Silvia, la guía de los guías
Silvia, la guía de los guías
Actriz, gestora y soñadora incansable, Silvia Yaneth Álvarez ha encontrado en el Programa Guía Cultural de la Universidad de Antioquia un escenario para conjugar arte, memoria y comunidad. Desde hace 22 años coordina esta iniciativa, convencida de que mediar es mucho más que mostrar: es conectar, provocar y abrir horizontes. Su trayectoria y compromiso con la educación pública fueron reconocidos en el Día Clásico de la UdeA con la distinción «Alma Máter de Antioquia a una obra», un homenaje a una vida dedicada a inspirar y a construir sentido desde la cultura.
Durante 22 años, Silvia Álvarez ha inspirado el trabajo de los guías culturales de la UdeA, generaciones de estudiantes que han aportado sus saberes para la consolidación del Programa Guía Cultural. Foto: Alejandra Uribe F. / Dirección de Comunicaciones.
Sobre el escritorio de su oficina hay un ejemplar del libro Voces y sentires: un trasegar por la mediación cultural. Pasa la mano con delicadeza por la portada y observa la fotografía: a un costado del Hombre creador de energía —la obra insigne de la UdeA—, están reunidos los jóvenes que le dan sentido al Programa Guía Cultural, una iniciativa que nació en 1995 con el propósito de compartir con la comunidad la historia, el patrimonio, la diversidad, el conocimiento, la esencia de la Universidad de Antioquia. Junto al grupo está ella, el alma de este proyecto: Silvia Yaneth Álvarez.
Hojea el libro, se detiene en cada capítulo: 123 páginas que cuentan las memorias, las experiencias y las reflexiones de 30 años de trabajo del Programa Guía Cultural; relatos que, de alguna manera, le recuerdan su vida, el camino que ha recorrido, los aprendizajes y las historias que ha atesorado durante los 22 años que ha coordinado este proyecto, un esfuerzo que aplaude y reconoce la comunidad universitaria, al entregarle —como parte de la celebración del Día Clásico UdeA 2025— la distinción «Alma Máter de Antioquia a una obra».
Ese sentimiento de gratitud lo resumen muy bien Tatiana Rojas Carvajal, estudiante de Psicología y guía cultural, cuando afirma que «Silvia inspira y enseña con el ejemplo».
«No sé… me quedo sin palabras. Es una alegría inmensa, tan grande que no me cabe en el pecho. Este reconocimiento me honra profundamente, pero también tengo la certeza de que lo he dado todo. No me queda duda: he trabajado incansablemente, con todo el entusiasmo, con toda la pasión», dice Silvia, mientras sigue hojeando el libro.
Esa motivación la sintió desde el 15 de octubre del 2003, fecha en la que le encomendaron la misión de coordinar el Programa Guía Cultural. Cuando repasa el camino que recorrió hasta ese momento, llega a la misma conclusión: todas las experiencias que vivió la prepararon para asumir esta labor.
Todo empezó en 1977. Ese año descubrió un amor que ha crecido con el paso del tiempo: el arte se convirtió en su razón de ser, en su forma de habitar el mundo. Eso lo sintió en las aulas de la Escuela Popular de Artes —EPA— mientras estudiaba teatro: «Ingresé a la EPA cuando tenía diez años. Esa semilla, la de vivir el arte como un camino compartido, sigue siendo fundamental en mi manera de ver y hacer cultura».
En 1986, esa convicción la llevó a estudiar Arte Dramático en la UdeA. De esa etapa, recuerda las clases con el profesor y abogado Luis Fernando Vélez Vélez, quien fue asesinado el 17 de diciembre de 1987, seis días después de asumir la presidencia del Comité Permanente de Derechos Humanos: «Fue una época muy oscura para la Universidad. Lloramos el asesinato de compañeros y profesores como Héctor Abad Gómez y Luis Fernando Vélez Vélez. Nunca me imaginé que, años después, en los recorridos guiados del Programa Guía Cultural, recordaría el legado que nos dejaron aquellos maestros que defendieron los derechos humanos con valentía y compromiso», recuerda Silvia.
Mientras estudiaba en la Universidad, creó un proyecto de títeres al que llamó Bocoro Canta —la rana que canta en emberá katio—. Esta experiencia le reveló el potencial del juego, una herramienta pedagógica que siempre la ha acompañado. En 1992 se graduó e inició una nueva etapa de su vida en el Urabá antioqueño. Entre 1991 y 1998 fue directora de la casa de la cultura en dos municipios: primero en Carepa y, posteriormente, en Apartadó. En medio del conflicto armado que azotaba a la región, creó el festival de teatro y el de poesía; trabajó de la mano de los consejos municipales de cultura; acompañó a las comunidades indígenas y afrodescendientes; promovió la danza, la literatura y otras expresiones artísticas.
Allí, en medio de contextos complejos y desafiantes, descubrió que las manifestaciones culturales no solo enriquecen la existencia, sino que también tienen el poder de generar cambios significativos. Comprendió que la creación artística puede convertirse en un recurso valioso para impulsar transformaciones sociales, una certeza que, desde entonces, ha orientado su trabajo en el Programa Guía Cultural.
«Esa vivencia me fortaleció y me permitió comprender, casi de inmediato, lo fundamentales que son las expresiones artísticas para acompañar a los chicos en entornos tan duros. Muchos arrastraban heridas emocionales profundas, propias de un país marcado por la violencia. Sin embargo, también tengo la dicha de poder afirmar que existen otras maneras de vivir y resistir, a través del teatro, la mediación y otros lenguajes creativos», dice Silvia.
Desde 1995, el Programa Guía Cultural ha realizado más de 10 000 visitas y talleres con diferentes públicos de la Universidad y de la comunidad en general. Foto: Alejandra Uribe F. / Dirección de Comunicaciones.
Una apuesta por la mediación cultural
Silvia regresó a la UdeA en octubre de 2003, justo cuando se celebraba el bicentenario de la Alma Máter. Se sentía preparada para darle un nuevo rumbo al Programa Guía Cultural, que para ese momento contaba con cuarenta guías, quienes vestían camisetas blancas y atendían tres puestos de información. En un primer diagnóstico, identificó que las visitas guiadas tenían el mismo formato, sin importar las particularidades de los públicos.
Los que conocen a Silvia la describen como alguien que siempre ha roto esquemas: cuestiona, propone, busca nuevas formas de hacer las cosas y no se queda quieta ante lo que considera que puede mejorar, es su manera de liderar: «Cuando llegué al programa, dije: ‘Bueno, organicemos un equipo de trabajo, sistematicemos todo’. La idea era que los guías tuvieran herramientas para saber qué decir durante las visitas, porque muchos repetían los recorridos como si fueran recetas, sin contexto. Y yo, que soy artista, me preguntaba: ¿cómo no transformar ese lenguaje acartonado y frío en algo cercano, comprensible, vivo?», recuerda Silvia.
Esas inquietudes la llevaron a diseñar —siempre con el apoyo y la complicidad de los guías culturales— una nueva forma de abordar los públicos y los contenidos de las visitas. Después de investigar, indagar y probar distintas fórmulas, el programa adoptó una nueva estructura que tiene como punto de partida la mediación cultural, una práctica que privilegia la escucha, fomenta la pregunta, motiva conversaciones profundas y promueve el aprendizaje.
Los guías que han acompañado a Silvia en esta labor —más de 1200 desde 1995— están convencidos de que los recorridos son experiencias personales significativas, no solo para los visitantes, sino también para ellos mismos. Siguiendo el ejemplo de Silvia, hablan con pasión del patrimonio de la Alma Máter, conscientes del valor que encierra cada historia compartida.
«Silvia es una persona profundamente empática, con una gran capacidad para escuchar y un talento especial para inspirar a quienes la rodean. Su historia de vida, marcada por la resiliencia, el compromiso político y una comprensión profunda de las realidades sociales e históricas, es verdaderamente inspiradora. En ella se refleja una forma distinta —y muy genuina— de expresar el amor por la Universidad. Su trayectoria, su habilidad para tejer vínculos y su visión para imaginar y hacer realidad proyectos significativos han contribuido enormemente a mi crecimiento personal y profesional», dice John Mario Castaño, estudiante de la Licenciatura en Ciencias Sociales y guía cultural del programa desde hace dos años.
Estas y otras manifestaciones de gratitud se sumaron a los aplausos que resonaron el 1 de octubre de 2025 durante la celebración de los 30 años del Programa Guía Cultural. Ese día, Silvia expresó que su paso por el programa ha sido un viaje por la memoria, la palabra y el asombro. Con la emoción que despierta la certeza de haber sembrado comunidad, compartió su deseo más profundo: «Mi anhelo es que este programa continúe floreciendo, que la fuerza de la mediación cultural se proyecte hacia nuevos territorios e inspire otras formas de aprender; que siga siendo un tejido de voces, cuerpos, experiencias y sueños que construyen comunidad. Porque este legado les pertenece. Quiero que el aplauso más grande en esta tarde sea para ustedes: los guías culturales de la Universidad de Antioquia».
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