Opinión

Un proceso de admisión centrado en la aplicación presencial de una prueba escrita, que involucra el uso de la infraestructura de las diferentes sedes que la Universidad tiene en el Departamento de Antioquia, y del concurso del personal docente de planta y la suspensión de las actividades de docencia, investigación y extensión durante cuatro días al año, resulta desproporcionado, costoso y no adecuado para los momentos actuales.

Algunas universidades públicas como la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad del Magdalena, tomaron la decisión, a raíz de la pandemia, de conformar su proceso de admisión tomando en cuenta los puntajes obtenidos por los aspirantes en la prueba Saber 11 (prueba Icfes). Esta prueba es obligatoria y se convierte en requisito para obtener el grado de bachiller en Colombia.

Las dificultades que ocasiona centrar un proceso de admisión en una prueba administrada directamente por la Universidad de Antioquia, se reflejan en los resultados obtenidos en el último proceso de admisión realizado en el mes de diciembre de 2020. De la población inscrita para el examen de admisión sólo el 57% asistió a alguna de las sedes habilitadas para tomar la prueba, lo que trajo como consecuencia que el 34% de los cupos no se asignaran, conllevando a que un número importante de programas no se pudieran abrir en el semestre 2021-1, teniendo una fuerte incidencia en el medio regional en donde el número de sillas vacías creció.

Por otra parte, la nueva administración de la Universidad de Antioquia debe liderar una discusión con las distintas unidades académicas, en lo que tiene que ver con la duración de los programas de pregrado. Tradicionalmente la UdeA ha conceptualizado la duración de los programas atendiendo al número de semestres y/o número de años, con lo que la mayoría de la oferta académica de pregrado de la Institución tiene una duración en promedio de cinco años. Sin tener en cuenta los tiempos adicionales que emergen a raíz de los paros, las asambleas permanentes, el cese de actividades, que las administraciones corrigen con reprogramaciones de los calendarios; en promedio un estudiante de la UdeA alcanzará su grado una vez permanezca en la Institución al menos seis años.

La legislación colombiana, desde hace algunos años, introdujo como medida de duración de los programas académicos el concepto de crédito académico, lo que permite establecer una relación más realista entre el tiempo de docencia directa, es decir, las horas de contacto directo entre el profesor y los estudiantes, tanto en actividades teóricas como actividades prácticas, y el tiempo de trabajo independiente del estudiante, es decir, el tiempo que los estudiantes deben dedicar a la preparación de los contenidos, a la consulta en la biblioteca o en otras fuentes, y el tiempo dedicado al trabajo en equipo como parte del proceso formativo.

Atendiendo a lo anterior, una carga académica medida en créditos para un estudiante de tiempo completo, o que tiene las condiciones para dedicar todo su tiempo al estudio, no podría superar las 40 horas semanales, es decir, no debería superar los 14 créditos académicos por semestre.

En la actualidad muchos de los programas de pregrado de la Universidad de Antioquia superan los 170 créditos académicos, lo que requiere de cada estudiante una disponibilidad semanal de más de 50 horas para poder cumplir a cabalidad lo estipulado en los programas de curso. Lo anterior se agrava si se tiene en cuenta que el estudiante promedio de la Universidad de Antioquia combina los estudios con alguna actividad laboral, ya sea en alguna posición académica dentro de la Institución, o en actividades de empleo formal o informal por fuera de la UdeA. El estudiante promedio de la Universidad de Antioquia, y en general de las universidades públicas, no posee las condiciones económicas o no cuenta con el apoyo financiero familiar para dedicarse preponderantemente a cursar sus estudios universitarios.

Universidades prestigiosas de Colombia ofrecen programas de pregrado por debajo de los 150 créditos académicos, con una duración promedio de cuatro años, contando con una base estudiantil dedicada de tiempo completo a cursar las asignaturas del plan de estudios correspondiente, sin tener que estar sometidos a las complejidades (paros, cese de actividades, asambleas, disturbios públicos) de la educación superior pública.  Esta asimetría con la oferta y en las condiciones entre la educación superior privada y la educación superior pública, deben llevar al equipo rectoral y al Consejo Académico a repensar los paradigmas sobre los cuales se construyen y aprueban los programas de pregrado en la Universidad de Antioquia.

Los desafíos de la siguiente administración, además de los temas de financiación que todos conocemos, requerirá de un equipo de académicos que tenga conocimiento y liderazgo en asuntos curriculares y de evaluación de la educación superior.