Academia

En los últimos ocho años, tanto en Medellín como en los campus regionales, se han entregado 326 918 apoyos socioeconómicos resumidos en tiquetes estudiantiles, servicios de alimentación, créditos y estímulos académicos. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Caroll Ríos.

«¡Estudiantes vemos, dificultades no sabemos!». Esa podría ser una buena frase para retratar el reto que tienen miles de estudiantes para sostenerse en su proceso académico y llegar a ese anhelado momento en el que, orgullosos, levantan el cartón que los acredita como profesionales de la Alma Máter. Lograrlo no solo les implica a ellos ganar el examen de admisión para obtener un cupo en su carrera; la institución también implementa estrategias para garantizar que puedan, pese a las dificultades y al tiempo que tarden en su proceso académico, permanecer matriculados y graduarse.

Brindar esa permanencia con calidad tiene como estrategia varias herramientas de caracterización de las condiciones socieconómicas de los estudiantes, como la que hace el Sistema de Información de la Dirección de Bienestar Universitario —Sibu—, y que desde 2015 hasta finales de 2023 ha recolectado los datos de 53 589 discentes. «Dicho proceso de caracterización estudiantil permite establecer las condiciones individuales que pueden constituirse en factores de riesgo para la culminación exitosa de los estudios de pregrado, con el fin de prevenir su materialización o mitigar su impacto», anotó Marcela Ochoa Galeano, directora de Bienestar Universitario de la UdeA.

Con una encuesta virtual la UdeA indaga sobre las particularidades académicas, psicológicas, socioeconómicos, sociofamiliares, laborales, nutricionales, sexuales y de afectividad, y la vinculación a actividades deportivas, recreativas y artísticas. Además, con personal médico, se hace una evaluación presencial de cada estudiante. 

A este esfuerzo se han sumado varias de las unidades académicas de la Alma Máter que con sus trabajos fortalecen la consecución de datos del Sibu y generan nuevas estrategias para que los estudiantes continúen en la institución, con la mejor calidad de vida posible. «La caracterización permite acercar a los alumnos al Modelo de Bienestar Universitario que comprende acompañamiento socioeconómico, fomento artístico y cultural, administración de la oferta comercial; orientación, atención y acompañamiento en salud física y mental y, acercamiento al deporte formativo, recreativo, representativo y a la actividad física», contó Ochoa Galeano.

Así han nacido el Observatorio Estudiantil, de la Facultad de Medicina; el sistema Perseo, de la Facultad de Ingeniería; el programa M-Data, de la Facultad de Comunicaciones y Filología; y la RutaEib, de la Escuela Interamericana de Bibliotecología. «Son ejercicios de caracterización interesantes. Algunos aportan desde su saber específico herramientas tecnológicas que robustecen el proceso y otros ofrecen enfoques intersectoriales muy importantes», dijo Ochoa Galeano, quien invitó a aprovechar la información que se genera y a enriquecerla con indagaciones propias.

El Observatorio Estudiantil de Medicina

Desde el 2008 en la Facultad de Medicina de la UdeA se generó una inquietud sobre la falta de información que se tenía de los estudiantes. «Nos dimos cuenta de que solo contábamos con los datos de los informes de gestión o de las presentaciones al Ministerio de Educación Nacional», contó Yuri Viviana Caro Sánchez, coordinadora de Bienestar de dicha unidad académica. 

A partir de ese año se inició un trabajo que salió a la luz en 2011 como el Observatorio Estudiantil, una red de apoyo a la permanencia para caracterizar a los estudiantes, identificar sus necesidades y planear las intervenciones pertinentes. 

«Más que una herramienta es una estrategia con la que cada semestre consolidamos la información de aproximadamente 200 estudiantes de pregrado y 120 de posgrado», dijo Caro Sánchez, quien explicó que, a través del cruce de variables como el rendimiento académico, las cancelaciones y las pérdidas de cursos, entre otras, se analizan las realidades y se proponen líneas de acción guiadas al bienestar de los alumnos.  

Además, con un equipo interdisciplinario conformado por tres psicólogos, una psiquiatra, un toxicólogo, una pedagoga y un terapeuta de familia, se atienden los casos de manera particular y se brindan alternativas de solución a las diferentes problemáticas de los universitarios. 

Otra de las características del Observatorio Estudiantil es que, además de trabajar con la información de quienes necesitan intervenciones urgentes, se construyen los perfiles de los alumnos en general, para formular planes que potencien sus habilidades y propongan el disfrute del tiempo libre.

De acuerdo con los resultados de la estrategia, en el segundo semestre de 2023 se asignaron 2358 citas y se asesoraron 526 estudiantes. «Sin duda es una invitación a seguir con el Observatorio y a implementar las acciones de mejora que sean pertinentes para seguir garantizando la permanencia de los estudiantes», recalcó Caro Sánchez. Entre 2015 y 2023 se han realizado 86 157 actividades de formación complementaria para los estudiantes de Medellín y 3333 para quienes estudian en los campus por fuera del Valle de Aburrá. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.

La Facultad de Ingeniería y su sistema Perseo

En el 2020, la Facultad de Ingeniería puso en marcha la herramienta Sabe, dirigida a la caracterización de las condiciones de vida de los estudiantes de programas virtuales y de las regiones. «Posteriormente, en el 2022, Sabe se transformó en Perseo, un observatorio que incluye a todos los alumnos de la unidad académica», dijo María Alejandra Escobar Trujillo, coordinadora de Bienestar de la Facultad de Ingeniería de la UdeA.

La consolidación de Perseo tuvo en cuenta tres variables: la caracterización de los matriculados en primer semestre, que no repite, sino que complementa la encuesta del Sibu; el seguimiento al proceso académico, con un énfasis especial en los avances de los estudiantes en las materias de los primeros cinco semestres que son comunes a todas las ingenierías —álgebra, física, trigonometría—; y un análisis a la situación de vulnerabilidad de los repitentes.

Para el 2023 Perseo logró tener su propio sistema de trazabilidad para sus tres componentes. «Pasamos de un proceso manual, que tomaba mucho tiempo y tenía un alto margen de error, a la consolidación de un programa que hace posible los análisis transversales de las tres variables y de los apoyos que se ofrecen a cada estudiante», puntualizó Escobar Trujillo.

Este tipo de sistematización ha permitido que cada uno de los datos que se consignen, en caso de representar algún tipo de vulnerabilidad, esté vinculado a una alternativa de intervención. «Si las respuestas de los estudiantes se convierten en alertas, inmediatamente la Facultad o la Universidad tienen una respuesta de atención oportuna que se implementa desde el primer semestre», dijo Escobar Trujillo. 

El abanico de alternativas de apoyo incluye toda la oferta del Modelo de Bienestar Universitario de la UdeA, además de talleres, cursos de refuerzo, acompañamiento psicosocial, orientación vocacional, entre otras estrategias.  

M-Data está en Comunicaciones y Filología

En la Facultad de Comunicaciones y Filología el apoyo a la caracterización de la Dirección de Bienestar Universitario se hace a través de la estrategia M-Data. «Es una mesa de apoyo donde los estudiantes admitidos son identificados con respecto a variables como procedencia —geográfica y tipo de colegio—, estrato, nivel socioeconómico y una primera identificación de sus principales necesidades», dijo Adriana Milena Ruíz García, coordinadora de Bienestar de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la UdeA.

Además, entre los macroprocesos de formación académica y de bienestar —propios de la Facultad— se viene elaborando un diagnóstico para establecer las principales causas de deserción, lo que ha permitido diseñar la Ruta de permanencia con equidad, bienestar y calidad.

«Las intenciones con la Ruta son acompañar a los docentes en los procesos de inducción y reinducción de los alumnos, ofrecer alternativas para que cancelar el semestre sea la última opción e implementar el Programa de Acompañamiento Entre Pares —PAE— para que los estudiantes de niveles avanzados asesoren a sus compañeros de primer y segundo semestre», explicó Ruíz García. 

El diagnóstico de deserción, un ejercicio permanente, pudo establecer que entre 2018 y 2022 —periodo en el que se dio la pandemia por covid-19—, fueron 420 los estudiantes que abandonaron sus estudios, pero de ellos, el 22 % los retomaron. «Lo importante aquí es que logramos determinar que las causas fueron relacionadas en su mayoría con lo motivacional, problemas de salud física o mental y las dificultades económicas, lo que nos permitió trazar planes de intervención», acotó Ruíz García. 

Uno de estos planes fue el fortalecimiento del PAE, que en la actualidad cuenta con 22 mentores, —estudiantes avanzados— de Comunicaciones, Comunicación Audiovisual y Multimedial, Periodismo y Filología Hispánica, para atender a aproximadamente a 120 alumnos que ingresan por semestre a la Facultad. 

Vamos en la RutaEib

Desde el segundo semestre del 2022 la Escuela Interamericana de Bibliotecología —EIB— puso en funcionamiento su RutaEib, que se concentra en identificar, atender y hacer seguimiento a las vulnerabilidades de los estudiantes. «Con una encuesta de 50 preguntas y a través del reporte directo de los profesores que identifican alguna dificultad, se hace la caracterización y se plantea el modelo de intervención», manifestó Ana María Peña González, coordinadora de Bienestar de la EIB, quien amplio que hasta la fecha se han caracterizado 187 estudiantes, un promedio de 46 por semestre, lo que representa aproximadamente el 85 % de los alumnos nuevos en cada periodo. 

A esto se le suma la vigilancia del ausentismo, para indagar por sus razones y dar posibles salidas. Hasta la fecha se han realizado seguimientos a los periodos 2023-1 y 2023-2, con respuesta de aproximadamente 35 estudiantes que han sido instruidos sobre el proceso de reingreso, las garantías que les da el reglamento estudiantil, posibles cambios de programa y apoyos sociales.

Según Peña González, «luego de que son identificadas las necesidades lo que hacemos es semaforizar la vulnerabilidad, si es amarilla enviamos un correo informando el hallazgo y contándole al estudiante la oferta, servicio o trámite que puede ayudarle; cuando la alerta es naranja o roja hacemos contacto directo y activamos los mecanismos que sean necesarios». 

Para responder a las necesidades detectadas, desde la EIB se estructuró el programa Tep Leo, que promueve el acompañamiento entre pares estudiantes para fortalecer el desarrollo de habilidades en lectura, escritura y oralidad. Además, cuentan con otras estrategias como el Plan madrinas y padrinos, la herramienta VinculatEIB: conexión de familias, entre otras.