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Academia Sociedad

Entre firmas y estrategias, la pregunta por el papel actual de los partidos políticos

20/11/2021
Por: Yenifer Aristizábal Grajales - Periodista

¿Por qué tantos precandidatos disputan la contienda presidencial de 2022? Además de la cantidad, está la forma: muchos de estos apelan al mecanismo de firmas para validar su candidatura, lo que revive la pregunta por el papel de los partidos políticos en la actualidad nacional. 
 

Ilustración: Carolina Gomes

Para las elecciones presidenciales en Colombia del 29 de mayo de 2022 se han inscrito hasta ahora alrededor de 30 precandidatos —para las anteriores algunos medios llegaron a enunciar cerca de 50. De acuerdo con el calendario electoral publicado por la Registraduría Nacional del Estado Civil, la etapa preelectoral llega hasta el 13 de diciembre, fecha en la cual vence el periodo de inscripción de candidatos, inicia la propaganda en el espacio público y se publica el censo electoral. 

Esta cantidad de hombres y mujeres que aspiran a ser elegidos como el próximo presidente en las urnas se debe a que transitamos por la etapa de precandidaturas. Las dinámicas de elección interna en los partidos se desarrollan actualmente, y algunos precandidatos buscan visibilidad, aunque no tengan mayores posibilidades de ser elegidos. 

«Se entiende como un mecanismo para visibilizarse dentro del partido u organización política y eventualmente representarlo», explicó el profesor Juan Carlos Arenas Gómez, director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

Señaló también que, salvo que sea un partido político pequeño y bien estructurado en términos de jerarquía organizativa, las colectividades actuales cuentan con líderes en posiciones de poder horizontales, es decir, no hay una estructura jerárquica que visibilice más a un candidato sobre otro pues algunos de estos ejercieron un cargo parlamentario, lo ostentan actualmente o han tenido alguna figuración política como precandidato dentro del partido en otra temporada. 

Aunque hay suficiente tiempo para que se depuren las precandidaturas y los partidos adelantan sus procesos internos de selección de candidatos, el profesor y politólogo señaló que lo particular de esta contienda es que ha habido una «precampaña, una etapa de calentamiento muy larga y muy ruidosa, por la cantidad de espacios donde se estaban moviendo estos precandidatos, tanto al interior de los partidos como en estas discusiones alrededor de quien no tienen ese respaldo y pretenden hacerlo a través de una coalición».

Aparte de las elecciones al interior de las colectividades, algunos candidatos se han lanzado a través de la recolección de firmas que, según Arenas Gómez, tiene un doble cariz: por una parte, es usada por aquellos que no cuentan con el soporte institucional de un partido y este mecanismo les permite conseguir respaldo para llegar al final de la contienda. Por otro lado, existe uno «menos transparente» y es en el que, a pesar de contar con el respaldo de una coalición, el precandidato «aprovecha la etapa y el espacio que se abre para la recolección de firmas —ocho meses— y empieza a calentar motores en su campaña, a hacer contactos con la ciudadanía, con algunas redes políticas y clientelistas locales, sin las cuales su aspiración se vería más opaca».

El papel de los partidos políticos 

En 2020 más del 77 % de los colombianos no se sentía cercano a ningún partido político, de acuerdo con las cifras de la Corporación Latinobarómetro, ONG chilena sin fines de lucro que publica anualmente un estudio de opinión pública en 18 países de América Latina en temas relacionados con el desarrollo de la democracia, la economía y la sociedad. Solo un 21.5 % se siente cercano a un partido político mientras un 1.4 % decidió no contestar.

De 1200 personas entrevistadas, ante la pregunta ¿Por cuál partido votaría si este domingo hubiera elecciones?, el 9.7 % respondió en blanco o nulo y el 42.9 % que por ninguno de la lista —entre los que se encontraban el Partido de la U, Cambio Radical, Partido Conservador, Partido Liberal, Polo Democrático, Movimiento MIRA, Movimiento AICO, Alianza Social Independiente, Centro Democrático, Alianza Verde, Movimiento MAIS y Alas Equipo Colombia—. 

Esto también tiene que ver con un proceso de desinstitucionalización de los partidos políticos y, al mismo tiempo, una personalización de las campañas. «Esto significa que hoy los partidos no son tan importantes para llegar al poder, sino tener carisma y una buena personalidad; por eso las candidaturas empiezan a girar en torno a las personas y no a las instituciones», explicó Pedro Piedrahita Bustamante, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Medellín.

Pese a esta personalización y la desinstitucionalización de los partidos, la dinámica electoral no puede aislarse de estos: «El papel de estos es secundario en campaña mediática. En el marketing político, estos no aparecen mucho porque los candidatos se tienen que mostrar frescos, alejados de las formas políticas tradicionales, pero van a cumplir un rol muy importante al momento de poner a funcionar las redes políticas y la maquinaria que, en últimas, es como se mueven los votos», indicó Piedrahita Bustamante. 

Las firmas como estrategia 

Piedrahita Bustamante señaló que los movimientos por firmas han tomado fuerza en los procesos electorales a nivel nacional desde 2017, aunque ya lo habían hecho a nivel subregionales.  Para el docente este movimiento se da con el propósito de desligarse de la política «desprestigiada», mal vista por los ciudadanos y por la que los colombianos sienten, en general, «apatía y desprecio». 

La cantidad de candidatos es un «espejismo», según el profesor Fabio Humberto Giraldo Jiménez, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, quien señaló, además, que los movimientos de firmas son una «estrategia electoral para eludir el desprestigio de los partidos políticos, aunque sin eludirlos, porque vuelven a ellos. La firma es un gancho para poder recuperar el favor de estos partidos y sus avales».

Giraldo Jiménez agregó que el aval es crucial en la relación de los movimientos políticos con personería jurídica y los aspirantes a la elección popular. De acuerdo a la Registraduría Nacional estos avales son entregados por un representante legal del partido o movimiento político o por quién este delegue de manera expresa. 

Si no fuera porque mantienen esos avales, los partidos políticos no existirían, ni de nombre, expresó el docente para quien las firmas resultan —ante la mirada de los precandidatos— más representativas que presentarse por partidos políticos desde el comienzo de su aspiración, pues estos están en crisis así como lo está el modelo de democracia. «En el fondo lo que hay es una crisis en la democracia representativa y los partidos políticos fueron los que condujeron a ella: por corruptos y por ineficientes», agregó.
 

Esta crisis no es nueva. Sin embargo, en países como Colombia se expresa de forma más dramática: «Terminaron trabajando para ellos mismos, para sus cuadros y para los financiadores de sus campañas, para intereses específicos y abandonaron la idea original que era trabajar por intereses generales», dijo.

En medio de esta crisis de institucionalidad, las próximas elecciones implican un desafío no solo para los votantes en su toma de decisiones sino para los partidos políticos que buscan posicionarse en medio de su falta de credibilidad y legitimidad: además para los candidatos que maniobran entre mecanismos de respaldo de un grupo significativo de ciudadanos, el aval requerido para participar en la contienda y las redes políticas locales que se consideran necesarias para asegurar los votos.   

Pese a que la crisis de los partidos políticos y la democracia participativa no es nueva — y por eso existen mecanismos de control en la Constitución Colombiana como la revocatoria de mandato y el cabildo abierto— estos no mueren; por el contrario, se reproducen  y fluctúa la cantidad de los que consiguen su personería jurídica al tiempo que promueven nuevos liderazgos. Se mantiene en vilo su legitimidad y representatividad popular, más allá de su relación con élites políticas y económicas que representan intereses particulares y desvirtúan su labor de intermediación ciudadana. 

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