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Wilmer cambió de chip: pasó del mundo informático al de las conexiones neuronales y anatómicas a través de la Atención Prehospitalaria

Febrero 14 de 2025

Desde pequeño Wilmer Steven Román Acevedo se destacó académicamente. Estudió en el Colegio Pablo VI, del cual egresó en 2006, siendo el segundo mejor bachiller. Los números siempre han sido lo suyo. Por eso, cuando se graduó, comenzó a hacer cálculos y como las matemáticas no fallan, al ver que las sumas de los gastos familiares superaban los ingresos, se vio obligado a aplazar su sueño de ingresar a la universidad.

Durante un tiempo se dedicó solamente a trabajar. Luego, combinó la vida laboral con la academia y realizó varias técnicas, entre ellas, una en sistemas y una tecnología en desarrollo de software, títulos que le permitieron desempeñarse por muchos años como analista de soporte y programador en varias compañías de la ciudad. 

“Siempre me ha interesado la vida académica, por eso he hecho varias técnicas, cursos, diplomados y talleres. Actualmente, estoy en noveno semestre de Ingeniería de Sistemas, un mundo que conozco y que en cierta medida es mi zona de confort”, expresó Wilmer, quien desde la escuela tenía un interés genuino por el área de la salud, pero decidió aprovechar las oportunidades que la vida le fue presentando a través de la informática para garantizar el bienestar de su familia.

Sin embargo, hace 3 años mientras estaba con su mamá en la sala de espera de una clínica, su deseo por ser un profesional de la salud revivió. ¿Qué pasó?

“Mi mamá tiene depresión. Entre 2021 y 2022 ella vivió una crisis. Un día mientras esperábamos que la atenderían, me miro y me dijo que siempre me había imaginado trabajando en un hospital”, contó Román Acevedo. Por varios días, esa frase quedó retumbando en su cabeza y comenzó a preguntarse si estudiar medicina, enfermería u otra carrera del área de la salud le serviría de estimulo a su mamá.

Y para saber la respuesta, decidió jugarse el todo por el todo. Así que comenzó a prepararse para el examen de la UdeA, lo hizo en secreto, pues, no quería darle falsas ilusiones.

Revisó el plan de estudio de todos los pregrados del área de la salud que tiene nuestra Alma Máter y luego de analizarlos y siendo consciente de su realidad, se presentó a Atención Prehospitalaria, un pregrado que le permite trabajar para aportar económicamente a su hogar y garantizar el bienestar de su hija, porque desde hace 9 años es, orgullosamente, papá.

En 2024 se presentó a nuestra Alma Máter y pasó, obtuvo el segundo mejor puntaje. Con el cupo asegurado llegó a casa y como de costumbre comenzó a dialogar con su mamá. En medio de la conversación le dio la noticia: “Mamá pasé a la Universidad de Antioquia”. Ella emocionada comenzó a llorar, lo hizo durante una semana. Y entre lágrimas y palabras de orgullo se dedicó a contarle a las vecinas, amigas, familiares y contactos en redes sociales que su hijo ahora estudiaría en la UdeA y que pronto estaría en los corredores, consultorios y salas de espera de clínicas y hospitales del Valle de Aburrá.  

“La reacción de mi mamá y la forma cómo comenzó a comportarse reafirmó mi decisión, porque desde antes de comenzar a estudiar sentí que ya había salvado una vida, la más importante para mí, la de mi mamá”, expresó el joven.

En el segundo semestre del año pasado, Wilmer comenzó sus clases y como todo un experto en sistemas, le tocó formatear su disco duro y cambiar de chip para comprender el amplio, complejo y mágico mundo del cuidado, la prevención, la atención y rehabilitación de la máquina más potente que existe: el cuerpo humano.

Como él es su mayor competencia, desde el primer día creó un plan para aprender, ayudar a otros y destacarse en las aulas. Así que comenzó a investigar por su cuenta sobre los temas a tratar en las clases para llegar con dudas puntuales y aprovechar al máximo a sus docentes, con 3 compañeros más fundó un grupo de estudios y después de las clases repasa una o dos horas, dependiendo del nivel de exigencia del tema, lo que le ha permitido obtener notas sobre 4.

Es preciso mencionar que, para mantener su buen nivel académico Wilmer renunció a su empleo y comenzó a trabajar como independiente, ofrece desde servicios de soporte técnico y desarrollo de software, hasta clases de matemáticas para niños y adolescentes.

“Para mi ser parte de la Facultad y estudiar Atención Prehospitalaria es un orgullo. Para mi mamá es una motivación, su estado de salud ha mejorado notoriamente, ahora toma menos medicamentos por recomendación de los doctores, es muy activa y disciplinada. Y para mi hija busco ser un buen ejemplo”, afirmó el representante de la segunda cohorte de la Tecnología en APH sede Medellín, quien no solo tiene entre sus planes graduarse y ejercer. También quiere estudiar fisioterapia, programa que próximamente ofertará la Facultad en articulación con el Instituto de Educación Física y Deporte, y hacer un posgrado. Además, sueña con ser docente su Alma Máter.

“Aquí están los profes más tesos que he conocido y esa condición es un reto y una motivación mayor para esforzarme y ser cada vez mejor. Por eso soy como una esponja, absorbiendo lo que más puedo, poniéndolo en práctica en mi vida personal, familiar, deportiva y social. En resumen, la Facultad me ha dado muchas cosas: aprendizajes, nuevas experiencias, amigos y un conocimiento que es aplicable”, concluyó Wilmer.

Y a vos, ¿qué te ha regalado la Facultad?

 

 

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