Opinión

Hoy yacen los recuerdos evocados por el fulgor y la ilusión que nos brinda un suave rayo de luna decadente que ilumina las calles de mi viejo terruño esta noche: “Santa Ana”, un barrio del Municipio de Bello con más de 60 años de historia: hoy en día está dividido en varios sectores: Salento, Búcaros, Serramonte, San Silvestre y Reserva de Búcaros, entre otros.  

Rodeado por varias urbanizaciones, ciudadelas y torres, tres instituciones educativas (Colegio de la Salle, Institución Educativa Liceo Antioqueño y la antigua escuela de la acción comunal que estuvo cerrada por mucho tiempo y que hace poco reabrió sus puertas), varios jardines infantiles, varias iglesias (la de Santa Ana, la de Santa Marta, entre otras) y una universidad (Universidad de San Buenaventura), además de parques, piscinas y gimnasios al aire libre, los últimos proporcionados por el Municipio de Bello a través del INDER.

Los prados del sector de Piamonte y de Santa Ana, paralelamente ahora se perciben ensanchándose para dar lugar a los nuevos proyectos urbanísticos, incluidos: “Ciudad de los Puertos”, un proyecto que empieza en los límites con el Barrio San José Obrero, desde la Clínica Psiquiátrica HOMO hasta la zona boscosa de Piamonte, lindando con el Sector de Serramonte y otro más ambicioso aún que resulta ser el de “Ciudad Fabricato”, uno de los más grandes proyectos urbanísticos actuales del área metropolitana, que se está erigiendo en las afueras del Parque de Piamonte, al borde de la Autopista Norte, el cual está tapando completamente la visibilidad del paisaje natural.

En realidad estas calles, en su mayoría, fueron parte de un verde y tupido paisaje el cual engalanaba el antiguo vecindario, constituido por unas cuantas casas y que se podía contemplar colmado de arboledas, jardines y prados con ganado y aves de corral, y de paseos de olla los fines de semana; calles que evocan historias de miedo y anécdotas de risas de niños jugando, de sueños de mujeres piadosas, de hombres trabajadores y fieles, de novios adolescentes, de jóvenes intrépidos, que tejieron típicas historias pertenecientes a una época menos impregnada de los diversos problemas políticos y socioeconómicos que se viven en la actualidad.   

Hoy en día, el lugar sigue siendo uno de los sectores más acogedores del municipio de Bello, desafortunadamente constituyéndose en sí mismo como un blanco para proyectos urbanísticos de gran magnitud que amenazan el importante e imprescindible recurso natural de Piamonte.

Según Carlos Gustavo Rengifo Arias: “En el Área Metropolitana del Valle de Aburrá existen cuatro Áreas Protegidas Urbanas: el Área de Recreación Cerro La Asomadera, el Área de Recreación Parque Ecológico Cerro Nutibara, el Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador, en Medellín, y el Área de Recreación Urbana Piamonte, en Bello.

Esta última es para los habitantes de este municipio su pulmón verde, pero, como señalan la Mesa Ambiental y la Mesa de Participación Ciudadana de la Comuna 3 de Bello, se encuentra amenazada por diecisiete situaciones que afectan el cumplimiento de los objetivos de conservación asociados a este tipo de espacios” (Disponible en: https://elcolectivocomunicacion.com/2018/04/24/en-bello-piamonte-se-encuentra-en-peligro/)

Sin embargo, a pesar de esta problemática, en el barrio todavía se puede disfrutar de una hermosa vista hacia las montañas por todos los puntos cardinales que se mire. Por fortuna hay cosas que no han cambiado; por ejemplo, considero un privilegio poder escuchar en la madrugada, a lo lejos, el vibrante canto de las aves migratorias en pleno vuelo, o ver el poniente y el ocaso desde mi ventana, por su ubicación, y frente a mi casa, disfrutar de un parque natural lleno de árboles nativos y plantas.

Todavía se puede programar un picnic o hacer una sana caminata por los alrededores del barrio, que entre otras cosas, todavía constituye un pulmón del municipio y que nos permite tener un aire más puro.

Es una lástima que el progreso haya traído consigo la devastación del verde paisaje y por ende la extinción de muchas especies de animales. ¡Que nostalgia produce el reemplazo del monte, el bosque y el morro amarillo, y la finca de “Piamonte” en incluso algunos bloques del HOMO, por un complejo urbanístico!

Cuánta pena se siente saber que este valioso paisaje ha sido cerrado por un sinnúmero de bloques de cemento (edificios) y que ya no se aprecia pleno como antes, porque siendo una reserva natural, no se ha respetado…¡ni qué decir de las quebradas! las cuales lastimosamente ahora están contaminadas con aguas residuales que llegan de las construcciones, quebradas que antes eran cristalinas y repletas de peces, ranas, lagartijas, serpientes y otras especies. Todo esto por la mala aplicación y/o planeación de las leyes y normas ambientales y por la ambición cruel de los capitalistas implicados en estos proyectos urbanísticos.

Nota

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