Opinión

La calidad de la educación es una de las mayores preocupaciones internacionales, no obstante, los avances que se han logrado en la cobertura. Sin embargo, no hay acuerdo de como medirla. Para muchos debería ser el resultado satisfactorio de los estudiantes en las pruebas que aplican los gobiernos y otras entidades.

Un instrumento es la prueba PISA promovida por OECD y en Colombia, las pruebas SABER aplicadas en diferentes niveles, incluida la educación superior. Sin embargo, estas pruebas dan luz sobre un efecto final pero no sobre el proceso de la educación, mediante el cual se logra adquirir las competencias para que los individuos se puedan integrar a la actividad social y económica.

La calidad de la educación es la suma de varios procesos. UNESCO considera que la calidad depende de los factores relacionados con la facilidad en el acceso a la educación, como la cercanía de los establecimientos a las habitaciones de los estudiantes, la disponibilidad de cupos en las escuelas, la eficiencia de los procesos dentro del sistema, como la gestión escolar, la pedagogía, las facilidades físicas y medios de aprendizaje adecuados; y la calidad de los actores que intervienen, directivas, profesores, alumnos y padres de familia.

Fundamenta la calidad de los directivos y docentes en su liderazgo y capacidad de innovar en la docencia; la de los estudiantes, en sus condiciones anímicas, de salud y nutrición; y la de los padres de familia, en su motivación para ser partícipes de la educación de sus hijos.

La mayor parte de los estudios sobre la calidad de la educación desestiman el factor económico de las familias como un elemento en el éxito de la calidad de la educación. En reciente estudio en la Universidad ICESI, se logró demostrar que el ingreso económico es un factor determinante, con los ya mencionados, en la calidad de la educación.

El objetivo de la investigación fue construir un indicador compuesto de la calidad de la educación, para cada departamento de Colombia, incluyendo los factores mencionados, más el PIB de cada región. Los resultados muestran una relación significativa del PIB con la calidad de la educación. Los departamentos de menores ingresos económicos muestran un índice de la calidad de la educación mucho menor que los de ingresos altos.

No obstante que el gobierno se aplique en mejorar las condiciones de calidad de los factores físicos y humanos en la educación, como las construcciones escolares y la preparación de los directivos y maestros, si el ingreso de las familias muestra niveles bajos, la calidad de la educación no responderá en la misma proporción de las inversiones en educación. Sería necesario que el estado compensara de algún modo los bajos ingresos de las familias para llenar el vacío que existe.

Es prioritario pensar de manera diferente los subsidios que existen dirigidos a una parte de la población y su estabilidad, para mejorar las condiciones de salud, nutrición y motivación de los niños y jóvenes y asegurar su uso adecuado en las familias y en las instituciones de educación y de salud. Estos subsidios deberían tener prioridad dentro del gasto público y ser administrados por una entidad independiente de los Ministerios de Hacienda y Educación, de manera estable, con continuidad, no obstante, los cambios de gobierno.

 Situaciones como la supresión del programa Ser Pilo Paga, o los constantes cambios en los programas de alimentación para los estudiantes en las escuelas desestimulan el esfuerzo de las familias por lograr el objetivo de una educación de alta calidad para sus hijos. Es necesario compensar los bajos ingresos que reciben las familias en estos departamentos mediante un uso sostenido y eficiente de subsidios que atiendan la nutrición, la salud y las actividades lúdicas de los niños y jóvenes, de manera que anímica y saludablemente estén en condiciones de avanzar en su educación. Si esto ocurriera, de manera sostenida en el largo plazo, estos jóvenes podrán integrarse eficientemente al sistema de producción y salir de la pobreza.