Opinión

Gracias a que muchas de las revueltas y protestas populares históricas han conducido a que tantas veces se llegue a un mundo mejor, a cambiar la historia, a rediseñar el mundo y que continúan rompiendo paradigmas de trasformaciones sociales en el siglo XXI, en las cuales ha demostrado que la protesta pacífica se han impuesto por encima de la violencia; y que bien podrían ser emuladas en otros estados.

El "botín del te" en 1773 en el puerto de Boston, los colonos por los elevados impuestos tiraron por la borda el té inglés, hecho precursor de la independencia de Estados Unidos. La revolución francesa en 1799 terminó con un régimen monárquico despótico y universalizó la lucha por unos valores y derechos humanos como ideario político e intelectual del mundo.

El movimiento femenino "las sufragistas" en 1917, creado por la británica Emmeline Pankhurst logró la aprobación del voto femenino. La doctrina de la "no violencia" de Gandhi en 1930 en la "marcha de la sal" rompe del monopolio de la Gran Bretaña sobre los impuestos injustos de la sal india que desemboca en la independencia.

La marcha pacifista sobre Washington en 1963, liderada por Martín Luther King en defensa de los derechos civiles de los afrodescendientes de no segregación y el derecho al voto. Las protestas globales contra la guerra de Vietnam iniciadas en Estados Unidos en 1964 y abanderada por el hipismo que propugnaba el libertarismo, el pacifismo, el amor libre y abandono del consumismo.

La población LGBTI en Stonewall, empezó a ser visibles en New York en 1969, Brenda Howard presionó el "orgullo LGBTI" por los derechos de los homosexuales. La protesta masiva contra la represión y la corrupción en 1969 en la plaza de Tiananmen en China.

Las protestas de Sowetto en 1976 que intensificaron las luchas del apartheid o de segregación racial Johannesburgo contra la obligación de aprender en las escuelas la lengua inglesa y afrlkaans, el idioma nativo de la minoría blanca de Sudáfrica; luego Nelson Mandela, presidente por 27 años, resaltó su resistencia desde la cárcel e incitó a la gente a la huelga, y apreció el ideal de una sociedad democrática y Desmond Tutu desde 1978 fue mediador principal en la transición e instó a la desobediencia civil.

La movilización de los ciudadanos en 1989 en la Plaza de Alexanderplatz en Berlín influyó en el final socialista de la República Democrática Alemana y cayera el Muro de Berlín y reunificara Alemania; la Revolución Cantada entre 1987-1991 llevó a la independencia pacifista de los pueblos bálticos de Estonia, Letonia y Lituania mediante una cadena humana simbólica como frontera de la dominación soviética.

Huelga en los astilleros de Gdansk en 1980 forzó al gobierno comunista de Polonia a legalizar Solidarnosc, el primer sindicato independiente, y que una década más tarde en las primeras elecciones llevó al astillero sindicalista Lech Walesa a la presidencia: La Revolución anticomunista del Terciopelo en 1989 que paralizó toda la infraestructura y que luego se plasmó en nacionalismos separatistas e independencia de la República Checa y República Eslovaca en 1993.

El movimiento de mujeres dirigidas por Leymah Gbowee, en 2003, contra el reclutamiento de niños, el desplazamiento masivo y la violencia de género puso fin al conflicto civil en Liberia y promovió la elección de la primera Jefa de Estado de África, Ellen Johnson Sirleaf.

La Revolución Naranja en Ucrania que en el 2004 denunciaron la existencia de un fraude electoral a favor del candidato progubernamental Víktor Yanukóvichb y aclamar al líder pro occidental Víktor Yúshchenko, logrando que se repitiese el proceso electoral. El Movimiento expansivo 15-M, originado en España en el 2011 que se extendió por Europa para promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo PSOE-PP, y del dominio de bancos y corporaciones, así como una auténtica división de poderes.

Los levantamientos actuales por el alza de los impuestos en Líbano, las protestas de "los indignados" en España, la de los "chalecos amarillos" en Francia, y las revueltas de Hong Kong pidiendo una genuina democracias no son ajenos a los reclamos que se dan en Latinoamérica; pero las asonadas por los posibles fraudes presidenciales en Bolivia, la decisión de desistir el gobierno ecuatoriano del retiro de los subsidios a los combustibles o de doblegar la medida de aumentar el pasaje del Metro son poco probables que sucedan en Colombia.

Tales alzamientos en Latinoamérica no se pueden atribuir de forma miope a una brisa extendida del socialismo o del Foro de Sao Paulo de 1999 y por los fracasos de las naciones populistas de la región; más bien es consecuencia de una creciente clase media y clase baja más informada y contestaría que exige más distribución justa de la riqueza, menos desigualdad en la brecha del ingreso y que los más desprotegidos y vulnerables se beneficien más del desarrollo económico.

La posición impasible colombiana puede ser por la amnesia que ha poseído, al querer soslayar su historia como si fuere de poca importancia y se resigna a repetirla sin sacudirse del yugo y liberarse de la opresión del dominio afrentoso; o está cansado, apocado, enquistado e irreflexivo por el cansancio allegado por la supervivencia.

Puede ser tal pasividad e indiferencia al preferir no evocar el pasado antes o desde la segunda mitad del siglo XX por los traumas psicológicos y pesadillas de violencia política y borrar de golpe tantos recuerdos negativos y elegir entrar a un estado de conformismo

Puede ser porque está cansado y nada lo presiona, y aunque haya celebrado acuerdos de paz con unos y conatos otros, siempre ha convivido y vive en la cotidianidad enfrentando varias guerra a la vez que lo vuelven lelo; un pueblo sin perplejidad que difícilmente concibe una incubación de un tsunami con una llovizna y, menos, el pensamiento de llevar en si un volcán inactivo que raramente entrará en erupción, ya no tiene carburante para el fuego ni lumbre para la hoguera.

Empero, el descontento mundial es por las inclemencias con la naturaleza y la escasa sostenibilidad ambiental por la producción en masa y el consumismo desaforados, el afán por el lucro y el crecimiento económico sin reflejo en lo social, el salvajismo del capital concentrado y la reducción del Estado en los sectores que suplen las necesidades básicas (educación, vivienda, salud, trabajo, transporte, servicios públicos), dictaduras, el populismos, por la desigualdad, la restricción de la libertad, la constricción en la libre expresión y pensamiento, la reducción en la capacidad de pago del endeudamiento de los hogares, la falta de oportunidades, los bajos salarios, la corrupción, la inestabilidad laboral, la inalcanzabilidad de las pensiones, intensidades horarias laborales y tantas más que conducen a vivir en una vida indecorosa.

No ha bastado solo con disminuir el porcentaje de pobreza, ni lograr el crecimiento económico si se aumenta la brecha económica entre ricos y pobres, con marginación y contracción de la clase media, y por tanto, llegar a tanta desigualdad que exige un nuevo contrato social.

La omnipresencia de las redes sociales conduce a que la insatisfacción se expanda en segundos de forma expedita como una plaga, los cibernautas se salen de la resistencia pacífica para expresar los abusos y desigualdad del mundo, llevándola a movilizaciones, concentración y sublevación; y de forma similar, rápidamente se difunde las represiones de la fuerzas policiales y del ejército que generan unas auténticas conmociones sociales.

A pesar de tales circunstancias, la temerosidad del colombiano en defender o reivindicar sus derechos puede persistir porque se ha acostumbrado a vivir en el país del Sagrado Corazón, donde suceden cosas insólitas, todo se perdona, se olvida, sigue calmo e inmaculado y sus reclamos son solo poesía social, sin rima ni métrica.

Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.