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Respirando amarillo

05/04/2019
Por: Adrián Restrepo Parra, profesor Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia

« ...  Que las autoridades para tomar decisiones sobre la calidad del aire tengan como principal preocupación la activación de los indicadores Naranja y Rojo ha traído como resultado que ellas normalicen el indicador Amarillo de calidad del aire. Esto nos sugiere que dichas autoridades están administrando el problema del aire con el propósito de evitar que empeore, pero no con el fin de una solución de fondo ...»

En campañas políticas casi todos los candidatos prometen acabar de fondo con los problemas. Sus discursos tienen el tono de la solución final: “ya no habrá más...” Inseguridad, pobreza, desempleo, etc.

Una vez el candidato gana la elección, suele pasar que el discurso finalista empieza a sufrir precisiones que dan a entender que la solución final no existe o si existe no podrá verse el resultado en lo inmediato, a pesar de la promesa del candidato de un cambio radical inmediato.

Esta situación, entre otros factores, conduce al candidato ya elegido a un cambio en el alcance de la política pública que formula. De esta manera, por ejemplo, un alcalde a pesar de continuar con el discurso de “ya no habrá más...” inseguridad, los objetivos y las metas del plan de desarrollo terminan por establecer como lo posible “disminuir”, “controlar”, “moderar”, “bajar” los indicadores de inseguridad.

Este tipo de cambio evoca un aspecto tratado por la teoría de las políticas públicas según el cual las promesas de solución final de problemas terminan, por lo general, en la administración del problema y no en su solución. Si bien la seguridad es un ejemplo reiterado de ello, la crisis de la calidad del aire en ciudades como Medellín nos muestra también esta tendencia.

La administración del Área Metropolitana ha creado la percepción mediática de la preocupación por terminar con el problema de la mala calidad del aire en la ciudad. Ese mensaje es reforzado con las medidas que toman cada vez que los indicadores de calidad del aire empiezan a marcar color Naranja o Rojo.

Según el sistema de monitoreo de la calidad del aire, el color Naranja significa “Insalubre para grupos sensibles”: las personas con enfermedades pulmonares, los adultos mayores y los niños son más susceptibles a la exposición al ozono, mientras que las personas con cardiopatías y enfermedades pulmonares, los adultos mayores y los niños son más susceptibles a la presencia de partículas en el aire. Y el Rojo: “Insalubre”:  todos pueden comenzar a padecer efectos adversos para la salud y los miembros de los grupos sensibles pueden padecer efectos más graves.

Por supuesto el escenario puede ser más crítico si nos atenemos a los otros indicadores. Morado: “Muy insalubre”, desencadenaría una alerta sanitaria que implica que todos pueden padecer efectos más graves para la salud. Y Granate: “Peligroso”, advertencia sanitaria de condiciones de emergencia. Son mayores las probabilidades de que toda la población esté afectada.

Como el escenario puede empeorar, entonces las medidas de salud tomadas por las autoridades cuando los indicadores están entre Naranja y Rojo son presentadas como muestra de preocupación por resolver el problema. En efecto, una vez tomadas las medidas, presentan a los ciudadanos el resultado obtenido con ellas para tranquilizarlos sobre la situación: la mayoría de estaciones de monitoreo dejan de marcar esos dos colores.

Sin embargo, las autoridades debería también señalar que las medidas evitan la alta contaminación, pero no evitan la contaminación, la misma que registra el sistema de monitoreo con el color Amarillo. Color en el cual quedan la mayoría de las estaciones una vez las autoridades toman las decisiones. Amarillo significa “Moderado”: La calidad del aire es aceptable, pero por algunos contaminantes podría existir una preocupación moderada para la salud de un grupo muy pequeño de personas. Por ejemplo, las personas que son excepcionalmente sensibles al ozono pueden padecer síntomas respiratorios.

Que las autoridades para tomar decisiones sobre la calidad del aire tengan como principal preocupación la activación de los indicadores Naranja y Rojo ha traído como resultado que ellas normalicen el indicador Amarillo de calidad del aire. Esto nos sugiere que dichas autoridades están administrando el problema del aire con el propósito de evitar que empeore, pero no con el fin de una solución de fondo.

Como el Amarillo supuestamente afectaría directamente solo a “un grupo muy pequeño de personas” entonces, al parecer, no hay problema en tener a la mayoría de las estaciones de monitoreo en ese color ¿Cuántas personas suman ese grupo “muy pequeño de personas” que pueden verse afectadas por la alerta Amarilla? ¿qué pasa con la salud si respiramos poca contaminación, pero de manera constante? ¿son reversibles los efectos para la salud producidos por respirar aire bajo alerta amarilla?

Para tomar el camino de una solución de fondo necesitamos que las próximas autoridades que conformarán el Área Metropolitana tengan entre sus propósitos la preocupación por mantener el indicador Verde del sistema de calidad de aire, el cual significa buen aire. Cuando esta sea la preocupación de las autoridades y ciudadanos dejaremos de estar en manos de los administradores del problema de la mala calidad del aire y avanzaremos en una solución definitiva.

Este texto fue publicado en la Silla Vacía el martes 2 de abril de 2019


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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