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Opinión

Venezuela, el nuevo polvorín internacional

07/02/2019
Por: César A. Orozco R., pediátra, perinatólogo y neonatólogo, profesor titular Facultad de Medicina UdeA

« ... En los albores del chavismo la gente enardecida por la tradición militarista, el descontento popular con la política tradicional rancia y los yacimientos petrolíferos incitaron el mito socialista continental y aprovechó en su momento la bonanza petrolera para hacer alianzas geopolíticas y económicas regionales ..»

La polarización del mundo contemporáneo se visualiza más con la crísis política, social y económica a la que ha llegado Venezuela, pareciere que el mundo volviese al período de la guerra fría (1945-1991): A un lado, alineados con el Socialismo del siglo XXI están China, Rusia, Irán, Siria, Cuba, Nicaragua, Bolivia y El Salvador; por el otro están los países prodemocráticos de Norteamérica (Estados Unidos, Canadá), Australia, los del Parlamento Europeo (de representación ciudadana) y la mayoría de las naciones de occidente.

La disputa interna se da entre los de corte autoritario que apoyan el modelo asistencialista del chavismo (las Fuerzas Armadas Bolivarianas, la Asamblea Nacional Constituyente, el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral) y los opositores de línea democrática (la Fiscalía General, la Asamblea Nacional (representación ciudadana legítimamente elegida) y el 81% de la población que respaldan al presidente de la Asamblea, por ser quien debe asumir la presidencia ante la falta del mandatorio y proceder a una nueva elección universal (artículo 233 de la Constitución de 1999).

Venezuela ha perdido el orden constitucional y la autonomía institucional por no tener separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), transformar los organismos electorales en apéndices del ejecutivo, manipular comicios electorales, restringir las libertades, silenciar el librepensamiento y la libre expresión de la prensa, encarcelar y desaparecer los detractores, controlar el mercado, expropiar los bienes de producción privados y por tener la bota militar prebendas y permisividad con la interferencia en política. El gobierno tiene visos de seudodemocracia, la nueva modalidad de dictadura perpetuada en el poder (Hugo Chávez 1999 – 2013, Nicolás Maduro 2013 - 2025), presidido por autócratas y populistas que cambian las constituciones discrecionalmente para reelegirse.

La pauperización de Venezuela la refleja el cierre de industrias por falta de dólares para importar materias primas y equipos, la pérdida del 60% de la riqueza per cápita, la fuga de capitales (supera los US$400.000 millones), la contracción de las reservas internacionales (US$8.795 millones de 2018 millones, descenso del 9% en un año) y de la inversión extranjera directa US$68 millones (descenso del 1.470% en 2017), la tasa de desempleo que será del 38% en el 2019, la profunda devaluación de la moneda llegando a una hiperinflación anualizada que alcanzará el 10.000.000% según FMI, el colapso del 53% del PIB desde 2013 con una caída anual proyectada del 1,5% en 2023 y la contracción de la economía del 18%, lo que representa la contracción peor y más larga que se haya vivido América, supera la gran depresión de Estados Unidos (1929-1940) y comparable a la recesión de países que han vivido guerras civiles recientes, la deuda externa (estimada en US$150.000 millones) se incrementó exponencialmente al 52,1 % del PIB en 2013 y ascendió en 2018 al 161%, situación que incrementó la caída en las cotizaciones del petróleo.

Venezuela nunca importó tanto alimento (US$7 mil millones) ni había sido tan dependiente del extranjero; en el 2008 producía el 70% de lo que consumía, en el 2018 del  potencial de 9 millones de hectáreas para la producción agrícola, habían cultivadas 2 millones y de 30 millones de hectáreas para la ganadería, habían 7 millones: El campo no tiene para responder a la expansión de la demanda alimentaria para el consumo básico nacional y solo atiende el 25%, y por la iliquidez del Estado disminuyen las importaciones, enfrenta el desabastecimiento de alimentos y la carestía;  el salario mínimo en 2018 es apenas US$1,79 del dólar de mercado paralelo (negro), se coloca en uno de los más bajos del mundo que solo cubre el 4% de la canasta alimentaria con una dieta de sobrevivencia a base de carbohidratos.

Este contexto ha llevada a Venezuela a tener características de un Estado fallido desde el 2013 al no poseer la capacidad para suministrar servicios básicos, tener escasez de alimentos, ineficiencia judicial, altos niveles de corrupción, de criminalidad, refugiados, desplazados, la depresión económica, la hiperinflación más grande del mundo, aumento de las enfermedades, de la mortalidad infantil y la desnutrición; y adicionado a la confusión ejecutiva reinante por la existencia de dos presidentes paralelos con ideologías dispares y que gobiernan simultáneamente, apoyados por fuerzas internacionales con intereses económicos más que políticos.

Los acreedores, China (dos terceras partes) y Rusia (una tercera parte), buscan con su respaldo el reembolso de la deuda, a sabiendas del descalabro productivo del petróleo El 95% de las divisas generadas provienen de su exportación y según la OPEP desde 1999 la producción PDVS ha disminuido 68,1% de 3.445.000 a un mínimo históricos de 1.137.000 barriles por día y una pérdida de ingresos US$14 millones en 2018. Venezuela, por el alto déficit fiscal, ha entrado en impago selectivo a algunos acreedores y se puede convertir en un país con alto riesgo de suspensión de pagos (default); se ha tornado en una nación empeñada y pobre a pesar que está tendida sobre oro negro y que tan sólo la han apetecido y aliado por tener las mayores reservas mundiales.

Estas potencias prestamistas están preocupadas por la pérdida de talentos y mano de obra calificada, la emigración del 7% de la población (informan hasta 10 al 12%, de 3 a 4 millones), la ineptitud de la dirigencia y los ingenieros de PDVSA (empresa estatal de hidrocarburos), el paso de la pobreza del 48,4% en 2014 al 87% en 2017, la reducción exportadora del combustible equivalente a la tercera parte del petróleo de los años prechavistas y la estrategia del gobierno estadounidense para dejar sin divisas al régimen autorizando al presidente interino (Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional, 2019) el control de las cuentas bancarias de CITGO, la filial petrolera de PDVSA en EEUU dedicada al procesamiento y comercialización del combustible y fuente del 80% de la financiación de la economía venezolana.

En los albores del chavismo la gente enardecida por la tradición militarista, el descontento popular con la política tradicional rancia y los yacimientos petrolíferos incitaron el mito socialista continental y aprovechó en su momento la bonanza petrolera para hacer alianzas geopolíticas y económicas regionales, pero por los avatares políticos y la depreciación del petróleo lo han dejado prácticamente solo (se han alejado Argentina, Ecuador y Brasil). La obstinación en su doctrina anacrónica y las ansias por la preservación del poder han sido su propio abismo.

La salida al problema invoca la mesura, el diálogo y el establecimiento de grupos de contacto internacionales (Sudáfrica, México, Uruguay y los cancillería de la Unión Europea) para acompañarla a un estado de transición que convoque a elecciones presidenciales, enjugue el déficit fiscal, desarrolle políticas sociales para atender la emergencia humanitaria de alimentos y medicinas, proponga la dolarización plena de la economía para la estabilización monetaria y acabe el cerco financiero radical tendido por América Latina y Estados Unidos y, que en última instancia, la más afectada es la comunidad.

Venezuela, la nueva nación menesterosa levantada bajo un suelo rico, convulsionada por las conveniencias económicas de las potencias mundiales y por las orientaciones políticas nacionalistas y populistas, la ahonda la invasión de grupos subversivos, narcotraficantes y fundamentalistas que la han pasado de un potosí a un Estado mendigo atestado de ilegitimidad y corrupción, con un futuro que navega en la incertidumbre, una santa bárbara que se debate para salir de la crísis al sendero democrático entre la autodeterminación, la diplomacia, la política y lo militar.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

 

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