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Academia Ciencia Cultura

Simbologías del pasado de la región Cartama 

23/08/2022
Por: Natalia Piedrahita Tamayo- Periodista

Támesis es el municipio con mayor concentración de petroglifos de Colombia. Hasta hoy se han registrado en sus veredas y casco urbano más de 1000 grabados en 120 piedras. Investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas han inventariado y analizado las marcas de los grupos humanos que habitaron esta zona aledaña al río Cartama. 

Los adornos en la cabeza de las figuras antropomorfas hacen referencia a un rango alto en la organización social. Foto: Alba Nelly Gómez García.

En los primeros meses de 2022 se encontraron 20 nuevos grabados en piedras en las veredas de la parte baja del municipio de Támesis, las más cercanas al río. El hallazgo engrosa el catálogo de hallazgos rupestres de los antropólogos y arqueólogos de la Universidad de Antioquia en el Suroeste antioqueño, una ventana a los grupos humanos que habitaron la zona en épocas precolombinas. 

No solo es esa localidad. El suroeste antioqueño tiene cinco núcleos o concentraciones arqueológicas: Fredonia, Titiribí, Venecia, Jericó y Támesis. En estos municipios se han encontrado caminos, cuevas, cementerios, tumbas de foso con cámaras laterales, abrigos rocosos funerarios y otros vestigios que dan cuenta de las actividades desarrolladas por los ancestros habitantes de estas zonas. Al lado del río Cartama —brazo del Cauca —, justo en Támesis, se dan numerosos encuentros de petroglifos. 

La palabra «petroglifo», de origen griego, está compuesta por las partículas pétra —roca— y glyphos —tallado—, y designa las representaciones que se hacen por incisión en las piedras: «Dentro del arte rupestre hay pinturas y grabados en rocas. Cuando se dice que son manifestaciones “rupestres” se está afirmando que son en la roca. Lo que hemos estudiado nos muestra que con una roca más dura esculpían en bajo relieve en otra, marcando un canal en la piedra», explicó Alba Nelly Gómez García, antropóloga e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, y autora de varios estudios e inventarios de petroglifos en Antioquia. 

En 2004, Gómez García comenzó a estudiar las estructuras funerarias de los grupos prehispánicos que habitaron la región donde está ubicado hoy el municipio de Jericó. A partir de esa experiencia se internó en otros sitios como Tarso, Valparaíso, Caramanta y Támesis; este último se convirtió en su sede de investigación desde que descubrió la cantidad de piezas en forma de petroglifos. 

Hasta ahora los registros que se han analizado en Támesis evidencian que estas inscripciones simbólicas se realizaron entre los siglos II y V d. e. c. La mayoría de los hallazgos, que se han dado en rocas de las veredas El Rayo, El Encanto, San Luis, El Hacha y Otrabanda, son representaciones, entre abstractas y realistas, de figuras espirales, geométricas, antropomórficas, zoomorfas y antropozoomorfas. En todos los casos son trazas que delatan formas de apropiación del espacio, aunque su uso y función son aún una incógnita para los investigadores. 

La recolección de información se hizo a partir de fichas en las que se detalla el contexto, la georreferenciación, la descripción y los dibujos de las figuras que se aprecian en las rocas. También se registraron entrevistas a actores claves —habitantes de los puntos en los que se dan los hallazgos e investigadores del tema— y gestores culturales del municipio, así como registro fotográfico y diarios de campo. 

«Lo primero era el inventario y la distribución. Que estén ahí no es gratuito, tiene que ver con la disposición del paisaje y su relación con él. Tenemos que analizarlos en conjunto con las rutas de movilidad, los sitios de enterramientos, de habitación y con el uso de las aguas por parte de los grupos que habitaban la región. No son hechos aislados, es fundamental analizar también el contexto y el entorno en el que fueron ideados y trazados», precisó Gómez García. 

Los investigadores de petroglifos han empleado diferentes herramientas y metodologías para su análisis y registro. Anteriormente se pintaban con tizas y después se calcaban; también usaron agua, ya que la humedad resalta las profundidades de la roca. En la actualidad usan luz, con linternas o la iluminación de la Luna, ya que es más fácil mirarlos en la noche —— porque los haces reflejan los hundimientos. 

La ubicación de los petroglifos y sus representaciones pueden señalar caminos o rutas que trazaron los ancestros y que fueron importantes para su orientación o llegada a diferentes puntos de su geografía. «Para los indígenas cada lugar tiene su función o tiempo: hay un espacio para la siembra, otro para el agradecimiento de la cosecha, para pasar la noche, otros para ver el atardecer, para la ceremonia», destacó Pablo Arbeláez, arqueólogo, ingeniero ambiental e investigador de petroglifos. 


Graciliano Arcila Vélez y otro hombre en la roca El Naranjo, Támesis, 1954. Fotografía: Archivo Fotográfico Museo Universitario- MUUA.

El arqueólogo Graciliano Arcila Vélez (1912-2013) fue el primer investigador que estudió los petroglifos de Antioquia. Además de fundar la Sociedad Etnológica de Antioquia, el Departamento de Antropología y el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, se destacó como profesor de áreas de etnografía y le dedicó gran parte de su vida académica al análisis de la cultura material prehispánica. Uno de sus hallazgos fue la roca El Pirú, ubicada en la vereda el Rayo, en Támesis, en la que se ven más de 50 figuras geométricas, zoomorfas, antropomorfas y antropozoomorfas. 

Insignias de lo ordinario y lo extraordinario 

Los patrones geométricos se repiten en los petroglifos de las veredas El Rayo, El Encanto y Otrabanda, en el municipio de Támesis. Foto: Alba Nelly Gómez García.

En su Estudio iconográfico de las manifestaciones rupestres en el municipio de Támesis, Antioquia, la antropóloga Ángela María Velásquez Castro explicó que, según los relatos del cronista español Fray Pedro Simón, «los indígenas de esta área eran catíos, cartamas, caramantas y ansermas. Dichos grupos evidenciaban su posición jerárquica a partir de sus viviendas, sus ornamentos y en su ajuar funerario. Los hallazgos en sus tumbas permiten deducir que creían en la posibilidad de comunicarse con los dioses o en una vida después de la muerte». 

En diálogo con Alma Mater, según Velásquez Castro se puede hablar de una «gran cultura Cartama» que habitó la zona hace aproximadamente 1800 años. En las rocas hay patrones representativos que se repiten en diferentes ubicaciones: el ícono del diablo —también conocida como la batica, por su similitud a un vestido—, las espirales y las figuras zoomorfas son constantes en algunas de ellas. 

«Son detalles clave en las representaciones de Támesis. Algunos investigadores hablan de que estas señalan procesos y rituales de maternidad y parto. En la piedra del Pirú hay varias de estas y pueden también simbolizar una celebración de la vida. Desde mi perspectiva son, ante todo, elementos que permiten organizar el territorio de acuerdo con sus características», opinó Gómez García. 

En la casa de la cultura del municipio de Támesis está el Museo Arqueológico Cartama, donde se recogen algunos vestigios del arte rupestre hallados en la zona. Entre las figuras antropomorfas que se han reconocido, una de las más abundantes está asociada a la representación del curandero o el chamán. «Algunos tienen coronas en la cabeza o plumas u hojas en las extremidades. En diversos trazos en piedras están representados y también se ven en figuras en pinturas y orfebrería. Una revisión a la literatura sobre representaciones precolombinas permite apreciar que es una figura relacionada con el ritual y la conexión con una vida después de la muerte», concluyó Velásquez Castro. 


A través del Instituto Colombiano de Antropología, los investigadores registran las nuevas pinturas o grabados que se van encontrando en el país. Hasta ahora el registro de mayor concentración es Támesis; sin embargo, en otros lugares como El Colegio, municipio de Cundinamarca, se han observado gran cantidad de petroglifos, pero en menor concentración. 

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