulación del virus y anticipar posibles brotes.

En este contexto, es prioritario fortalecer las capacidades de diagnóstico virológico, investigación de campo, educación en salud pública y participación activa en redes de vigilancia. Un conocimiento profundo de la biología del virus, la dinámica de sus ciclos de transmisión y los factores ecológicos y sociales asociados resulta esencial para prevenir la reemergencia urbana de esta enfermedad históricamente devastadora.

 

Bibliografía y páginas de consulta

  1. World Health Organization (WHO). (2023). Yellow fever – Key facts. Disponible en: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/yellow-fever
  2. Instituto Nacional de Salud (INS). (2024). Protocolo de Vigilancia en Salud Pública – Fiebre Amarilla. Disponible en: https://www.ins.gov.co/buscador-eventos/Lineamientos/Pro_Fiebre%20amarilla%202024.pdf
  3. Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia. (2023). Guía para la vigilancia, prevención y control de la fiebre amarilla. Disponible en: https://www.minsalud.gov.co
  4. Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2023). Fiebre Amarilla – Información técnica y actualizaciones regionales. Disponible en: https://www.paho.org/es/temas/fiebre-amarilla
  5. Barrett, A. D. T., & Higgs, S. (2007). Yellow fever: a disease that has yet to be conquered. Annual Review of Entomology, 52, 209–229. https://doi.org/10.1146/annurev.ento.52.110405.091454
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  8. Vasconcelos, P. F. C. (2018). Yellow Fever in Brazil: Thoughts and hypotheses on the emergence in previously free areas. Revista de Saúde Pública, 52, 1–9. https://doi.org/10.11606/S1518-8787.2018052000846 
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