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A pesar de que ya había tenido otras oportunidades, desde que inicié mi carrera sabía que en el internado me iría de intercambio, pues siempre sentí que era un reto mucho mayor y que quería asumirlo. Tenía claro que quería estar en Alemania (donde ya había realizado rotaciones previamente) pero también quería conocer otros lugares y otros sistemas de salud que pudieran ampliarme el panorama. Comencé a aprender francés en el segundo semestre de la universidad, participaba en grupos de conversación, utilizaba el sistema tándem y tomé algunas clases particulares para mejorar la fluidez. Tenía miedo, pero quería aprovechar ese idioma que había aprendido durante el pregrado para conocer el sistema de salud de otro país de Europa. Decidí entonces aplicar en Francia para rotar en cardiología y fui aceptada en la Universidad de Lyon I, donde realicé una rotación en electrofisiología.

Ser estudiante de intercambio siempre es difícil; hay muchas cosas nuevas a las cuales hay que adaptarse: la lengua, la cultura, el sistema, pero eso es lo que lo hace más enriquecedor, pues no se aprende solo de medicina sino de la vida. Rotar en Lyon fue una experiencia completamente diferente, al principio sentía que ni entendía, ni sabía nada, pero luego, con el paso de los días me fui dando cuenta que sí sabía y sí era capaz.

Los viernes teníamos una reunión académica y una vez (creo que fue la segunda semana) la residente que tenía que exponer no fue, entonces hicimos un ejercicio de EKG. El profesor dijo: “Que empiecen los internos”. Me paré e hice el análisis de EKG de forma sistemática para determinar el tipo de arritmia supraventricular. Al final el doctor se volteó y me dijo: “¿dónde aprendiste eso?”, “en Colombia”, le respondí. “¿Si ven? así es como se hace. Excelente Laura, hiciste un muy buen trabajo”. Le di las gracias de forma muy calmada aunque por dentro gritaba de emoción: ¡orgullosamente UdeA!. A partir de ese día, tanto residentes como profesores me tenían en cuenta para discutir los casos, me preguntaban, analizábamos juntos los pacientes complejos e incluso a veces, cuando ninguno sabía, revisábamos juntos evidencia científica para resolver las dudas. Fue una experiencia increíble y espero que pueda aportarme aún más con posibles oportunidades de investigación que surgieron.

Realicé nuevamente rotaciones en Alemania, esta vez en centros cardiovasculares de Leipzig y München, en parte con la ayuda de estudiantes que había conocido en la UdeA cuando ellos realizaron intercambio. Me di cuenta nuevamente de la buena formación que tenemos, pude realizar procedimientos que nunca pensé que estuvieran a mi alcance y vi realizar otros completamente innovadores.

En estos países se realiza medicina con tecnología de punta y pensando poco en la economía. Académicamente, el éxito de los estudiantes y su aprendizaje depende de su motivación y las ganas de aprender que tengan durante la rotación. Las preguntas son escasas, pero responden a todas tus dudas de forma completa y amable. La investigación es la regla, no la excepción. El personal en general es muy amable, pero aunque cuenten con toda la tecnología no se puede olvidar el privilegio que representa tener una enseñanza personalizada y con tantos docentes que demuestran la pasión por lo que hacen, como es el caso en nuestra facultad. Le doy gracias a la Universidad por permitirme tener estas experiencias tan maravillosas que complementan mi formación como médica, a mis padres y profesores porque sin ellos no sería ni la mitad de lo que soy.