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Ciencia

¿Qué se sabe sobre los viajes en el tiempo?

31/05/2023
Por: Natalia Piedrahita Tamayo- Periodista

Más allá de los relatos fantásticos y las máquinas surreales que aparecen en los libros y las películas relacionadas con los viajes en el tiempo, estos constituyen uno de los campos de estudio de la ciencia —sobre todo de la física—. Teóricamente, los viajes al pasado y al futuro pueden ser posibles, pero se tienen muchas preguntas sobre cómo hacerlos.

Ilustración: Carolina Gomes.

Piense en esto: usted necesita llegar desde Medellín al municipio de Barbosa, pero antes se detuvo en Niquía, que hace parte del trayecto. No importa cuándo llegue a su destino —Barbosa— Niquía seguirá existiendo, aunque usted ya no esté en ese lugar. A primera vista, esta situación puede parecerle básica y simple, pero es un punto de partida para desmitificar y entender los viajes en el tiempo.

Este campo del conocimiento, que ha sido fuente de relatos como El fin de la eternidad, de Isaac Asimov, en la literatura, y Volver al futuro, de Robert Zemeckis, o Interestelar, de Christopher Nolan, en el cine, es más que una discusión sobre máquinas para viajar en el tiempo: «La definición del tiempo desde la física es muy sencilla, ya que necesitamos generar saberes y conocer los viajes en el tiempo desde lo posible. Entonces, hemos acordado que todo en el Universo está en lugares diferentes y que necesitamos convenciones para ubicar las situaciones y las cosas —longitud, latitud, tiempo—.  Sin el espacio no hay tiempo y sin el tiempo no hay espacio: forman una sola cosa», destacó Jorge Iván Zuluaga Callejas, profesor e investigador del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Desde el pregrado de Astronomía se estudian diferentes perspectivas del espacio-tiempo.

Hasta que en 1915 el físico Albert Einstein formuló la Teoría General de la Relatividad, la filosofía fue el campo del saber en el que se inscribía el estudio del tiempo y en ella se consideraba que solo existe el presente —ni el pasado, ni el futuro—. La idea del tiempo como lugar, propia de la física moderna, es relativamente nueva y abrió un campo de posibilidades para su estudio: el pasado sigue existiendo y se debe indagar, desde lo fáctico, cómo ir a él. Zuluaga Callejas advierte que esta última cuestión ha primado en la discusión y que es posible que por ello se tengan pocas certezas sobre los viajes en el tiempo. Es necesario pensar más en lo primero.

«El tiempo y el espacio han sido tratados desde la física como conceptos diferentes, pero la reciente unión de ellos abre posibilidades de estudio interesantes: los momentos de la historia son lugares y podemos visitarlos», comentó Óscar Alberto Zapata Noreña, físico e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UdeA, quien resaltó que el tiempo es un asunto de estudio de casi todos los investigadores de física teórica, pero que en Latinoamérica no se financian investigaciones sobre él.

«Mientras vives, estás viajando a lo que hemos llamado futuro. Así pues, todos tenemos garantizada gratuita y democráticamente un viaje en la vida al futuro. Lo curioso es que se puede hacer a distintas velocidades, porque en el pasado se pensaba que todos viajamos al mismo tiempo —como si el tiempo fuera un río—, pero la ciencia nos ha mostrado que no todos lo hacemos a la misma velocidad», detalló el investigador.

Aunque las personas de un territorio no viajan en el tiempo a la misma velocidad y, por tanto, no envejecen igual. Los astronautas de la Estación Espacial, por el efecto del movimiento y la gravedad, viajan y envejecen más lentamente que aquellos que están parados en la Tierra. Lo mismo le sucedería a un cuerpo que viaje a la superficie de Júpiter o a una estrella de neutrones. Esto es un indicio de que el tiempo es relativo.

Otras miradas al estudio del tiempo

En el envejecimiento o en la evolución de una situación se tiene un ejemplo de viajes en el tiempo. Sin embargo, las convenciones, los relojes y calendarios, que han sido las maneras de contar los instantes en los que el ser humano hace las cosas, determinan que se vean estos lapsos de una forma determinada. Las fuentes señalan que al dejar de lado esas convenciones se pueden aportar nuevas miradas al estudio del tiempo.

«Hay que pensar que los viajes en el tiempo son viajes y viajar es difícil. Aunque ya sabemos que los viajes en el espacio existen, aún nadie ha ido a la galaxia de Andrómeda. Puede ser que viajar al pasado sea tan difícil como ir a esa zona del Universo. En ese sentido, en los laboratorios se hacen viajes pequeños: toman una partícula elemental y hacen que recorra el presente dos veces. Son temas complejos, que a veces están en los titulares de prensa, pero que están llenos de mitos y en su desmitificación está su comprensión», opinó Zuluaga Callejas.

Un performance solitario

El 28 de junio de 2009, el astrofísico Stephen Hawking realizó una fiesta-experimento en un salón de la Universidad de Cambridge: supuso que en el futuro una civilización avanzada inventó una máquina del tiempo y organizó una fiesta para que turistas del futuro lo visitaran. Hubo torta, botellas de vino y un gran aviso de bienvenida. Se quedó esperándolos toda una noche y, al otro día, escribió invitaciones que decían: «Hola, viajera en el tiempo. Te invito a mi fiesta que ocurrió ayer», les dio todas las coordenadas y luego las guardó en un cajón.

Zuluaga Callejas explicó que a aquella celebración no llegó ningún viajero. «La conclusión de Hawking fue que no existen los viajeros en el tiempo que descubrieran sus invitaciones, pero le quedaron estas pistas a él y a la ciencia: ¿dónde están esos turistas?, ¿se viaja al pasado o al futuro en la misma dimensión?, ¿es necesario el cuerpo para dicho traslado? Si los turistas van a Roma y allá se ven, ¿por qué a estos no los vemos?».

Universos paralelos, otra perspectiva

Existe otra idea planteada por el físico Kip Thorne: si estás en el 2022 y viajas, por ejemplo, al momento en que Jorge Isaacs escribió María —1886— llegarías a ese punto del pasado, pero ¡en paralelo! «podrías participar o modificar algo, pero como experimentarías otro plano de la realidad afectarías el futuro de ese plano, no el del plano de la realidad del que provienes; como si la realidad tuviera estrato», explicó Zuluaga Callejas.

Para ambas fuentes, la simpleza es una clave para este tipo de preguntas y cada vez más se abandona la idea de una máquina de laboratorio ante las pistas que pueden dar los experimentos mentales. También se debe examinar lo que está a la mano: los libros, por ejemplo, pueden transportar al lector a las mentes del pasado, en un diálogo no directo que, sin embargo, alcanza dimensiones diferentes en cada persona.

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