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Opinión

En los tiempos de la mentira

24/09/2019
Por: José David Ruíz Álvarez UdeA

« ...  Es el momento para que la Universidad defienda a la sociedad, a las personas que la componen, de estos mentirosos y embaucadores. Es nuestra responsabilidad dar a los ciudadanos herramientas que les permitan diferenciar entre una idea razonable, un conocimiento científico y un disparate emitido por un orador rabioso ... »

En los tiempos de la mentira El ser humano ha desarrollado diversos métodos para la construcción de conocimiento a lo largo de la historia. En particular hay métodos precisos para la creación de conocimiento artístico, histórico, filosófico, científico, religioso.

Cada tipo de conocimiento requiere una aproximación específica, algo así como la forma de pensar de cada una de esta áreas del pensamiento humano.

En casi todas las áreas acompañando la construcción de conocimiento hay una forma de validación del conocimiento construído. Por ejemplo, podemos pensar como herramienta de validación de un conocimiento técnico que un maestro o experto dé como válido dicho conocimiento.

Más allá del problema de la experticia surge el problema de la validación del conocimiento que se ocupa de describir la realidad objetiva, el mundo. Por ejemplo, en ciencias hablamos de la falseabilidad como método para validar un conocimiento. Si una idea o conocimiento es falseable entonces la podemos poner a prueba con experimentos que me dirán si el conocimiento que tengo coincide o no con el comportamiento del mundo.

Estos métodos nos permiten asignarle a un conocimiento un cierto grado de verdad. Con el método de construcción de conocimiento más el método de validación tenemos entonces una forma de construir verdades.

Hemos presenciado un crecimiento asombroso de una forma particular, especial, llamativa, de asignarle un grado de verdad a ideas en los últimos tiempos. Existe una tendencia global a construir verdades a partir de verdades arbitrariamente hechas verdades. Es decir, se le atribuye la característica de verdad a una idea por considerarla que es verdad.

Es una atribución de grado de verdad en su misma definición y no a través de métodos de corroboración. Esta construcción de verdad ha venido operando sobre todo tipo de conocimiento, político, histórico, económico y hasta científico. A manos sobretodo de políticos y algunos intelectuales, si es que se les puede llamar así después de echar mano de dichos métodos, han comenzado a instaurar este actuar como algo natural y de hecho indiscutible.

Después de todo, ¿cómo se discute el grado de verdad de algo que de por sí se estableció que era verdad? Este método recibe el nombre de posverdad o verdad posfactual. Una verdad que se construye después de que otra verdad ha sido construida, ignorándola deliberadamente. Una verdad construida independientemente de los hechos demostrables fácticamente.

Tiene evidentemente una ventaja con respecto al método científico, con la posverdad podemos construir la versión que queramos de la realidad, de la historia, de la naturaleza, la que más nos guste, la que sea menos incómoda.

Los constructores de posverdad hacen un llamado a instintos tan primarios del hombre que logran opacar cualquier uso intuitivo de la razón. Su favorito, el odio. Pero pueden utilizar diversos medios, todos más cercanos al cerebro primitivo que a la corteza cerebral.

En este momento de la historia es entonces supremamente necesario que los que construimos verdades a través de hechos y el método científico salgamos a defender las pocas verdades realmente confiables que tenemos y que no dependen de una subida de adrenalina en el torrente sanguíneo.

Es el momento para que la Universidad defienda a la sociedad, a las personas que la componen, de estos mentirosos y embaucadores. Es nuestra responsabilidad dar a los ciudadanos herramientas que les permitan diferenciar entre una idea razonable, un conocimiento científico y un disparate emitido por un orador rabioso.

Esta columna es un llamado a la comunidad universitaria a desempeñar nuestra labor como formadores de la sociedad. No hay que convencer de nada a nadie. Como diría algún filósofo famoso, convencer a alguien de lo que se piensa se constituye en un acto de violencia. Más vale, mucho más, preguntar. La duda y el cuestionamiento son el origen del pensamiento crítico y el método científico.

Eseñar a la gente a dudar de lo que un orador, un post, un tweet, una publicación de Facebook le dice y mostrarles cómo contrastar la información referida con fuentes más confiables, debería ser una de nuestras misiones en el día a día. Con la señora de la tienda, con la persona que se nos sienta al lado en el bus o en el metro, con el taxista, con el que nos pone conversa en el almuerzo.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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