Cultura

La primera vez que se llevó a cabo la celebración de los Premios Nacionales de Cultura fue en 1968, cuando surgieron como una necesidad de brindar un reconocimiento a la creación y a la expresión del arte, un espacio para conocer la multifacética riqueza cultural de Colombia.

Llegar a la versión 50 de esta dinámica universitaria es un asunto memorable y de importancia, toda vez que la Universidad de Antioquia es la única institución de educación superior pública en Colombia que tiene una política cultural de estímulo y reconocimiento a los creadores e investigadores de las artes y la cultura.

“En nuestra institución, autodefinida como un proyecto cultural, las reflexiones y actividades en torno a esta palabra y al arte no se entienden como realidades adicionales a la vida universitaria, sino como dimensiones esenciales, sin las cuales no podríamos existir”, aseguró el rector John Jairo Arboleda Céspedes.

Para Pedro Amariles Muñoz, vicerrector de Extensión de la Universidad de Antioquia, este año los premios cobran mayor relevancia, ya que se celebra simultáneamente con los 50 años del Campus Universitario, el mismo tiempo que tienen de historia los Premios, lo que da una mirada especial. “Se incluyó por primera vez el premio Campus 50, dedicado a medio siglo de valores contemporáneos como lo son el desarrollo sostenible, el conocimiento, la paz, la equidad y el medio ambiente, principios que han guiado la universidad pública”.

Al despedir su discurso Arboleda Céspedes afirmó: “Con el arte desarrollamos la capacidad de reflexionar sobre nosotros mismos, en un proceso racional, crítico y ético, comprendiendo que cada uno de nosotros es un proyecto en desarrollo, que contribuye a mantener vivas esas grandes obras que nos trascienden, como lo es esta hermosa Universidad de Antioquia”.

“Los ganadores de cada una de estas categorías reciben un reconocimiento muy importante porque estos premios cuentan con el apoyo del Ministerio de Cultura, lo que hace muy destacable ese logro”, agregó el Vicerrector de Extensión.

Esta ceremonia contó con la presentación especial de la folclorista Totó la Momposina, ganadora del Premio Nacional de Cultura en 2013.

Cada año los Premios Nacionales de Cultura tienen categorías específicas para abarcar los diferentes proyectos artísticos y culturales. Este año hay cuatro modalidades, los ganadores son:

Juan Diego Taborda Colorado, 36º Premio Nacional de Literatura, modalidad cuento

Con la obra 'Los habitantes del colegio'. Es una obra que recrea un universo singular, a partir de materiales literarios muy novedosos en Colombia, como el absurdo, la crueldad, el humor negro y el sentimiento de lo grotesco. 

María Adelaida Correa Posada, 44º Premio Salón Nacional de Artes, modalidad dibujo

Con la obra 'Infantes, hermana espejo, maleducados recuerdos'. El criterio principal de selección se centró en la consideración de que la idea y los materiales empleados tuvieran un adecuado balance y transmitieran una emoción contundente. En la obra prevalecen conceptos como creatividad, vitalidad, espontaneidad y experiencia personal, que convergen en esta obra, que toma riesgos e involucra al espectador.

Rodrigo Vélez Ángel, 8º Premio Nacional de Investigación y Gestión Cultural, modalidad estudios en cultura

Con la obra 'Autores afrocolombianos: Dramaturgia para la liberación y la escena'. Se trata de una reflexión de gran originalidad en su aproximación a la dramaturgia de cuatro autores afrocolombianos. No solo sitúa muy bien a los autores y el lugar desde el cual escriben, sino que, sintetizando aparte de sus trabajos y en diálogo con otros escritores, nos transmite la complejidad de la construcción dramática de sus obras y las muchas maneras como lo implican.

Gabriel Fernando Botero Serna, Premio Campus 50, Escultura Monumental

La escultura 'Geófago' fue la ganadora de la categoría Campus 50. Los jurados consideran que esta obra refleja los valores contemporáneos de la universidad pública, alineados con el desarrollo sostenible, el conocimiento, la paz, la equidad y el medio ambiente.

Esta escultura acude a una estética orgánica que se puede percibir como un cuerpo que, como propone el artista, aparece en un “jardín contenido” sin pedestal, conectado con el suelo y en relación directa con el paisaje, apoyado por la multiplicidad de formas que puede adquirir debido a su condición dinámica, al margen de la naturaleza y a la vez conectado indisolublemente con ella.