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Por:
Estefanía Bedoya Cardona
Joven Investigadora del Proyecto
Estudiante de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana

El 14 de febrero de 2020, la noticia de que unos jóvenes estudiantes habían pintado grafitis alusivos a un grupo armado causó rechazo en el municipio de Nariño, «El balcón verde de Antioquia», ubicado en la zona oriente del departamento. La comunidad, en principio asustada por la posible presencia del grupo ilegal, expresó su descontento ante la ‘travesura’ de los jóvenes y la falta de memoria sobre el sufrimiento del pueblo durante la época del conflicto armado. Sin embargo, la travesura no se quedó en una limpieza de los grafitis.

Tiempo después, esta misma noticia llegaría a oídos de un grupo de investigadores de la Universidad de Antioquia, quienes verían allí una oportunidad para trabajar la memoria con aquellos que no vivieron directamente el conflicto armado. Fue así que, de la mano de la Institución Educativa Inmaculada Concepción, dio inicio el colectivo de Memoria Intergeneracional: un espacio que les permitiría a estudiantes de noveno, décimo y undécimo no sólo acercarse a la historia de sus familiares y su pueblo, sino también reconocer el otro lado de los hechos por medio de un intercambio epistolar con firmantes del Acuerdo de Paz.

Pero este tampoco fue el final. En agosto de 2022, los jóvenes nariñenses y los firmantes de paz acudieron a la Universidad de Antioquia para darle rostro a ese remitente al cual le confiaron sus sueños, miedos y motivaciones. Los jóvenes, con sus maletas cargadas de preguntas sobre el destino de familiares desaparecidos y el dolor de un pueblo a cuestas, dialogaron frente a frente con los firmantes que años atrás habían funcionado como agentes armados en el municipio; para, en palabras de una de las jóvenes, «sanar las heridas de su linaje».

Y sí: la historia no acaba allí. Los familiares de los jóvenes de Nariño, protagonistas de aquellas historias relatadas mediante las cartas y observadores curiosos de todo el proceso que transitaron los estudiantes, aceptaron un encuentro con los firmantes de paz para escuchar de primera mano las respuestas a esas dudas que los habían acompañado por tanto tiempo. Esta razón llevó a que jóvenes, firmantes de paz y padres de familia se reunieran en el evento Un paso a la vez, realizado el sábado 27 de mayo en la I.E Inmaculada Concepción. La jornada contó con el apoyo de la Gobernación de Antioquia y la presencia del Centro Nacional de Memoria Histórica, además de una serie de demostraciones artísticas (música y pintura) por parte de los jóvenes, carteles de la Comisión de la Verdad y productos fabricados por grupos de firmantes de paz a lo largo del país, que fueron regalados a los jóvenes al finalizar el evento.

El encuentro empezó con la lectura Mar de fueguitos, de Eduardo Galeano, y una dinámica de presentación que consistió en el ofrecimiento del fuego interior de cada uno de los asistentes hacia la reconciliación. Palabras como esperanza, tolerancia, honestidad y verdad acompañaron la iluminación de las velas, conectadas entre sí en la mitad del escenario.

Luego de la presentación de los asistentes, uno de los jóvenes que habían estado involucrados en la noticia de los grafitis en 2020, ahora miembro del colectivo de memoria, relató este importante suceso que determinó la creación del colectivo. Seguidamente, se rodó el documental No había nacido, pero escuché la bomba, material audiovisual que recoge el desarrollo del proyecto desde sus inicios hasta el evento realizado en la Universidad de Antioquia en agosto de 2022. 

Posterior al documental, se abrió un conversatorio moderado por los jóvenes de Nariño y los investigadores de la Universidad de Antioquia, dividido en tres tiempos: pasado, presente y futuro. El primero, relacionado con la toma de Nariño acontecida en 1999 y compuesto por preguntas puntuales acerca de las acciones armadas en el territorio; el segundo, enfocado en una preocupación por la situación actual de los firmantes a nivel emocional, social y político; y el tercero, finalmente, derivado de la necesidad de saber qué pasará con los procesos de memoria, reconciliación y esclarecimiento de la verdad en Nariño. Adicionalmente, hubo un espacio para dialogar a propósito del papel de la mujer, la maternidad e incluso la comida dentro de las filas. Así, mientras los firmantes respondían las preguntas planteadas en cada tiempo del conversatorio, igualmente los padres de familia pudieron tomar la palabra para manifestar en voz alta aquellos recuerdos de opresión y miedo que los aquejaban, uniéndose en un abrazo colectivo que tuvo en común el anhelo de un país en paz.

Humanidades, historias y semejanzas guiaron la emotiva jornada hasta su punto final: los agradecimientos. En principio, se le hizo entrega de una placa conmemorativa a la I.E debido a su apoyo para la ejecución del proyecto. Posteriormente, hubo una intervención a cargo del Dr. Álvaro Villarraga Sarmiento, perteneciente al Centro Nacional de Memoria Histórica, quien resaltó la importancia del evento y de su réplica en otros momentos y municipios. Por último, los jóvenes les ofrendaron unas cartas de gratitud a sus padres, a los firmantes, a las demás entidades acompañantes y a ellos mismos, a la vez que hacían entrega del libro Cartagrafías de la memoria; tejidos de reconciliación¸ que contiene el intercambio epistolar entre jóvenes y firmantes.

Aunque todavía faltaba algo...

Terminado el evento, los asistentes salieron de la I.E Inmaculada Concepción con dirección al Parque Educativo Pocitos, donde los esperaba un mural que se pintaría con la participación de todos. Firmantes y jóvenes, padres y funcionarios públicos, sin distinciones, agarraron las brochas para dibujar un trazo que le daría vida al mural; así como esos pequeños pasos, empezando por los grafitis del 14 de febrero de 2020, permitieron que los caminos de la paz, la reconciliación y la no repetición comenzaran a ser posibles para los habitantes de Nariño. Pero este, por supuesto, tampoco es el fin.