Gente UdeA

«Donde come un estudiante comen tres» … y «yo ayudo hasta donde me alcanza la mano», son las frases que recuerda su hijo Yair Arroyave del legado que le dejó su padre, que hoy muchos egresados de la UdeA recuerdan con nostalgia, un hombre generoso que supo encarnar en vida la palabra solidaridad desde la cafetería «Tronquitos» en el campus universitario. Era de los primeros en abrir y de los últimos en cerrar.

La jornada se hacía más llevadera si al llegar a la U podían empezar el día con un delicioso café o si al terminar la jornada, la tertulia se acompañaba del bienhechor líquido que humeante servía para compartir las impresiones de la última clase, acomodados en varios tronquitos. Su solidaridad se extendía hasta apadrinar a estudiantes, a quienes les ofrecía manutención durante el tiempo que duraba la carrera.

Juan Arroyave, oriundo de San Andrés de Cuerquia, llegó a Medellín a los 16 años, posteriormente se vinculó a la compañía FUTEC, Fundidora de metales, allí hizo parte del sindicato, lo que posteriormente lo llevaría a ser despedido. De esas épocas conservó sus ideales de justicia social y su compromiso con los más necesitados, que lo llevarían años más tarde a interesarse en el tema de la ciencia política y a participar en actividades comunitarias.

También hizo parte de la brigada de bomberos de la Universidad y participó en el Club de Pesca. En alguna ocasión patrocinó con otros dueños de locales en el Campus a un estudiante para que participara en la competencia ciclística Clásico RCN. Era frecuente verlo compartir su tiempo con los asiduos visitantes que acudían a Tronquitos en busca de sus delicias, un café tempranero, sus famosos patacones y las tortas de pescado.

Durante 35 años estuvo al frente de Tronquitos con su inseparable compañera, Gladis Naranjo, a quien los estudiantes apodaban la «registradora», por su habilidad con los números a la hora de hacer las cuentas. Por eso, a la par que sacó adelante a sus hijos, todos egresados de la UdeA, también apoyó a otros muchos desde el anonimato.

Hoy, despedimos a Juan Arroyave, a quien recordaremos por enseñarnos que la solidaridad más que un discurso y un sustantivo es un verbo que se conjuga en presente, con el prójimo, con el más cercano, con quien es posible vivir y compartir desde el respeto por lo esencial que habita en cada ser humano.