Cultura

El Norte antioqueño es cuna de un sinnúmero de relatos de espantos, plantas prodigiosas, brujas, hechizos y entierros; cuentos contados de generación en generación como el de La Barbacoa y Cueva Bonita, que han surgido para narrar las creencias de los habitantes de este pedazo verde y montañoso de Antioquia. 

“Los cuentos de oídas no están escritos en ninguna parte: la gente los escucha y los sigue contando, a veces son variaciones de tradición oral de los pueblos, a veces son mitos o leyendas o invenciones. Cuando son historias contadas del bisabuelo al abuelo, del abuelo al padre, y de este a su hijo, se convierten en tradición oral”, explica Camilo Andrés Sánchez Contreras, coordinador del Semillero.

El curso está integrado por dieciocho personas entre empleados administrativos, estudiantes de los pregrados de Administración de Empresas y Lengua Castellana, habitantes de Yarumal y sus veredas cercanas, y fue bautizado por ellos como A viva voz Cuentería, una apuesta que cuenta con el apoyo de la dirección de Regionalización y de Bienestar Universitario.

La iniciativa nació en una presentación del profesor Camilo Sánchez para Jornadas Universitarias. Al observar su propuesta, Mauricio Orrego, coordinador de Bienestar de la sede Norte, le planteó desarrollar un proyecto para formar cuenteros en su región. Como respuesta, presentó el taller “Perder el Miedo al Ridículo”, y rápidamente le convocaron a coordinar el Semillero. La conexión con el equipo evaluador de la sede fue inmediata: “la cuentería establece una conexión con el público diferente a la de la danza, la música y el teatro, marcada por el diálogo y la inclusión del espectador, lo que le permite al narrador una sintonía con nuestra búsqueda de ser universidad en, desde y con las regiones”, declara Mauricio.

Las particularidades de los habitantes del Norte han impuesto retos a Camilo desde su labor de docente y cuentero: “el clima frío los ha vuelto tímidos, su expresión exige un trabajo arduo en la soltura y la espontaneidad, por ello nos hemos centrado en nutrirnos desde lo corporal, lo vocal y lo psicológico, y el resultado ha sido muy positivo, lo cual ha generado un impacto no sólo en su manera de narrar, sino en la cotidianidad de sus vidas”, declara Camilo, un “encantado” de las construcciones orales que ha venido creando el grupo de cuenteros.

Para el gremio de la cuentería, que lleva 30 años desarrollándose en Medellín, este enlace con las regiones ha sido un logro muy importante porque por primera vez les permite interactuar con habitantes de municipios que son cuna de los relatos que se cuentan en la ciudad y este es el primer proceso de formación en oralidad que admite la Universidad de Antioquia. 

Un paso por la trasformación de vidas 

Algunos integrantes del Semillero no son estudiantes de la sede, llegaron al equipo por su interés en el tema de la oralidad o para mejorar aspectos de su vida personal, es el caso de María Ernilda Zapata Arboleda, una ama de casa que reparte sus días entre el cuidado de sus dos hijos y la cuentería como práctica. 

Sus compañeros dicen que cuando comenzó este curso se ponía roja e incluso lloraba al subir al escenario, pero el cambo ha sido contundente: “llegué a la cuentería buscando vías para la superación de mi timidez y falta de seguridad al hablar, y aunque es un proceso de crecimiento continuo, ahora hablo con otros sin sentir vergüenza y hasta cuento cuentos en un escenario sin complicaciones”.

Su participación en el reciente Encuentro Artístico Regional en Turbo le permitió, además de conocer las propuestas culturales de otras sedes y seccionales, ir por primera vez al mar: “no imaginaba conocerlo este año, lo veía como algo muy difícil de lograr, estoy agradecida con la Universidad porque además de brindarme herramientas de aprendizaje me ha permitido realizar sueños”. 

La transformación que ha propiciado la cuentería en su vida la ha llevado a trazarse nuevos rumbos por su porvenir y el de sus hijos: “siempre he querido estudiar psicología y para el 2016 tengo el propósito de inscribirme en el pregrado”. 

Presentaciones sugestivas y esotéricas 

Actualmente el Semillero se desarrolla en dos niveles: uno de contenidos básicos y un laboratorio escénico, que es la incubadora de ideas para las temáticas y sensaciones que se le quieren dejar al público. Los performances les han permitido sentirse compenetrados con su región: “los montajes son muy bienvenidos porque tenemos interacciones con públicos que se reconocen en las historias que contamos, nos hemos presentado varias veces en la Casa de la Cultura de Yarumal y esto ha generado que otras personas se interesen en el grupo”, cuenta Camilo.

Como cierre de este semestre este grupo realizó una chocolatada nocturna con historias de terror, “buscamos una estructura íntima, adornamos la cancha de la sede, pusimos colchonetas, apagamos las luces y ambientamos con unas antorchas que hicimos con latas de cerveza y arena”, relata Camilo, que quedó impactado con la cantidad de asistentes y con su activa participación: “los cuenteros empezamos a narrar, mientras tomábamos chocolate y comíamos galletas; pronto cada quien fue entrando en la estructura de la función y entre todos, cuenteros y público, tejimos muchas historias”. 

Dicen que en algunos pueblos del sur de Colombia los abuelos se quitan los zapatos para contar los cuentos, prenden velas y tienen un vaso de agua o aguardiente para acompañar la lectura. Basados en esta práctica y con una lectura introductoria del célebre cuentero camerunés Boniface Ofogo, hicieron un ritual de invocación al fuego para rescatar lo sagrado de la palabra: “el aire es la palabra, el resto es el corazón que se le pone y a través de uno hablan todos los ancestros”, explica Camilo.

La función generó que los asistentes también relataran sobre espantos y brujas rurales, y así se fue tejiendo un hilo invisible que les mostró a los docentes y estudiantes de la sede Norte el encanto que la cuentería ha venido tejiendo en su comunidad y el potencial que ello representa para el equipo del Seminario. 

A Viva Voz Cuentería tiene como proyecto para 2016 sacar a viajar sus cuentos por Colombia para que el Semillero conozca nuevos referentes de calidad artística y para que el país vibre con el talento de los cuenteros del Norte de Antioquia.