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Ciencia Gente UdeA

Ángela Restrepo Moreno: la ciencia como centro de vida

16/03/2022
Por: Ronal Castañeda Tabares - Periodista

El método científico fue connatural a la vida de Ángela Restrepo Moreno. Desde pequeña le gustaba preguntar por qué y con los años aprendió a responder con persistencia y rigurosidad. Su amor por la investigación, que transmitió a nuevas generaciones, la hizo igualmente querida y admirada. Siempre recordó que la chispa que le encendió el fuego de la curiosidad fue el microscopio de su abuelo, un legado que ella le heredó a la Universidad de Antioquia 

Ángela Restrepo Moreno durante la celebración de los 200 años de la Universidad de Antioquia, en 2003. Foto: archivo periódico Alma Máter.

Vio un microscopio por primera vez cuando tenía 7 años. Julio Restrepo Arango, su abuelo, uno de los primeros médicos graduados de la Universidad de Antioquia, tenía una botica en el portón de una casona del barrio Prado, entre las calles Ecuador y Miranda, donde atendía a pacientes y vendía los remedios que él mismo preparaba. Angelita pasaba por el corredor y veía en la vitrina un aparato de metal dorado, brillante y pesado, con una lupa y un espejo.

—¿Qué es eso? —le preguntaba la pequeña a sus tías.
—Es un microscopio —le contestaban una y otra vez. 
—¿Y para qué sirve? —insistía la niña.
—Para ver cosas chiquitas —le decían a la observadora Angelita—. Para ver los microbios que dan enfermedades que su abuelo cura. 

Esas cuatro palabras, «microscopio», «cosas chiquitas», «enfermedades» y «cura»,  marcaron desde pequeña la vida de «La Doctora», como algunos de sus compañeros llaman a Ángela Restrepo Moreno, fallecida el 3 de febrero de 2022. Ella contaba esta historia cada vez que le preguntaban cómo se había convertido en científica. No perdía oportunidad para recordar a su abuelo; también le servía para que sus estudiantes aprendieran a ver, como ella vio, la inmensidad en lo más pequeño.

Los microscopios la siguieron en el bachillerato. Recordaba el libro Cazadores de microbios, del médico y bacteriólogo estadounidense Paul de Kruif, en el que se describe la obra de científicos que crearon las bases para conocer y comprender la vida a través de estos instrumentos ópticos. Entre ellos conoció a Anton van Leeuwenhoek (1632-1723), uno de los primeros microscopistas y precursor de la microbiología, entre otros personajes que estudiaron a los «asesinos invisibles» que causan enfermedades.

Apuesta por los jóvenes

Luego de una trayectoria profesional destacada por publicaciones, estudios y con varios reconocimientos nacionales e internacionales encima, fue llamada en 1993 a integrar la primera Misión de Sabios, un grupo de intelectuales que tenía como tarea construir una hoja de ruta para la educación, ciencia, tecnología e innovación en el país de cara al siglo XXI. Ella fue la única mujer entre 10 comisionados —ver cronología—.

En 1994 los intelectuales entregaron el informe Colombia: Al filo de la oportunidad, que pretendía «una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma, que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética y tal vez una estética para nuestro afán desaforado de superación personal».

Veintiún años después de la publicación del informe, La Doctora mencionó que aún encontraba razones para seguir luchando por la educación y la ciencia: «Hoy [el informe] revela la capacidad que tendría el país de salir adelante por medio de la investigación y la preparación académica de quienes van a regir el país en unos años», recalcó en 2015.

Restrepo pensaba que Colombia tenía una riqueza muy grande e inexplotada en jóvenes que podrían convertirse en investigadores del futuro. Como parte de los aportes en la Misión de Sabios, Restrepo Moreno buscó estudiantes con aptitudes para la investigación. Para ello usó el método psicotécnico de entrevistas 16 factores de personalidad, 16 PF, un cuestionario tradicionalmente usado por empresas para la selección de empleados. Primero utilizó el test en docentes y científicos reconocidos y con experiencia, y en docentes que no hacían investigación; basados en esos resultados encuestaron, ella y su equipo, cerca de 900 estudiantes de siete universidades y encontraron que el 10 % tenía aptitud para la ciencia. «Lo que buscábamos era encontrar a ese individuo que podía cruzar montañas solo, sin guía ni mapa», le confesó a la periodista Lisbeth Fog en un perfil suyo, publicado en 2019 en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República.

Un hongo raro

Pese a su importante labor en la educación, el aporte más destacado de Ángela Restrepo Moreno fueron sus investigaciones alrededor de los hongos, especialmente de la familia Paracoccidioides spp., que produce una enfermedad llamada paracoccidioidomicosis, a veces confundida con la tuberculosis, ya que presenta síntomas similares.

«Ella estudió ese hongo en sus últimos 60 años. Aunó fuerzas con un gran número de alumnos y colaboradores para incursionar en todos los campos de esa enfermedad. En los mejores libros de microbiología y toneladas de publicaciones internacionales en inglés de alto impacto, siempre fue la investigadora y autora de los artículos que trataban de esa enfermedad», comentó Juan Guillermo Mc Ewen Ochoa, fundador (1991) de la Unidad de Biología Celular y Molecular de la Corporación para Investigaciones Biológicas —CIB— e investigador de la Facultad de Medicina de la UdeA, donde ahora se dedica al estudio de este hongo.

«En todos los campos de la ciencia dejó nuevos conocimientos, especialmente en la línea de micología. Ella mejoró la manera en la que se hacen diagnósticos, las metodologías; en cómo entender las presentaciones clínicas de las enfermedades; en la epidemiología, ayudó en ensayos y protocolos de nuevos medicamentos», comentó el profesor Ángel González Marín, docente con posdoctorado en Micología Médica y joven investigador de La Doctora, ahora dedicado a estudiar el paracoccidioidomicosis en la Escuela de Microbiología de la Alma Máter.

Característica humildad

Durante los años de estudio dedicados a esta enfermedad, ella y otros profesionales de Colombia, Brasil y Estados Unidos, lograron identificar que había otros agentes involucrados en el hongo. Además de la especie más generalizada, la Paracoccidioides brasiliensis, identificaron una que se encuentra en zonas tropicales de Colombia, en las llanuras del Caribe y valles de los ríos Cauca y Magdalena, registrada  en la literatura científica por sus alumnos —en honor a Restrepo Moreno— como Paracoccidioides restrepiensis.

En ese momento ella rechazó que su apellido fuera el de la especie, por su aversión a figurar y su «característica humildad», como la recuerda el doctor Mc Ewen Ochoa desde que la conoció en 1980, mientras cursaba los primeros semestres de Medicina en la UPB, muy cerca del laboratorio que tenía La Doctora en el Hospital Pablo Tobón Uribe. En sus palabras, tenía un nivel académico brillante y su forma de enseñar era con «mucho amor y estricta», pero no le interesaba figurar. Ni fotos, ni entrevistas, ni reconocimientos, ni homenajes, ni celebraciones, ni cumpleaños en octubre. Sus medallas eran los mismos estudiantes que había formado.


El antiguo microscopio del abuelo de Angela Restrepo hará parte del Museo para la Vida. Foto: cortesía Facultad de Medicina.

El decano de la Facultad de Medicina de la UdeA, Carlos Alberto Palacio, ve en ella un referente: «En los procesos formativos de la Universidad de Antioquia existe el “modelamiento”. Ángela Restrepo es ejemplo de una vida con responsabilidad social, académica y científica. Tiene que permanecer como un símbolo y una representación universitaria de lo que debe ser un académico para muchas generaciones».

Antes de su fallecimiento, dejó por escrito en su testamento que, como un acto simbólico de esa historia que la llevó a ser científica, le donaría el microscopio de su abuelo a la Facultad, a la que estuvo vinculada durante la mayor parte de su carrera. El objeto hará parte del Museo para la Vida, un proyecto de ciudad donde estarán resguardados los instrumentos que marcaron la historia de la salud en Antioquia.

Cronología*

1931
Nació el 28 de octubre en Medellín. 

1942 
Estudió en el colegio para mujeres La Presentación de Medellín. Se graduó de bachiller en 1950.

1954
Se graduó como tecnóloga de Laboratorio Clínico, en la Escuela de Tecnología Médica del Colegio Mayor de Antioquia. 

1955
Durante tres años trabajó como tecnóloga médica y monitora de prácticas en el Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.

1958
Viajó a Estados Unidos a estudiar una maestría en Ciencia, en la Universidad de Tulane, New Orleans, EE.UU. Regresó en 1960 a hacer un doctorado, del que se graduó en 1965. 

1964
Fue nombrada profesora titular de la Facultad de Medicina de la Alma Máter. Fundó el Laboratorio de Micología, referente en diagnósticos, investigación y enseñanza de enfermedades causadas por hongos.

1970
Con un grupo de colegas, hizo parte de la fundación de la Corporación de Investigaciones Biológicas —CIB—, apoyada para entonces por la Facultad.

1977
Se trasladó al Laboratorio de Salud Pública del Servicio Seccional de Salud de Antioquia, donde fue subdirectora y jefa de la Sección de Microbiología durante dos años. 

1978
Hasta 1996 ocupó el cargo de jefa del Laboratorio de Micología del CIB.

1993-1994
Fue la única mujer que participó en la primera Misión de Sabios. Este grupo lo conformaron personalidades como Gabriel García Márquez, Manuel Elkin Patarroyo y Rodolfo Llinás.

1995 
Por sus aportes a la paracoccidioidomicosis recibió el Premio Alejandro Ángel Escobar, uno de los reconocimientos científicos más importantes de Colombia. 

1997
Fue directora científica del CIB, donde estuvo vinculada hasta su retiro, en 2015.

2022
A los 90 años, falleció el 3 de febrero en Medellín . 


*Fuente: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. www.accefyn.org.co

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